dix-neuf

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La nieve no se detiene, el tiempo tampoco, por nada ni por nadie, Harry lo sabe al momento en que sale del asilo, aún lloroso. Se le escapan varios sollozos silenciosos y de vez en cuando hipa mientras intenta con todas sus fuerzas tragar con la esperanza de que el nudo en su garganta desaparezca, deje de ahogarlo, pero es casi imposible y no sabe si debe resignarse a vivir con ello.

Harry siempre ha sido tan sensible, aun cuando es demasiado cerrado y a veces poco expresivo, sin embargo, no desea ser diferente, porque eso implicaba ser igual a los demás y honestamente, Harry prefería morir antes de eso.

Camina por la acera teniendo cuidado extra de no chocar con nadie. En esos momentos no quiere ser tocado, porque está vulnerable, transparente, y tiene la certeza de que si alguien lo toca se va a romper. Espera que no, y hace lo que puede.

Se limpia las mejillas, siente la piel helada y la nieve aún cae como si nada, algunos llevan paraguas y otros gorros, Harry se está muriendo del frío, pero aún así no le importa, porque su padre está en el mismo estado, y a diferencia de él, no hay nada que hacer al respecto.

Respira hondo, demasiado, dobla la esquina y su teléfono empieza a sonar. Frunce ligeramente las cejas, sorbe la nariz y exhala por la boca, saca el móvil y ve que es Miles. Arruga un poco más el ceño y desliza el dedo por la pantalla.

—¿Hola?— Contesta.

Su voz es ahogada, ni siquiera se reconoce, tiene que cerrar los ojos un segundo y decirse a sí mismo que debe calmarse.

—Harry, sé que te dije que iba a cubrirte sí se te pasaba la hora, pero es que el jefe ha llegado y está preguntando por ti— Le informa el muchacho, la consternación es notable en su tono. —Le dije que tuviste una emergencia, pero... No luce nada feliz con tu ausencia.

Se detiene en medio de la acera, no mira a nadie en concreto, ni siquiera piensa, es como si la mente se le hubiera quedado en blanco y solo respirara, pero ni eso, porque Harry aguanta la respiración. De pronto siente un golpe, se tambalea perdiendo un poco el equilibrio y cae en cuenta de que alguien le ha golpeado el hombro.

Ni siquiera se ha disculpado.

Harry quiere llorar.

Se coloca en una esquina de la acera, en donde cree que la gente no va a tocarlo, y apoya la espalda del cristal de alguna tienda que no conoce.

—¿Él está ahí, Miles?

—Eh, sí. Fue él quien me dijo que te llamara.

Asiente.

—¿Podrías ponerlo en la línea, por favor?

—Uh, claro. Dame un segundo.

Harry cuenta, escucha un murmullo y respira, mira hacia arriba, los copos de nieve le tocan el rostro. Lo enfrían, le causan un escalofrío y las orillas de la boca se le curvan hacia abajo, un par de lágrimas le corren por los pómulos y Harry no se siente.

—¿Harry? Soy yo, Milton— Dice a través de la línea. —Miles me ha contado que has usado tu hora de almuerzo para resolver una diligencia y, han pasado ya dos horas. ¿De qué vas, muchacho?

Frunce los labios, decide retomar su camino.

—Renuncio— Dice.

La palabra resuena en sus oídos.

—¿Qué?

—Renuncio, señor. Le estaré mandando mi carta a más tardar mañana. Que tenga un buen día.

—Har...

Y cuelga.

Se guarda el móvil en el bolsillo y no planea sacarlo de allí hasta que esté en casa, en donde nada puede hacerle daño y tiene la libertad de llorar todo lo que necesita, porque tiene aquel nudo estancado en la punta de la garganta y siente la bilis.

Cruel World ✦ omegaverse [ls] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora