Capítulo 10.

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Esa mañana me encontraba desayunando con Julieta, Isabella dormitaba en su cuarto todavía. 

—¿Pudiste convencer a Gramuglia? —me preguntó. 

—No. Me parece un tipo algo cerrado. Tiene razón igual no puede ser confianzudo con un extraño. 

—Bueno, ya le encontrarás la vuelta… 

Como si lo llamaran, al rato sonó mi celular.

—Señor César —Era Gramuglia —.  Disculpe que lo haya llamado tan temprano. Y además estuve mal con usted el otro día. 

—No es nada Ricardo, prosiga. 

—Bueno, preciso hablar con usted ¿Cuándo podría pasar por casa? 

—La hora que usted diga. Le respondí.

—¿Las 15? ¿Le parece bien? 

—Sí, muy bien a las 15 nos vemos. —Y corté. La miré con una sonrisa a Julieta. 

—Me has dado suerte. Era Gramuglia. Tengo que verlo hoy a las 15.

—De más está decirte que tengas cuidado. 

—Ya lo sé. Tengo esposa y una hija que ya voy a despertar. Nos salió remolona, pero inteligente.

Si bien, la puntualidad no es una de mis virtudes, ésta vez fui puntual con los Gramuglia. Nos sentamos en el amplio livingcomedor. Sus hijos estaban arriba. Sara, trajo café y los tres comenzamos el diálogo.

—César: ¿Es usted parapsicólogo? ¿Maneja usted alguna ciencia alternativa? —inquirió Ricardo. 

—No Ricardo. Voy recabando información sobre casos extraños. Quédese tranquilo que no soy ningún chanta. 

—¿Por qué está tan seguro de que en ésta casa están sucediendo cosas extrañas? 

—Verá Ricardo si usted me llamó es por algo. Me han contado que gente que ha vivido antes aquí, también sufrió sucesos de extraña naturaleza. 

—Algo sabíamos César —Se sumó Sara —. Pero no le dimos importancia. Ésta casa, es hermosa y no reparamos en esas habladurías ¡Pero sin embargo era cierto! 

—Al principio —Prosiguió Ricardo —, Teníamos problemas con los enchufes y las cañerías. Nada anormal. Pero anoche todo cambió. El televisor, se prende solo, a veces sin estar conectado, las luces se prenden y se apagan, voló un jarrón. Pero ésto es lo que más nos preocupa. Por favor, acompáñeme a la computadora. 

Nos trasladamos a una pequeña habitación que el hombre usaba como escritorio. Encendió la PC y me mostró las imágenes.

—Vea César, éstas imágenes las captó anoche una de las cámaras de Seguridad que tenemos en las habitaciones de nuestros hijos. Fíjese, éste es el cuarto de Penélope, nuestra hija… 

La imágen era inquietante. La niña dormía, y muy cerca una especie de nube luminosa de un tono amarillento rodeaba la cama. 

—¡Qué extraño! Desde ya, esto no es un defecto de la imágen. Seguramente, ustedes habrán subido. ¿Qué pasó después? 

—Nuestra hija dormía tranquila. No encontramos ninguna nube ni nada. Su velador, estaba encendido como lo dejamos siempre. 

—Fuimos al cuarto de nuestro hijo Enrique y también estaba durmiendo tranquilo. —Agregó Sara. 

—¿Notaron anteriormente algo extraño en la habitación de su hija? 

—No —respondió Sara —Salvo, aunque creo que no tiene nada que ver… 

Los casos de César Guzmán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora