Todo comenzó hace unos meses atrás cuando me instalé en una casa en Fortín Progreso, junto a mi mujer y mi hija. Era la única casa desocupada del pueblo, por cierto era un pueblo chico con poca población. El comisario del pueblo Antonio Villarreal me había comentado que la casa estaba abandonada hace muchos años y nunca había aparecido el dueño así que nos pudimos instalar tranquilamente.
Recuerdo la primera visita a la comisaría del pueblo, donde Villarreal me estaba esperando. Era un viejo edificio blanco de una planta con frente descascarado. Esa tarde, Villarreal me recibió sonriente:—¡Hola César! Te estaba esperando —exclamó y me invitó a sentarme —. Te vieron trabajar mucho, en la casa que te conseguí…
—Sí —lo interrumpí –. Por suerte no estaba tan deteriorada.
A un costado de la mesa, una cafetera despedía su aroma. No me negué a la invitación. El comisario cambió su semblante sin dejar de ser amable:
—César, se que te resultará extraño y algo te adelanté de las cosas que están pasando aquí, pero no tengo explicación. La familia Vergara, desapareció. Realmente, es como si se la hubiera tragado la tierra. Solo quedó su camioneta a mitad del camino entre la estancia y la ruta.
—Tengo entendido que Peralta está detenido y que lo van a trasladar a un neuropsiquiatrico…
—Ese muchacho —me interrumpió —. El capataz, para mí es inocente. Lo tuve que detener por las denuncias de algunos vecinos bastante chusmas.
—Ud. Me comentó igual que tenía actitudes extrañas. Como que andaba por la calle como perdido, confundía las calles del pueblo y cambiaba anécdotas.
—Sí, es cierto. Varias veces discutía en el bar con los viejos del pueblo pero creo que él estaba equivocado.
—¿Cómo equivocado?...
—Mire César; yo me crié acá y le puedo decir quién fue el primer cura que tuvimos, el juez de paz y hasta todos los agentes que pasaron por acá. Pero Braulio nos porfiaba y ponía sus propios nombres; y hasta las fechas también.
—Sí. Parece que está medio loco. Pero lo más extraño como dice usted era un buen capataz y un tipo inteligente. A lo mejor entró en algún delirio místico y puede ser que haya cometido una locura.
—¡No mi amigo! –Elevó el tono de voz —. El tipo salió de aquí muy cuerdo. Nosé que habrá pasado en Buenos Aires.
—Mire Antonio, no perdamos más tiempo. Si me consiguió la autorización para ir a la estancia de los Vergara en un rato voy para allá.
El Comisario extrajo un papel y me lo entregó.
—Aquí tiene la autorización. Trate por favor de no tocar nada.
Me fastidió un poco lo que dijo y le respondí.
—Ya lo sé. Llevo años en esto. Por eso me llamó.
—¡Eh! No se enoje mi amigo. Tengo más años que usted y se me escapan las recomendaciones.
Me despedí esa tarde sonriente. Había que poner manos a la obra.
Me subí a mi auto, en tanto pensaba qué elementos tenía para deducir qué pasó con esa familia. Por lo pronto ya sabía que no hubo rastros de violencia, tampoco sangre. Además por otras informaciones la familia Vergara nunca dejó el país, ni tampoco se la había visto en ningún otro lugar. Ya estaba llegando a la tranquera de la estancia y sonó mi celular. Era Villareal.—Perdón César. Debí habérselo dicho: no solo desaparecieron los Vergara, sino que también dos días después mi agente Sosa… —Hizo una pausa profunda —También desapareció.
—¿Por qué no me lo dijo antes?
—Bueno, le había dado unos días de franco y no le di importancia. Él siempre pensaba irse del pueblo y creí que había cumplido lo que decía. No se César. Quizás su ausencia tenga algo que ver con todo esto, pero en principio no quiero involucrarlo.
Lo que omitió el comisario me llamó más la atención. Pero bueno ya estaba en el frente del imponente chalet. Pese a la soledad de sus amplios ambientes daba la impresión que allí vivía gente felíz. Las paredes eran de vivos colores, su mobiliario alternaba entre lo antiguo y lo moderno.
Al fondo divisé un pasillo que conducía a otras habitaciones, el aspecto cambió totalmente. Me llamó la atención este sector con paredes sin revocar y por mis cálculos de antigua data. En eso noté una corriente de aire. Me sorprendió que el día no era ventoso.
Traté de ubicar de donde provenía esa corriente de aire, las ventanas estaban cerradas. En eso, me llama la atención el muro que tenía enfrente, lo toqué y estaba frío. No había posibilidad que funcionara algún tipo de artefacto refrigerante, porque la energía estaba cortada. Mayor fue mi sorpresa cuando recorrí con mi mano la pared y al rato algo como una fuerza invisible tiraba de mi mano hacia el interior del muro. Y sí, me sobresalté quité la mano enseguida y pensé salir corriendo. Pero al fin de cuentas yo era investigador y tenía que dominar el pánico.
Pasó por mi cabeza el por qué había traído a mi familia a ese pueblo tan extraño. Me recompuse y salí por una puerta que sería la de servicio. Fui bordeando del lado de afuera hasta el límite de esa pared. Con la seguridad que da el sentir que estaba del lado de afuera, observé algún detalle que me explicara tal fenómeno. Pero no, ni cables, ni un tanque de agua arriba, ni una perforación, nada, la pared estaba en perfecto estado.
Sabía que no podía tocar nada pero sobre el césped encontré unas hojas que serían de algún periódico de la zona, las levanté y las guardé en mi bolsillo. Decidí retirarme. Cuando me iba veía los montículos de tierra que habían dejado las fuerzas policiales, excavando en la búsqueda de cuerpos.
A la noche, iba a tener una sorpresa aún mayor. Extraje el diario. Por su textura sería una edición de hace poco tiempo y sin embargo la fecha era 21 de junio ¡de 1969! ¿Cómo sus hojas pudieron conservarse tan bien? Las sorpresas siguieron. Estaba ojeando algo que sería el suplemento deportivo. Allí se reflejaba los resultados de una fecha del metropolitano de 1969 no podía creer que entre esos equipos de primera figuraba un triunfo de Argentino de Quilmes y un empate de Excursionistas; Argentino de Quilmes estuvo solo una vez en primera en 1939 y Excursionistas nunca estuvo en primera. Ahora, bien ¿Quién se hubiera tomado el trabajo de imprimir una edición de un diario falseando datos insignificantes? Esto podía sólo ser advertido por alguien estudioso de las estadísticas de ese deporte. ¿Y para qué? ¿Con qué fin?
Me faltaba saber quién era el agente Sosa y porqué había dudado el comisario al relacionarlo con esta historia...
Continuará...
Bueno aquí les dejo el primer capítulo, espero lo disfruten. Muchas gracias por la oportunidad y el apoyo. Si les está gustando espero su comentario. Gracias...❤
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Los casos de César Guzmán.
Aktuelle LiteraturUn investigador llega a un pueblo donde intentará resolver casos muy extraños, allí se combinan buenas dosis de terror, suspenso y actividades paranormales. Una historia donde la realidad y la fantasía van de la mano...