Oliver Wood

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Me acabo de dar cuenta que no había escrito ni uno solo de nuestro bebé Wood :'v

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Lo único que Oliver amaba más que al quidditch era a su escoba. Cualquiera pensaría que se casaría con ella y eso era causa de constantes burlas. Principalmente de un par de pelirrojos, que no se cansaban de mencionar que Oliver tenía un serio problema.

Claro que a Oliver no le importaba en lo absoluto, pues era cierto que para él no había nada mejor que aquel deporte. Hasta que vió por primera vez a Giselle.

La chica era un deleite para las pupilas del león que incluso olvidaba que debía pulir su traje de capitán.

Lamentablemente, su obsesión por aquel deporte, le había impedido saber cómo cortejar a una chica. Y es que cuando la vio quiso acercarse y hablar con ella, pero le fue imposible ya que no tenía ni la más remota idea de qué podría decirle.

Sabía que Giselle pertenecía a la casa de los tejones y era un año más chica que él. También descubrió su nombre ya que un día por casualidad escuchó a una de las amigas de la chica llamarla así.

Oliver había decidido ir a hablarle e invitarla a una cita, sin embargo, en lugar de ir a buscarla, se la pasaba dando vueltas por la sala común.

—Nunca te habíamos visto tan nervioso— dijo uno de los gemelos.

—Ni siquiera en los partidos te pones así— dijo el otro.

Wood miró a ambos chicos.

—Es una chica— confesó.

Los gemelos se miraron con una gran sonrisa y luego le dieron una palmada en el brazo a su capitán.

—Creímos que no te gustaban las chicas— hablaron ambos.

Oliver los miró mal.

—El problema es que no sé hablar con chicas.

—Bueno, sólo no saques para nada el tema del quidditch.

—¿Por qué?

—Eres muy apasionado al respecto y cuando comienzas a hablar de ello no dejas hablar a nadie más.

El castaño los miro fijamente, sabía que tenían razón.

—¿Y de qué se supone que debería hablar entonces?

Los dos chicos se encogieron de hombros.

—Ahora mejor preocúpate por invitarla a salir.

—¿Quién es?

—Solo sé que se llama Giselle y es una tejona.

Ambos gemelos miraron con asombro al chico frente a él.

—¿Te gusta la melliza de Diggory?

Wood se quedó mudo. Claro que conocía a Cedric, gracias al quidditch pero no tenía ni idea que tuviera una hermana melliza.

—Eso creo.

Los dos pelirrojos estallaron en carcajadas.

—Pues te deseamos suerte— dijo uno.

—Cedric es muy sobreprotector con su hermana— habló el otro.

—Suele ahuyentar a los pretendientes de su hermana.

Oliver suspiró agobiado. Pero decidió que nada le iba a impedir pedirle una cita a la chica.

Entonces, más decidido que nunca salió de la sala común en busca de Giselle.

No tenía ni la más remota idea de dónde podría encontrarla, pero por nada del mundo se daría por vencido tan fácilmente.

Para su buena suerte, la encontró caminando por un pasillo. Iba ella sola y eso animó bastante al castaño.

Se acercó lentamente y se detuvo frente a ella. Giselle notó a Wood y paró su andar. Le sonrió suavemente y lo miró curiosa.

—Hola— dijo un muy nervioso Oliver— eres Giselle, ¿cierto?

La chica notó el nerviosismo del hombre.

—Sí, soy yo— sonrió de lado— ¿te puedo ayudar en algo...?

No sabía el nombre de aquel chico, así que esperó a que lo dijera.

—Oliver— dijo rápidamente— soy Oliver Wood.

—Claro, Oliver.

El chico se sintió encantado y le gustó la manera en que la chica decía su nombre.

—Sí...— de pronto se quedó sin palabras. La chica lo miró expectante.

—¿Estas bien?— preguntó al notar que se había quedado pasmado.

—Lo siento— cerró los ojos con fuerza— es que no soy bueno hablando con las chicas.

—Puedo notarlo— habló riendo— tranquilo, que no muerdo.

Oliver abrió los ojos y respiró profundamente.

—Creo que eres muy bonita y quisiera pedirte una cita.

No sabía de donde había sacado el valor para decir aquello sin tartamudear pero ya lo había hecho y no había marcha atrás.

Giselle sonrió mostrando los dientes.

—Claro, Oliver. Eso me gustaría.

De pronto, Wood se sintió sorprendido por aquella respuesta que en realidad no esperaba y también sonrió mostrando los dientes.

—Genial. El sábado hay salida a Hogsmeade, ¿vamos juntos?

—Por supuesto. Te veo el sábado.

La chica continuó con su camino y Oliver esperó a perderla de vista para celebrar y saltar. Bueno, ahora sólo faltaba pensar en un tema de conversación que no fuera el quidditch. 






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