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Alguien está chillando, y yo estoy chillando, y una alarma está sonando. 

-¿Se puede saber qué pasa? -grita la profesora en francés, mientras yo estoy paralizada, con los ojos cerrados hasta hace medio segundo. 

A mi alrededor el museo cobra vida. Estoy apoyada contra el fuselaje del avión de combate alemán, mi cuerpo reclinado contra el metal, como si me hubiese caído. De hecho, las cuerdas que marcan los límites para los visitantes han caído al suelo, y la alarma se ha activado. 

-¡Que apaguen la alarma! -grita uno de los vigilantes por su walkie-talkie. 

-¿Colette? -pregunto mientras me retiro del avión y asomo la cabeza hacia el interior de la cabina, pero allí dentro no hay nadie. 

¿Se ha ido? ¿Todo ha sido un golpe en la cabeza? Agacho la cabeza y me llevo una mano a la boca mientras aguanto las arcadas. 

Llevo la misma ropa que en lo que sea que fue aquello. Llevo el abrigo, los pantalones de pinza, los zapatos de invierno... Todo. 

-Apártese de ahí, señorita Wolf -me pide la profesora con insistencia mientras hace movimientos con sus manos para que camine hacia el grupo de compañeros que me observan con atención. 

-¿Y Colette? -pregunto mientras camino hacia ellos, pasando por encima de las vallas caídas. 

-¿Estás bien? -pregunta Yvonne mientras se acerca a mí con el ceño fruncido por la preocupación. 

-No se acerque a ella, señorita Dubois -advierte la profesora, que me toma del brazo con suavidad aunque con firmeza después-. Tiene que venir conmigo. Le debe a los de seguridad algunas explicaciones, señorita Wolf -advierte la profesora. 

***

Me siento junto a Yvonne en el autobús después de haberme pasado media hora tratando de explicarle a los de seguridad que solamente quería cotillear un poco el interior del avión, verlo más de cerca. 

A pesar del interrogatorio, han dejado que me vaya impune, eso sí, la profesora elegirá el avión sobre el que haré mi trabajo, en lugar de poderlo elegir yo. Aunque eso ahora da un poco igual porque sigo sin comprender nada de lo que ha pasado.

-Escucha, Yvonne -digo, llamando su atención, porque ella ya estaba preparándose para cerrar los ojos en el camino de vuelta a la capital-. ¿Dónde está Colette? -pregunto mientras me levanto un poco del asiento para ver sobre los reposacabezas a los ocupantes del bus.

-No sé de quién me hablas -admite Yvonne, dedicándome una mirada extraña. 

Hago una mueca. 

-Ya sabes -insisto-. Colette. Nuestra compañera francés. Guapa, inteligente, amable... La chica de oro francesa. 

Ella niega y se encoge de hombros. 

-Tienes que estar bromeando -suelto molesta-. Te deja los apuntes cada vez que faltas a clase -continuo explicando. 

Ella niega con más energía esta vez, su pelo castaño agitándose de un lado a otro. 

-En serio, no hay nadie que se llame Colette en nuestra clase -asegura. 

Tomo una gran bocanada de aire y la suelto con mucha lentitud por la boca. 

-Está bien -digo mientras me levanto de mi asiento y camino por el pasillo hacia la parte trasera del bus, donde se sientan Sebastien y Jean, con quienes se sentó Colette en el camino de ida, con los que entró al museo, con los que suele sentarse en la mayoría de las clases-. Hola, chicos -digo a modo de saludo. 

LA HIJA DEL TIEMPO 2.5 (2º GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora