29 de noviembre, 1974
— ¿Me dirás que hay entre ese chico rubio y tú o tengo que esperar a que aparezca Aaron aquí amenazándolo por tocar a su hermanita?Dianna dejó de acomodar las servilletas en su lugar para observar a Charlotte con su ceño fruncido.
—¿Perdón? —cambió su cara a una de extrañeza, su compañera a su lado negó levemente.
—No te hagas, desde el sábado en la tarde ha venido, y hoy es jueves, además, no ha dejado que nadie lo atienda, excepto tú.
—Es un cliente fiel, tú tienes varios y no te reprocho nada —intentó defenderse.
—Sí, pero ninguno me come con la mirada como él lo hace contigo —dijo, mientras sacaba el dinero de la caja para empezar a contarlo.
—De acuerdo, yo también he notado su mirada, pero no estoy interesada.
Charlotte detuvo su labor para voltear a verla con una ceja arqueada, en su rostro había una clara expresión de “¿En serio?” marcada.
—¿Ah, sí? Pues ayer lo iba a atender Cassandra y casi le saltaste encima para evitarlo.
—¡No puedo dejar que me roben los clientes! Además, da muy buenas propinas.
—Dianna, vamos. Te conozco desde hace varios años, sé cuando te interesa alguien —la rubia dejó a un lado el dinero, para tomar las manos de la morena entre las suyas—. Si te fuera tan indiferente como dices ya le hubieses dicho algo lo suficientemente ofensivo y grosero para que no quiera volver a cruzar palabras contigo, pero adivina, no ha pasado.
—Se nota que es un mujeriego, Charlotte, no habría problema si estuviéramos en la secundaria, sabes que era un perra, pero maduré, no quiero volver a estar con alguien en ese sentido a menos que sea una relación de verdad —hablaba en serio, Dianna había tenido mucho sexo en su tiempo como estudiante de secundaria, al igual que sus inicios de la universidad, pero de un momento a otro, luego de la ruptura con su ex novio, se había concentrado en sí misma.
—Lo sé, y sabes que eso me enorgullece, pero, no lo he visto sobrepasarse contigo ni nada, así que, ¿Qué sucede?
—De acuerdo, quizás me parece un poco lindo.
—¿Un poco?
—No presiones o iré con el guitarrista.
—Tú ganas esta vez.
Dianna sonrió, volviendo a las servilletas, separándolas por cada contenedor que tenían mientras Charlotte contaba el dinero, echándole una mirada de vez en cuando y negando de tanto en tanto.
La morena suspiró, ¿Desde hacía cuando conocía al rubio? Desde hacía seis días, no negaría que era lindo, no era ciega, por el amor de Dios, no sabía que era lo que estaba viendo Charlotte, de seguro ya se estaba volviendo loca de llevar un año soltera y leer tanto a Jane Austen, cualquier otra mujer en su situación ya hubiese adoptado a un gato, pero su amiga aún se mantenía firme y su atención por las historias de amor había sido desviado por cierto guitarrista de una banda que tendría el placer de conocer al día siguiente por la noche.
Observó al suelo, ni siquiera sabía el nombre del rubio, tampoco se lo había preguntado, solo lo llamaba como el primer apodo que se le cruzara por la mente por el simple hecho de que era divertido verlo rabiar, su entrecejo se arrugaba de una linda manera que le provocaba reír.
Por ahora, solo lo veía como un buen amigo. Dianna no era como esas chicas que se engañaban si sentían algo por alguien, ella estaba abierta a la idea de que ese rubio coqueto podía llegar a gustarle.
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Beautiful Stranger | Roger Taylor
Fanfiction"Hermoso desconocido, aquí estás entre mis brazos y sé que los hermosos desconocidos solo aparecen en mi vida para traicionarme. Y tengo esperanzas, hermoso desconocido, aquí estás entre mis brazos, pero creo que por fin, por fin, es seguro que yo...