‹ Don't Stop Believin' ›

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31 de agosto, 1773


Un año había pasado desde que ella y Charlotte habían presenciado el renacimiento de Smile en aquel bar universitario, un año en el que los seis se habían vuelto muy buenos amigos, los chicos siempre visitando el café, incluso aceptando cantar en un par de ocasiones, más que nada a petición de Charlotte los días sábado, mientras las chicas iban a verlos a cada presentación que realizaban en algún bar o universidad.

También se habían hecho muy amigas de Mary, la rubia estaba muy feliz de tener nuevos amigos e incluso una relación estable y adorable, Dianna y Charlotte se habían vuelto un confidente para Mary por lo que sabían que ella estaba muy ilusionada con su relación con el Bulsara.

Otra que también estaba feliz con su relación era Charlotte con Brian, luego de meses de citas, coqueteos, detalles pequeños y risas de hiena habían decidido formalizar una relación de la cual ya llevaban un año, dos meses y contando.

¿Y Dianna y Roger?

Bueno, habían salido más veces, habían habido más besos e incluso más regalos por parte de ambos, pero, de un momento a otro, todo fue disminuyendo, el cariño permaneció, pero las acciones, que alguna vez fueron de cortejo y aceptación, se fueron transformando a las de unos muy buenos amigos.

Y estaba bien.

Al menos para ellos dos, porque ninguno de sus amigos se explicaba el porqué del cambio, si le preguntabas a  Brian, diría que seguramente había sido culpa de Roger, que había arruinado todo por alguna conquista de una noche, en cambio, si le preguntabas a Charlotte, diría que definitivamente había sido culpa de Dianna y su afán por alejar a las personas mediante palabras groseras y cortantes.

Pero, ninguno de los dos mostraban alguna especie de incomodidad con el otro, de hecho, se mostraban muy cómodos en la compañía del otro, charlando y riendo como si no hubiesen dejado de coquetearse entre sí, incluso acompañándose a lugares por petición de alguno, Dianna se había vuelto una gran amiga para Roger y viceversa.

Aunque, había algo que Brian había notado y se lo había dejado saber a su novia; Roger, desde que había conocido a Dianna había disminuido en un 50% sus conquistas, incluso habiendo días en los que prefería quedarse a casa con ellos en vez de salir de fiesta, lo cual, era algo que no había pasado nunca, ni siquiera cuando estaba enfermo.

Charlotte pensaba que eran un par de tontos por no haberse dado la oportunidad de formalizar una relación, pues estaba claro que ambos se estaban conformando con la idea de solamente ser amigos, sin embargo, prefería no comentar nada por los momentos.

No quería tener que recibir una descarga de veneno de las palabras de su amiga para que la dejara en paz.

Ese día ambas estaban en el trabajo, el flujo de clientes había sido de los mejores ese día aunque ninguno de sus cuatro clientes favoritos habían pasado por la cafetería por lo que no estaba completamente satisfecha con la jornada.

— Adivina qué —habló Dianna con una sonrisa.

— ¿Brian ya te pidió matrimonio? —preguntó Dianna mientras acomodaba los menús, algo que llevaba haciendo desde hace cinco minutos.

— ¿Qué? Por supuesto que no —negó rápidamente—. ¿Por qué? ¿Que escuchaste? —la miró fijamente, Dianna soltó una pequeña risa.

—Yo no he escuchado nada, si Brian te quiere pedir matrimonio me diría algo y yo iría corriendo a decirte.

Charlotte suspiró, sentándose a un lado de ella.

— ¡No vuelvas a jugar con algo así! Ya me había emocionado —le reprochó con un mohín en sus labios, Dianna golpeó levemente su frente.

— Pues relájate, si Brian no te pide matrimonio, hay muchísimos más hombres en el mundo —hizo un ademán con su mano de que se relajara—. Alguno de ellos te pedirá matrimonio seguramente, eres hermosa e inteligente.

Charlotte dejó caer su mano sobre la barra antes de negar hastiada.

— ¿Sabes lo que odio yo? —preguntó, la morena a su lado se encogió de hombros con una expresión graciosa en su rostro—. A los hombres. Cada uno de ellos es un cerdo, excepto por Brian y Deacy.

—Sí, Deacy es una tierna palomita.

—¡Brian igual lo es! —exclamó con voz alta.

—¿Que soy yo? —preguntó una voz detrás de ellas, Charlotte mordió su labio antes de voltearse, la morena la imitó.

Ahí estaban Roger y Brian ambos con una sonrisa en el rostro, excepto que la de Brian tenía un aire interrogante.

—El amor de mi vida —respondió Charlotte con una expresión dulce.

— Buena esa —murmuró Dianna sobre su taza de café antes de empujarla a sus labios.

Charlotte la ignoró.

— Hey, tú —Roger se sentó a un lado de ella, quitándole la taza para beber de ella.

— ¡Oye, paga por tu café, Aurora! —exclamó Dianna aunque no hizo ningún amago de quitarle la taza.

— El café sabe mejor cuando es de otra persona —dicho eso, bebió otro sorbo antes de señalarla—. Más si es de una chica hermosa como tú.

Dianna soltó una risa antes de arrebatarle, ahora sí, la taza.

—Sí, por supuesto, tienes suerte de beber algo mío —habló antes de escanear el lugar—. ¿Dónde están Freddie y Deaky?

— Vendiendo la camioneta de Roger —respondió Brian en lugar del rubio, quien solamente hizo una mueca de dolor ante eso.

—Apenas había dejado de ser de mi papá —se quejó, Dianna y Charlotte se miraron.

—Qué, ¿Por qué vendieron la camioneta? —preguntó Rivera cruzándose de brazos.

—Haremos un álbum —Brian sonrió emocionado, por inercia Jackson lo hizo también, solo de una manera boba.

— ¡Eso es genial! —Charlotte sonrió, antes de mirar a la morena—. Necesitarán ayuda con las canciones, ¿Cierto?

—Bueno, Fred y yo somos los que más escribimos, pero siempre apreciamos toda la ayuda posible, ¿Que tienes en mente, cariño? —preguntó con sus manos en su cadera, miró a su novia con una expresión suave.

—Bueno, Dianna escribe —Señaló a la morena quién casi se ahoga con el café—. Ella puede ayudarlos ahora.

—¿Escribes? —Roger la miró sorprendido—. No solo cantas, sino que, ¿También escribes?

—Lo hago por diversión, más que nada —se defendió.

—Diversión o no, quiero ver esas canciones, alguna nos puede gustar, ¿Cierto, Brian?

El aludido asintió de inmediato, ahora sus brazos rodeaban a la rubia.

Justo en ese momento, Freddie y John entraban hacia la cafetería, en sus manos tenía un sobre, Freddie tenía una sonrisa en su rostro mientras John hablaba casi emocionado.

—Ya la vendimos —John habló apenas llegaron con los otros—. Hola chicas.

Ambas lo saludaron con una sonrisa.

—Ahora solo nos falta un poco más de dinero y podremos contactar con ese estudio —Freddie habló, mirando a los presentes con una expresión de felicidad.

— Los ayudaremos —Charlotte habló—. ¿Cuánto necesitan? Y no se atrevan a negar nuestra ayuda o sino los abofetearé a los cuatro.

—Charlotte es una genio de las bofetadas —asintió Dianna ante la mirada de John y Roger.

—Muchas gracias, querida —Freddie la abrazó, uniendo a Brian en el proceso—. Ahora quita esa cara larga, querido —señaló a Roger—. ¡Vamos a grabar un álbum!

Todos aplaudieron, felices por el nuevo paso que estaba dando la banda.

Beautiful Stranger | Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora