01 de diciembre, 1972
Luego de finalizar su comida, pagaron y se retiraron del lugar tras haberse quedado un rato, charlando y bebiendo un poco, las horas se les habían pasado increíblemente rápido, lo que provocó que Dianna le pidiera a Roger si podía llevarla a casa pues su hermano le había pedido que no llegara tan tarde.
—Quién es la Cenicienta ahora, ¿Eh? —preguntó Roger, mientras la miraba poniendo en marcha la camioneta.
—Con esa mancha de mostaza en tu mejilla, tú —Dianna soltó una risa, inclinándose sobre su asiento pasó su pulgar sobre la mancha quitándola, llevó ese dedo a su boca—. Mm, mostaza con sabor a Roger Taylor.
—Edición limitada, consigan su botella pronto —y guiñó su ojo causando que Dianna riera divertida negando levemente con su cabeza.
—Oye —lo llamó, obteniendo un pequeño ruido señal de que estaba escuchando—. Muchas gracias por el disco, prometo pagártelo cuando me paguen mi salario.
—No digas tonterías —el rubio negó de inmediato—. Es un regalo, creí habértelo dicho camino a la tienda.
—Pensé que bromeabas, no puedo aceptar algo sin darte algo a cambio.
—No, puedo darte un regalo sin que tú te sientas obligada a darte algo a cambio.
La morena negó de inmediato.
—Pero pagaste todo hoy.
—Porque yo te invité a salir —Roger aprovechó de verla al momento en que el semáforo se puso en rojo, Dianna mordió su labio sin apartar su mirada del frente.
—De acuerdo, hagamos algo —lo miró—. Dentro de dos semanas es el lanzamiento del nuevo álbum de Little Richard, ¿Qué tal si te invito ese día y repetimos lo de hoy?
—¿Te gustaría volver a salir conmigo? —preguntó con una sonrisa.
—Sí, extrañamente eres muy agradable y muy bien parecido. ¿Estás seguro que no me secuestrarás? —entrecerró sus ojos con desconfianza, Roger negó.
—No, debo esperar a que confíes más en mí para hacerlo.
—Perturbador.
Ambos rieron volteando a verse, sí, ambos querían más salidas como esa.
La morena aprovechó el silencio para decir la dirección de su casa, el rubio de inmediato tomó las calles correspondientes, al ser ya cerca de las ocho de la noche las calles estaban poco transitadas, solo había un flujo muy pequeño de autos y transeúntes por las calles, la mayoría ya estaban en sus casas, solo la gente de vida nocturna permanecía más allá, preparándose para salir de fiesta o realizar otras actividades nocturnas.
—No sabías que vivías por aquí —dijo Roger una vez se empezaron a ver las casas de su residencia, la camioneta avanzaba rápidamente por el lugar, ocasionando que varios niños que caminaban a su hogar corrieran hacia la acera para evitar un accidente.
—Pues sí, desde que nací, en realidad —comentó, a diferencia de Aaron que había vivido en otras dos residencias, ella desde que nació vivió en esa—. ¿Por qué?
—Bueno, creo que tú y Deacy son vecinos y ninguno lo sabía —dijo y la morena volteó a verla, sorprendida.
—Oh, por dios, ¿En serio? —Preguntó Dianna mirando hacia todas las casas—. ¿En dónde?
—En la casa con los rosales de rosas blancas y rojas y rejas negras.
Dianna abrió la boca sorprendida y se llevó una mano a su frente.
—¡Los señores Deacon, por supuesto! —en esos momentos se sentía un poco tonta—. Ah, mi familia y yo entablamos amistad con muy pocos vecinos, más que nada los que fueron a presentarse cuando mis padres llegaron, según sé, los Deacon llegaron un par de años después que nosotros.
Roger asintió a su explicación antes de encogerse de hombros.
—Bueno, supongo que ahora tú y Deaky pueden iniciar una hermosa amistad.
La morena sonrió, asintiendo, aquella idea le gustaba, pudo notar que el castaño era realmente una persona agradable.
Finalmente, la camioneta se estacionó frente a su casa, la única con lirios y tulipanes en sus jardines, solamente porque su madre era fanática de esas flores, según parece, su padre la conquistó a través de ellas y notas.
—Muchas gracias por el día de hoy, Roger —la morena le sonrió, jugando con el borde de su kimono antes de ver al joven con una sonrisa—. Me la pasé genial hoy.
—Gracias a ti por darme una oportunidad —el rubio tomó la mano con la que había estado jugando y la apretó ligeramente—. Me divertí como nunca antes.
—Eso es porque Dianna Rivera es una chica única —por supuesto, su ego no perdió chance en aparecer.
—Sí, pienso a creer lo mismo —su tono de voz fue bajo, suave, Dianna alzó sus cejas ligeramente, aquella respuesta no la esperó.
Ninguno dijo nada por los siguientes segundos, demasiado ocupados tratando de memorizar el rostro ajeno, Roger alzó su mano libre acariciando con el dorso el contorno del rostro de la morena, quien se inclinó suavemente ante su tacto.
Igual que en el restaurante, se fueron acercando lentamente, Dianna aprovechó un momento para frotar las puntas de sus narices, arrancándole un suspiro encantado al rubio que no dudó en robarle el segundo beso de la noche, conectando sus labios, reconociéndose, dejando entrever sus nuevos sentimientos a través de ese gesto.
Dianna fue la primera en separarse, por falta de aire y porque quería ver los hermosos ojos de Roger antes de despedirse, ella también acarició su mejilla.
—Buenas noches, Roger —habló la chica, bajándose de la camioneta.
—Buenas noches, Dianna.
Fue la primera vez que ambos decían su nombre con ese tono de cariño, algo había cambiado esa noche y ambos lo sabía, pero a ninguno le asustó.
Nuevos sentimientos se instalaron en ellos ese día.
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Beautiful Stranger | Roger Taylor
Fanfiction"Hermoso desconocido, aquí estás entre mis brazos y sé que los hermosos desconocidos solo aparecen en mi vida para traicionarme. Y tengo esperanzas, hermoso desconocido, aquí estás entre mis brazos, pero creo que por fin, por fin, es seguro que yo...