Jungkook y Lalisa han sostenido una relación de más de año y medio, todo era maravilloso, siempre habían sido la pareja perfecta hasta que repentinamente el carácter de Jungkook cambio, empezaron a tener discusiones muy a menudo y decidieron separar...
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>Care for me by; Lalisa Manoban July 2020
›Mi cuerpo temblaba junto al suyo mientras que sus manos vagaban por mi espalda cubierta nada más que por la delgada tela de mi sostén.
Nuestras bocas estaban sincronizadas por la pasión de nuestros besos que cada vez subían más y más de tono. Sus jadeos hacían que cada vello de mi piel se erizará y me hiciera anhelarlo sobre mi desesperadamente.
Me recostó completamente sobre la cama y termino de deshacerse de sus prendes que en este punto resultaban más que molestas para los dos, volvió a atacar mis labios una vez más, sus gemidos eran como música para mis oídos, lo deseaba más que nunca.
Sabía que jugaba con fuego, pero en realidad quería quemarme.
—Quiero hacerte mía— hablo entre jadeos mientras mordía levemente mi labio inferior.
—Creo que te has estado tardando un poco, ¿no lo crees?.
Sonrió contra mis labios y depósito un beso en ellos. Le había dicho exactamente lo que quería escuchar, y le había dado pie para que ambos cruzáramos las puertas del infierno dentro de aquella habitación entre esas sábanas de color blanco.
Sus besos fueron bajando por mi abdomen hasta llegar a mi zona que solo estaba cubierta por una fina tela de color rojo, mi corazón latía con intensidad al sentir como sus dedos jugaban con el elástico de mis pantaletas. Se deshizo de ellas cuando se canso de jugar colmar mi paciencia y subió hasta mis senos dejando un rastro de besos húmedos.
—Esto también nos esta estorbando, ¿no lo crees?— susurró acariciando por encima de mi sostén —Habrá que deshacernos de él— anuncio y empezó a bajar los tirantes por mis hombros.
—No— ordené —No quiero que me veas así.
—¿Por qué no?— bufó.
—No me gustan mis senos— espete —Son ridículamente pequeños.
—Lalisa, yo nunca pregunte eso— vaciló —No me importa.
—No, no quiero— balbucee y lo aparte de mí.
Me incorpore en la cama y busque desesperadamente mis prendas que habían sido regadas por la habitación, de un momento a otro la necesidad de irme de inmediato me invadió y no podía parar de seguir mis instintos.
Invadida por la vergüenza, cubrí mi cuerpo con una de las sábanas y corrí hacia su puerta con mis prendas en mano, gire el pomo de la misma pero se negaba a ceder.
—Es una maldita broma— bufé —¿Dónde está la llave?— cuestioné sin girar a verlo.
—Justo aquí— respondió —Solo tienes que venir por ella, es muy fácil— rio a mis espaldas.
—Mejor, tu tráelas— ordené.
—¿Por qué no me miras?— cuestionó —Vas a decirme que ahora te avergüenza verme desnudo— alegó y soltó una carcajada.
Escuche sus pies descalzos caminar hasta mí y una vez cerca me giró hacía él con brusquedad. El brillo de sus ojos desapareció por completo siendo cegados por la lujuria que habitaba en su ser, envolvió sus brazos a mi cintura y me acerco a su canto uniendo su cuerpo con en el mío.
Procedió a devorar mis labios una vez más con la intención de no dejarme ir está vez.
—Volvamos a la cama— ordenó con voz ronca —El lugar de donde nuca debiste haber salido.
Envolví mis piernas a su cintura dejándome llevar una vez más por el momento, me cargo hasta la cama y me recostó en la orilla, sentí que mi corazón se detuvo por un minuto cuando sin previo aviso entro en mí dejando escapar un gemido de sus labios. Escondió su cara en mi cuello y fue depositando besos húmedos a la vez que succionaba la zona, sus embestidas eran cada vez más intensas haciéndome sumergir en un placer casi inexplicable, me volvía loca escuchar el dulce sonido de sus gemidos que eran como una dulce canción.
Ambos estábamos cada vez más cercar de alcanzar el clímax, y cuando lo logro ahogo un gemido en un beso que no era necesario que tampoco estaba demás. Aún sin salir de mi, se dejó caer a mi lado en la cama y comenzó dejar un camino de pequeños besos por mi hombro mientras sonreía en cada uno de ellos.
—La visita más interesante que he recibido— susurró con voz suave mientras acariciaba mi cabello.
(🥀)
—Me duele un poco el cuerpo— gimotee acariciando el pecho del pelinegro —¿Debo preocuparme?— cuestioné.
—Para nada— respondió —Era tu primera vez, así que es totalmente normal— sonrió —Una vez que te acostumbres, la sensación será mejor que ahora.
—Si tú lo dices— suspiré y me incorpore en la cama observando los objetos que adornaban las paredes de la habitación —¿Por qué tienes un cenicero en tu buró?— cuestioné.
—¿Para que se utiliza un cenicero?— enarco una ceja.
—Para la ceniza— rodé los ojos —Pero tu no fumas— espete —¿O si?.
—Comencé a hacerlo hace solo una semana, no es tan malo.
—Si lo es, no le beneficiará en nada a tu salud.
—De algo voy a morir, Lalisa— espeto.
—No me gusta que fumes.
—Y a mi no me gustan los gatos, sin embargo tienes cuatro— alegó.
—¿No dijiste que no te gustaban los gatos?— reproché y rio ante mi pregunta.
Negué con mi cabeza y me senté a la orilla de la cama mientras observaba las gotas de lluvia que chocaban contra los cristales de la ventana. Maldije en voz baja al ver dicho espectáculo ya que debido a la lluvia no podría irme muy pronto a casa.
Gire sobre mi lugar y observé una vez más al pelinegro que luchaba por no quedarse dormido, todo un encanto.
Me encogí de hombros y me escabullí debajo de las sábanas para hacerle compañía.
—¿Dormimos juntos?— cuestionó con los ojos cerrados.
—No veo porque no— contesté y me recosté en su pecho, abrazando su cuerpo contra el mío.
Una pequeña risa escapó de sus labios y se giró para abrazarme también.
—No fue tan malo dejarte cuidar de mí— susurré y di un casto beso en sus labios antes de quedarme dormida.
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Quiero aclarar que aún no se escribir +18, pero, se hace lo que se puede.