Jo & Laurie [Terminada]

3. Pasado/Presente: Beth quiere a Laurie

Narrado por Jo:

Es muy temprano, he decidido que daré un paseo para despejarme, hoy regresa Laurie y necesito tener mi mente lo más clara posible, el aire fresco me ayudará.

Pienso en el pasado y en el futuro, específicamente recuerdo cuando me di cuenta de los sentimientos de Beth hacia Laurie. Fue un sábado, cuando casi caía la noche, estábamos solas en nuestro cuarto, yo estaba muy ocupada y escribía mis garabatos para una obra, cuando un comentario de Beth llamó mi atención.

-Laurie aparecerá en seguida- dijo

"¿Y eso qué?"-pensé-

-Ha ido a jugar al billar, y a esta hora suele regresar a casa- continuó diciendo mi dulce Beth

-¡Ahí está!- dijo finalmente

-¡Todo sereno! ¡Sin novedad en el frente!- era la voz de Laurie

Beth sonrió y movió afirmativamente la cabeza a la vez que saludaba moviendo la mano, observando a Laurie hasta que se apagó el ruido de los pasos vigorosos. Entonces bajito, como para sí, exclamó:
-¡Qué bien, qué fuerte y qué feliz parece estar ese querido muchacho!

"¡Dios nos ampare, Beth quiere a Laurie!"-pensé- Nunca hubiera soñado algo semenjante, comencé a preguntarme si él lo notaba, ¿Y si él no le correspondiese?, ¡qué espantoso sería!. .. Laurie tiene que querer a Beth, yo lo obligaré.

Fue al día siguiente que mis padres en el desayuno hicieron el comentario de que Laurie tiene sentimientos hacía mí.

-Está claro que el chico quiere algo más que una amistad contigo- dijo mi madre- En realidad, últimamente en la familia todos tenemos la impresión de que Laurie se aficiona más y más a Jo- le comentó a mi padre- Sólo tú no quieres oírlo- dijo, esta vez dirigiéndose a mí.

Comencé sin querer a enrojecer como una amapola y cuanto más me empeñaba en no hacerlo más roja me ponía. Ellos creyeron que yo sentía lo mismo por él y yo no les dije de las sospechas que tenía de Beth, pero me alejé violentamente de la cocina donde estábamos.

¿Cómo pudo haber sugerido eso mi madre?, me sentía mal conmigo misma, tal vez yo le di motivos a Laurie, ese abrazo y beso en las escaleras, pero éramos sólo unos chiquillos y él acababa de hacerme un gran favor, además del vino que habíamos tomado.

Si mis padres lo supieran me dirían "¡Te lo dijimos!"

Recuerdo nuestra conversación...
‐¡Laurie, eres un ángel! ¿Cómo podré agradecértelo?-dije
‐Abrázame otra vez ‐dijo Laurie, con picardía.

Esos pequeños actos, esos comentarios inocentes, fueron los que nos llevaron al lío en que me encuentro ahora.