III

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Sábado, 13 de octubre.

Hoy el sol se encuentra radiante, la temperatura es perfecta para alguien que no ama el frío pero detesta el excesivo calor, como yo. Hay un ligero viento, típico de otoño, que hace caer las hojas al suelo con una bonita danza. El cielo se está tiñendo de un hermoso anaranjado para acompañar al sol que pronto se ocultará. Es el día perfecto para hacer un pícnic, recostarse en el suelo y ver a las aves volando de un lado a otro.

Precisamente hoy he venido con el objetivo de practicar describir un buen atardecer. Creo que todavía necesito trabajar más en eso. Me gustaría lograr que las palabras fluyeran naturalmente con sólo observar una imagen, pero a veces la inspiración no funciona así.

De cualquier modo, de eso ya hace una hora. Mi atención está completamente desviada del foco principal, de la razón por la que vine.

Hace como veinte minutos el chico apuesto llegó con su perro. De su bolsillo sacó una pelota y comenzó a lanzarla para que el animal la buscara. Luego de hacer un excelente trabajo tres veces seguidas le dio una pequeña galleta. La inocente criatura salta alegre por cada premio que recibe.

De verdad me gustaría acercarme a aquel joven para simplemente saludarlo y decirle que su mascota es muy linda. Contrario a mis deseos sé que el nerviosismo me jugará una mala pasada y que sólo quedaré como idiota mientras hablo trabado.

Lo más seguro es que por ahora sólo lo observe cada vez que puedo. No sé si algún día reúna el valor necesario para hablarle pero me gusta describir como este chico serio me parece tan encantador.

Han, 2012.

The observer || HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora