ᴅᴏɴ'ᴛ ᴋɴᴏᴡ ʏᴏᴜ ¡! ᴡᴏɴʜᴇᴏɴ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ x

ᴇᴘɪʟᴏɢᴜᴇ: ғʀᴜɪᴛ ᴏғ ʟᴏᴠᴇ

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MinJi había huido hace años al lugar más seguro según ella. Recordaba esa noche como si hubiera pasado hacía unas horas pero ya habían pasado cerca de siete años. No iba a negar que fue duro, le costó haber tenido que renunciar a todas las comodidades y vestidos de seda.

Esa noche, huyó al pueblo en busca de ChangKyun. Tocó con desesperación la puerta de su casa tan tarde que él apareció preocupado y en pijama sólo viendo a una MinJi empapada con un pequeño bebé entre sus brazos. La dejó pasar sin dudar y antes de hacer cualquier pregunta ChangKyun le dijo que se cambiara de ropa, dándole por el momento una de sus largas camisas tras haberse dado un baño. Su bebé estaba perfectamente seco y con una sonrisa enorme por ver el fuego de aquella sala en la que ChangKyun estaba mientras esperaba a MinJi.

Ella apareció tomando a su bebé en brazos casi al instante, estaba agitada y cansada pero igual se permitió comenzar a llorar, buscando consuelo de su amigo quien la abrazó sin dudar, suponiendo un poco qué había pasado.

Le dio un par de besos en las mejillas antes de que su padre apareciera, preguntando qué ocurría, él sólo vio a la princesa destrozada con un bebé en brazos entonces comprendió lo serio que era. Fue a preparar té caliente para la pelirroja quien estaba triste y con el corazón roto pero no arrepentida por su decisión, era lo mejor.

Tras dormir a su pequeña hija, comenzó a platicar todo desde el inicio, provocando malos sentimientos en ambos hombres tras saber toda la historia, sintiendo algo de odio hacia la reina sobre todo por haber sido tan malvada. Ellos no dudaron en ayudarla, dándole un hogar por un buen rato y a su bebé también. No sabía si la buscarían, lo dudaba demasiado entonces podía no esconderse.

Desde esa noche, estuvo viviendo con Daniel y su padre hasta que su pequeña princesa cumplió un año, durante ese tiempo, no pudo evitar estar tan agradecida con ambos hombres y sobre todo con Daniel de quien se enamoró en tan poco tiempo por todo lo que estaba haciendo por ella y su pequeña hija.

No fue sorpresa cuando se casaron al MinJi tener dieciocho, fue una boda para nada ostentosa que pasó desapercibida para casi todo el pueblo. Ellos se fueron a vivir al campo, muy lejos de Bath en donde no fueran molestados. Era una pequeña cabaña rodeada de cultivos de trigo, bayas y gallineros por lo que no había nada que les hiciera falta y para la personalidad de MinJi era perfecto.

Ella se hacía cargo de cuidar de todo el huerto que tenían y sus animales, sobre todo consintiendo a su hermoso perro Dean. Pero tuvo que parar por un buen tiempo ya que nuevamente había quedado embarazada, Daniel la cuidó como la joya más preciada del universo hasta el día en que nació su segunda hija, siendo un parto más doloroso que el primero al ser ella tan joven. El doctor la revisó después, dándole la noticia de que era muy riesgoso tener otro embarazo pronto y aún si lo intentaran, MinJi había quedado estéril tras la fuerte carga del primero y que su segunda hija haya nacido era casi un milagro.

Entonces, MinJi a parte de dedicarse a cuidar de su hogar, también debía cuidar a sus dos hijas de lo que no se quejaba, las amaba con todo su corazón, eran preciosas y lo mejor que le habían pasado. ChangKyun estuvo cuidando de ellas con todo el cariño y esmero del mundo, MinJi y él se miraban como si fueran el universo del otro hasta que una extraña enfermedad le pegó, comenzando a desgastarlo hasta ni siquiera poder levantarse de la cama por lo que MinJi a parte de cuidar de él y sus hijas, debía trabajar para poder solventarse, no fue nada fácil, menos al perderlo poco a poco hasta quedarse sola.

Esa noche de su muerte, lloró y gritó de dolor. No podía creer que había perdido al hombre más bello que pudo haber tenido para ella en tan poco tiempo, sólo a tres años de haberse casado, cuando ella tenía veintidós y sus hijas cinco y tres respectivamente. Lloró de frustración al tener que hacerse cargo de todo ella sola, sus hijas eran pequeñas aún y la mayor tenía asma y sus defensas bajas, por lo que era primordial estar al pendiente suyo esperando que no tuviera un ataque o un resfriado terrible que pudiera contagiarlo a la menor.