Capítulo 5

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Capítulo 5

John Reid se colocó la máscara y dijo.

- Vigilaré desde aquí. Si es necesario, bajaré hasta la llanura.

- Yo ir a visitar a alguien.

- Ten cuidado, Toro, no vayas a ponerte en riesgo ni poner en riesgo a la joven.

- ¿Cómo saber que yo ir a verla?

- Te conozco muy bien y sé que lo harás. Sólo ten mucho cuidado.

Toro sonrió.

Mildred ya estaba en su casa mirando al cielo, mientras se disponía para dormir.

Trataba de no pensar en lo sucedido con sus padres. Recordaba que su padre siempre había sido un hombre intransigente pero que a su madre la amaba entrañablemente.

Sin embargo, recordaba las palabras del comanche mencionando a una tal Chenoa. Y su nana sin poder darle razones convincentes.

Ahora, quería tener entre sus manos a Calvin Candie para deshacerse de él. Sin embargo, John Reid la instaba para que se dejara ayudar.

En esos pensamientos estaba cuando escuchó el relincho de un caballo.

Cuando se dio cuenta, Honey estaba cerca de aquel garañón.

- No puede ser...

Luego notó la silueta del indio.

- Bien podrías decirle a tu caballo, ya que hablas con él, que deje de acercarse a mi yegua.

- ¿Por qué yo tener que decírselo? Caballo no entender mis palabras en eso...

- O sea que admites que tu caballo está rondando a mi yegua. No quiero que ella se cruce con tu garañón.

- ¿Yo poder saber por qué?

- Porque no me da la gana, por eso...además, ella es pura sangre.

- Mi garañón también ser pura sangre...ser un caballo noble de las montañas...tan puro como el sol...tan fuerte como los cerros...

Toro se acercó frente a ella. Mildred no pudo evitar sentir algo extraño al verlo.

- Por favor...dime por qué me confundes con esa mujer, Chenoa.

- No confundirte. Yo saber que tú no ser ella. Pero parecerte. Tú ser hija de Chenoa.

- ¿Quién era Chenoa?

- Chenoa ser hermana de gran jefe comanche. Ser una buena mujer, a los más chicos querernos mucho. Yo conocerla cuando ella ser joven y yo un niño. Después, hombres blancos llevarse a algunas de ellas y uno de ellos llevarse a Chenoa y ella no volver. Pero uno de los nuestros decir que verla preñada de hombre blanco...hace mucho.

- Lo lamento por tu Chenoa, pero seguramente te confundes. Mi madre se llamaba Candace Carter. Y era de tez muy blanca.

- Sólo mirar tu piel...

Mildred se abochornó.

- No sé qué pretendas pero te aseguro que te equivocas, comanche.

- Toro, tú llamarme Toro, yo ser amigo de Kemosabe John Reid. Tú decirme, ¿desde cuándo ser Reina de Corazones?

- ¿Quién te lo dijo? Ah, ya veo...espiabas.

- Algo así.

- Pues sí, soy Reina de Corazones porque soy excelente en los naipes. ¿Quieres probar?

- No gustarme juegos de hombre blanco, pero gracias a John Reid saber jugar un poco.

- No creo que seas tan bueno como yo- sonrió satisfecha.

- No ser bueno en eso pero en otras cosas sí, como disparar flechas o cambiar de forma- dijo Toro.

Mientras hablaban, los caballos seguían cerca el uno del otro.

- Llama a tu garañón. Mi yegua va a correr y no quiero que le pase algo por causa de tu caballo.

- Ser desconfiada y necia. Pero...también muy bella...

Mildred lo instó para que se marchara.

Pero cuando Toro se marchó, se quedó intrigada por lo que había escuchado.

Al día siguiente, Mildred llegó con Honey a la carrera que se había organizado.

Calvin Candie llevaba a un caballo azabache también pura sangre.

- Mi lady...le presento a Diabolus, mi mejor caballo.

- Un gusto- dijo, aunque sintiendo algo de temor por aquel animal.

El caballo trató de acercarse a Honey pero ella lo rechazó.

- Veo que a su yegua no le agradó mucho mi caballo.

- Es algo especial en sus gustos- sonrió.

No lejos de ahí se encontraban Toro y el Llanero.

- Hermanos comanches estar listos por si ser necesario atacar.

- Bien, en cuanto termine la carrera estaremos pendiente para evitar que haga negocios sucios. También hay que cuidar que no quiera perjudicar a Mildred.

- Mujer mestiza ser algo testaruda- sonrió- pero yo procurar que nada pasarle. Prometerlo por antepasados comanches.

- No sé por qué pienso que esa mujer te está trastornando más de lo que creí.

- Tú equivocarte...ser sólo una corazonada...

Mildred notó que la yegua se inquietaba. Entonces comprendió que Scout estaba cerca y obviamente su jinete, lo cual la ponía nerviosa también a ella.


TORO Y LA REINA DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora