Capítulo 2

57 8 0
                                    

Cap. 2

En la montaña, alguien miraba desde ahí a la luz de la fogata.

Era Toro que visualizaba desde lo alto. Tenía el poder de convertirse en ave, como los nahuales y poder ver más allá de la distancia.

John Reid le preguntó.

- ¿Qué miras?

- Nada- dijo Toro- yo sólo contemplar llanura...hacer tanto tiempo que no pisar más allá de la montaña...

- Lo sé, amigo, pero ahora hay que estar listos. No sabemos por dónde llegará el peligro. Sabemos que ese tipo trae gente peligrosa, bandidos de monta.

- No preocupar, yo poder oler eso a mucha distancia.

Scout relinchó.

- Tú no estar oliendo bandidos...ese olor debe ser distinto, tu piel erizarse...siempre que emocionarte por hembra ponerte así.

Scout sacudió la cabeza.

- Tú calmarte...no ser momento...

John Reid sonrió.

- Deja a Scout que se relaje, tenemos mucho trabajo pendiente.

- Kemosabe ser sabio- dijo Toro- pero algo tonto también.

Pero, ¿quién era Mildred Carter? Era la hija de un hacendado llamado Thomas Carter. Ese hombre, en su tiempo fue un terrateniente importante. Pero también tenía pasión por las cartas. Parte de su fortuna la había perdido jugando. Todos lo habían respetado; tenía una hermosa esposa y una bella hija, a quien le había enseñado a disparar, a montar a caballo y a jugar naipes.

La joven, para poder defenderse, había criado caballos de carreras y había logrado ganarse el respeto de varios hombres del pueblo. Sin embargo, más de uno quería robar lo que quedaba de su hacienda y ahora había escuchado hablar de un tal Calvin Candie que volvía después de mucho tiempo a Colby para cerrar un negocio con caballos purasangre, como los que ella poseía.

Tenía que actuar con cautela. Sabía que era presa fácil para los cuatreros y bandidos, pero no había un hombre cerca que pudiera cuidarla. Clarence le había recomendado que buscara la ayuda de los justicieros, el Ranger Solitario y su amigo el indio. Pero ella pensaba que quizás, sólo quizás, cuando las cosas fueran muy mal, pediría la ayuda.

Por el momento creía poder defenderse sola.

Durante la noche, decidió buscar los documentos que avalaban sus propiedades y guardarlos en lugar seguro.

A la mañana siguiente, fue al pueblo para verificar la inscripción de su yegua en la carrera de caballos.

El pueblo estaba algo alborotado. Esperaban la diligencia con la llegada de aquel personaje prominente.

Mildred se cubría del sol. De pronto, vio cerca de ella a la viuda de Dan Reid, Rebecca.

- Señora Reid- saludó Mildred.

- Buen día, señorita Carter. ¿Cómo está?

- Bien, por ahora. Me alegra verla, pensé que estaba enferma. No la vi ni a usted ni a Danny.

Rebecca sonrió para sí. Había estado en la casita de campo junto a John.

- No se preocupe, estaba un poco indispuesta y tuve que irme a las márgenes del río. Pero ya estoy mejor.

TORO Y LA REINA DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora