Capitulo 4: Home sweet home.

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-hogar dulce hogar- dijo Minato al abrir la puerta, dejando ver el interior de la casa.

Al ingresar se podía ver un gran pasillo con varias puertas que daban en diferentes habitaciones. Apenas entraron, Minato dejó las llaves en una pequeña mesa que había junto a la puerta principal. Se sacaron las sandalias, y Naruto dejó las bolsas con la ropa a un lado.

Luego se dirigieron por el pasillo hasta el fondo de éste, en dónde se podía ver una puerta cerrada.. El pequeño rubio se detuvo unos segundos, tenía una sensación de nervios mezclada miedo de ver a su madre de nuevo. Minato se percató de esto, viendo el rostro de su hijo, con la mirada perdida.

-Oye, no te preocupes. Verás como te tomará cariño muy rápido.- dijo el rubio mayor al menor, sacándolo de sus pensamiento mientras apoyaba una mano en su hombro. Naruto simplemente sonrió y asintió con la cabeza.

Minato abrió dejando ver gran sala, en dónde se podía ver un sofá con pequeñas mesas junto a éste, a la izquierda al momento de pasar la puerta. A la derecha había un mueble en donde habían varios adornos y libros, y al fondo se podía visualizar una gran mesa con cuatro sillas, y las cosas preparadas para comer para tres personas. Esto dejó extrañado a los dos rubios que entraron a la sala ¿acaso estaba era para Naruto el tercer plato?. Pero fueron sacados de sus pensamientos por una voz en la sala.

-Minato volviste y... !Hola!.- Dijo una mujer de cabello largo de color rojo y unos ojos azules oscuros. Se encontraba poniendo la cena sobre la mesa mientras sonreía a los los rubios, sorprendiéndose al ver al pequeño rubio, notando un gran parecido entre él y su esposo.

Ambos Namikazes iban a hablar pero se vieron interrumpidos por una cuarta persona que salía de la cocina. Ésta se encontraba junto a la mesa, en una habitación más pequeña que la sala.

-señora Kushina aquí tengo los... ¡Minato sensei! y... - Dijo la cuarta persona, que no era nada más ni menos que la joven peli marrón, Rin Nohara. Eso explicaba el tercer plato. Ella cada tanto era invitada a comer por Kushina a la casa, quien le tenía un gran cariño a la pequeña niña. Se encontraba ayudando a la pelirroja a terminar de poner la mesa, cuando vio que había llegado su maestro con el chico rubio que vio esta mañana en la oficina del Hokage. Le dio curiosidad de saber quien era, ya que también había notado el parecido de los dos rubios, y al verlo con su sensei llegar a la casa, ahora tendría la oportunidad de saber más.

-Oh Rin, te dije que no te molestaras.- le dijo la pelirroja, tratando de quitarle lo que traía, luego de dejar la comida sobre la mesa.

-Ya le dije que no es molestia señora Kushina.- le contestó la peli marrón, evitando que le arrebatara lo que traía, para después colocarlo en la mesa.

-Rin, vaya sorpresa- dijo su sensei caminando por la sala de manera tranquila.

-Vaya sorpresa me trajiste tú. Me hubieras dicho que tendríamos visitas- Regaño Kushina a su esposo mientras se acercaba al pequeño rubio. Minato se detuvo en seco ante lo que le dijo su mujer, avergonzaba por dentro mientras se le erizaba la piel de a poco.

-jeje lo siento- dijo el rubio mayor nervioso rascándose la nuca, mientras invitaba a Naruto a acercarse con la otra mano. Éste se acercó lentamente, tenía miedo de cómo tendría que actuar. Era su madre, pero no podría decir nada de eso, no por ahora. Así que ¿Cómo debería actuar?

-¿y cómo es tu nombre?- preguntó la pelirroja mientras se inclinaba a la altura del pequeño rubio. Al tener a su madre tan cerca se congeló, solo pensaba en lo hermosa que se veía. Era tal cual la recordaba, y sólo deseaba poder abrazarla. No fue hasta que Minato se puso junto a él y lo tocó con la pierna para que reaccionara.

Cambios necesariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora