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¿Prometes que me llamarás todos los días?—preguntó lloriqueando.

— Por supuesto —respondió él, aún  seguían en un último abrazo. Ambos estaban entre lágrimas, pero se alegraba por el menor.

— ¿Prometes que nunca me olvidarás?—volvió a hacer otra pregunta el menor. Esta vez se había separado del abrazo para observar a los ojos a su mejor amigo.

— Claro que no lo haré —respondió y entrelazó ambos meñiques, haciendo una promesa— ¿Y tú, me olvidarás?

— Por supuesto que no hyung— respondió el chico sonriente, se limpió las lágrimas y volvió a sonreír

¿Cómo crees que puedo olvidarte?. A ti, a la persona más importante de mi vida.

Jisung despertó. Lágrimas caían por sus ojos. Las secó con la manga de su pijama. Otra vez ese sueño. Era la tercera vez en la semana.

Su madre, la cariñosa e incomparable, Seungwan, entró en la habitación de su pequeño. Observó que Jisung se secaba las lágrimas y rápidamente entendió la situación.

— Hijo, ¿otra vez tuviste ese sueño?—preguntó la mujer mientras se acercaba a la cama, una vez ahí tomó asiento junto al menor.

— Si mamá, pero no tienes que preocuparte—le sonrió.

Ella no estaba muy convencida pero, qué podía hacer. Suspiró—. Vístete, o sino llegarás tarde— depositó un beso en la frente de su progenitor.

Jisung bajó las escaleras, se dirigió a la cocina-comedor, donde encontró a su padre leyendo el periódico, su desayuno estaba en frente apenas le había prestado atención.

Su madre se encontraba lavando los trastes.

— Buenos días— habló su padre, Chanyeol, al notar la presencia de su hijo en la cocina.

— Buenos días papá.

— ¿Quieres que te lleve a la escuela?—preguntó el mayor de todos.

— No, no tienes de qué preocueparte—respondió con una sonrisa.

— Como quieras, pero espero que no sea porque estas avergonzado de mi— bromeó el Sr. Park.

— ¿Como crees que me puedo avergonzar del mejor padre del mundo?— preguntó con obviedad.

— No sé, yo solo digo. A esa edad los chicos están avergonzados de sus padres— se llevó una mano al pecho. Y lo apretó, en su cara se reflejaba una mueca de dolor, muy fingida, que hasta llegaba a dar gracia.

Pero así era la familia Park. Siempre bromeando y feliz. Se preocupan de cada miembro de su pequeña familia.

Jisung no podía estar más feliz de haberlos encontrado, o más bien, que ellos lo encontraran a él.

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El menor de la familia Park ya se encontraba en la escuela, en su salón de clases para ser más precisos.

Ocupó su lugar, era temprano, el profesor aun no había llegado y no tenía nada que hacer, así que sacó su libro de Matemáticas—clase que tendría a primera hora—y se puso a estudiar el contenido del curso por adelantado. Porque sí, a Jisung le gustaba saber más que los demás. Le gustaba como lo felicitaban cuando nadie más en el salon sabía la respuesta.

I Hate you! I Love You!|JaeSung|¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora