Capítulo 12.

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A la mañana, no sabía si para distraerme o para investigar un poco más, retorné a la pulpería:

—¡Estaba perdido mi amigo! —exclamó Rudecindo —Menos mal, que nos iba a tener al tanto, que íbamos a participar más y que bla, bla, bla… 

—Sepan disculparme. No pensé que éste nuevo caso me llevaría tanto tiempo. 

—¿Y qué nos puede decir? —preguntó Sartori. 

—Todavía nada en concreto. Solo, que siguen pasando cosas raras en esa casa. Y que a lo mejor dentro de poco encontraremos las razones de esos fenómenos. 

—¿Usted vió algo? —inquirió Vicente.

—Directamente, no. Pero les puedo adelantar que es algo serio. —Me incorporé y los saludé. 

Más tarde, me dirigí a la comisaría. Antonio, me esperaba con café bien caliente. 

—¿Y cómo le fue César? 

—Antonio, por un lado le agradezco: Pude encontrar a Sofía. Por el otro, no estoy seguro de lo que pasará esta noche. 

—¿Por qué lo dice? 

—Hoy al final de la tarde, llega Sofía. El tema es si esto servirá para resolver lo de esa casa o sólo le devolveremos los recuerdos a esa chica. 

—Bueno, los primeros tiempos fueron felices para ella ¿No? 

—Sí, puede ser. Pero no se olvide que la relación con sus padres no era buena. Y no sé si todo esto es el resultado de un trauma de su infancia. 

—Bueno, esperemos que no. Desde ya les deseo suerte. 

Antes de despedirme, pude narrarle, los sucesos de la noche que pasé en la casa, como los fenómenos que estaban sufriendo los Gramuglia. 

Previamente, les avisé a los Gramuglia que iban a ser visitados por Sofía. Las horas parecían correr demasiado rápido y ya estaba llegando el micro y yo esperándola en mi auto para llevarla a la casa del fondo… 

Traté de ser discreto, pero quise ver su rostro cuando estuvo frente a la casa. Sofía, sonrió y me dijo.

—Es como volver a mi infancia… 

—Quizá dependamos de los momentos de tu infancia para ayudar a ésta gente. 

Hice las presentaciones respectivas. Tomamos algo, también en la parte baja estaban sus hijos, que miraban a la chica con curiosidad. Con disimulo, nos alejamos con Ricardo y Sofía.

—Ricardo, Sofía está al tanto de todo. 

—Si señor —Agregó ella —. Sé que parece un poco loco pero yo jugaba con ése ente que los tiene a mal traer a ustedes. 

—¿Y cómo haremos? —preguntó Ricardo —¿Te reconocerá? 

—Perdón, creo que lo primordial será provocarlo. —Les dije. 

—¿Cómo provocarlo? —Se alarmó el hombre —¡No le hicimos nada y nos vuelve locos! No le entiendo. 

—Debemos charlar entre nosotros como que ustedes se van a mudar —Sugerí —. Y seamos pacientes. Él va a reaccionar. 

Volvimos al comedor donde estaba Sara y sus hijos. Sofía, miraba para todos lados recordando cada rincón donde había sido felíz y triste a la vez. Al rato, Sara nos anunció la cena, eran unos ricos Sorrentinos de pastrón con una salsa 4 quesos. El plato estaba exquisito pero no pude disfrutarlo por la tensión del momento. Se trataba el tema, de la futura mudanza. Los niños se molestaron. Al cabo de unos minutos la tranquilidad se esfumó. La araña, muy luminosa que estaba al costado del living empezó, a parpadear. Los chicos se sobresaltaron. El televisor apagado, se encendió. Penélope, pegó un grito y buscó los brazos de su madre. En eso, Sofía se incorporó como un rayo y exclamó.

Los casos de César Guzmán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora