Me levanté de la cama y contemplé a Julieta que se había quedado dormida. Me fui a ducharme sin decir nada. Más tarde retiraría a Isabella del colegio y luego me daría una vuelta por la pulpería. Eso hice sin el auto, era una tarde espléndida para caminar. Unas cuadras antes de llegar a la pulpería, me crucé con una anciana de baja estatura y piel cobrisa, surcado su rostro por arrugas, las mismas que dan la experiencia. Tendría cerca de cien años por lo menos, pese a todo caminaba erguida, con un aire saludable. La saludé cortésmente y seguí mi camino.
Al entrar al lugar, mis amigos estaban como siempre en las mismas posiciones.
—¡Hola César! ¿Cómo anda? —exclamó Sartori.
—¿Qué novedades tiene? —preguntó Rudecindo.
—¿Ya lo empezás a interrogar? —Lo recriminó Vicente —Dejalo que se siente.
—¡Que tal mis amigos! —Les respondí —Todavía no tengo nada para contarles… Pero capáz que ustedes a lo mejor tienen algo para mí.
Ellos se miraron entre sí, con gestos de negación y Vicente me respondió.
—No César, no tenemos nada. Salvo que los otros días conocimos a Ernesto Mones García, descendiente de uno de los fundadores de éste pueblo. Él está habitando una casaquinta en las afueras.
—¿Y con éso qué? —Le Pregunté.
—Lo único que sabemos es que esa casa estuvo deshabitada por años. El tipo la refaccionó y ya vive allí con su mujer e hijos.
—¿Y ustedes saben quienes vivían antes ahí? —inquirí.
—Mire, tenemos recuerdos muy vagos —Aclaró Rudecindo —Al menos yo cuando era chico mi madre me contaba que no anduviera por esos lados porque mi abuela decía que había pasado algo muy feo.
—¿Un crímen?... —Volví a preguntar.
—Vea César usted comprenderá que en estas tierras hubo malones y eso se fue transmitiendo de generación en generación. —respondió Rudecindo.
—Lamentablemente —Agregó Vicente —, ya ni debe quedar gente que haya recibido un relato directo de alguien que fue testigo de la guerra al indio y todo eso.
—Y sí —Asentí —. Prácticamente los que empezaron a poblar éste pueblo, llegaron después. Quizá en algún lugar, en algún ranchito haya alguien que sepa algo más. De todas formas solo es un hombre que se hizo cargo de una herencia. No hay nada para investigar.
Luego accedí a la copita de ginebra, hablamos e hicimos chistes y me despedí.
En los días siguientes, me di cuenta que sí, tenía algo para investigar.
… Camila, decidió guardar silencio sobre lo que había visto. Trató de no inquietarse y seguir una vida normal. Pero su curiosidad, la llevó a tratar de dilucidar qué era lo que había observado, si era real o fruto de su imaginación. Una noche, su familia ya se había retirado a descansar, ella en su cuarto se acercó a la ventana y se quedó un rato mirando al jardín y más allá el terreno. En eso, la figura de una mujer venía caminando por el jardín y se detuvo cerca de las hamacas. Camila volvió a sentir un escalofrío, igualmente tomó la decisión de bajar e ir hasta donde estaba esa mujer. La chica se movió sigilosamente y abrió la puerta. Caminó despacio y dobló hacia el jardín. Por un momento, sintió una ráfaga de terror. Esa mujer vestía un vestido largo, antiguo y notó que estaba descalza. Se detuvo unos metros antes y pudo ver su rostro, calculó que no tendría más de veinticinco años, su mirada era serena y de ojos celestes. Camila, disipó su temor y le preguntó.
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Los casos de César Guzmán.
General FictionUn investigador llega a un pueblo donde intentará resolver casos muy extraños, allí se combinan buenas dosis de terror, suspenso y actividades paranormales. Una historia donde la realidad y la fantasía van de la mano...