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epilogue

Louis está sentado encima de la maleta intentando aplastar lo que hay dentro lo suficiente como para que pueda cerrar. Va empujando la cremallera con una mueca de esfuerzo en el rostro y lo está logrando, o eso hasta que Harry aparece con una bolsa de plástico en donde está la ropa interior.

—Casi olvidamos esto— Le dice.

Louis suspira.

—Pensé que ya los habíamos metido, mi amor.

—Lo hicimos, estos son de repuesto, por si algo sucede.

Al omega se le cuela una sonrisa en los labios mientras Harry baja la mirada hacia la ropa interior, contándola en su mente.

—¿Qué puede suceder con nuestra ropa interior, bebé?

Se encoge de hombros.

—Cualquier cosa, nunca está de más prevenir.

—Bueno, me temo que nos tocará irnos de manera improvisada porque a esta maleta no le cabe una cosa más. Además, mira, ya la cerré, estamos listos para irnos.

Harry lo mira sonreír y balancear las piernas porque estar encima de aquella montaña de cosas no le permite tocar el suelo con los pies. Lo encuentra tan bonito así, sobre todo porque ya tiene la cara más limpia de los golpes pasados.

El alfa se ha encargado verdaderamente de cuidarle y ahora ya ni se notan, solo si se fija realmente puede verle la sombra de lo que sucedió pero no es como que quiera recordar eso.

Es 31 de diciembre, la temperatura en Londres ha bajado tanto que ninguno de los dos sabe cómo es que siguen vivos en el departamento de Harry, que ahora es el de ambos porque Louis ha puesto ese letrero de alquiler para poder mudarse y dejar esas molestias de tener que regresar allá para buscar más ropa y estar con Harry.

La razón por la que están empacando es que van a visitar a los padres de Louis para pasar el fin de semana del año nuevo allá. Están muy emocionados, más nerviosos que otra cosa porque será la primera vez que Harry conozca a los familiares de su pareja, y que Louis lleve una marca en el cuello.

Harry espera causar una buena impresión aún cuando Louis está cansado de decirle que van a adorarlo, y de prometer que nadie será lo suficientemente rudo como para arruinar la velada.

—Deja eso por ahí y ven acá— Le llama de repente.

Harry se muerde un poco la boca y se acerca a él con los pies descalzos, sabe que los tiene muy fríos, casi tanto como el piso, pero no le importa en lo más mínimo cuando se cuela entre las piernas de su omega y le hunde los dedos en el cabello. Lo siente sedoso en su piel y ambos jadean cuando sus narices se rozan y están muy cerca, se huelen entre sí, porque se les dispara el aroma cada vez que están en esas y se mezclan, y casi sofocan, pero es lo suficiente como para quedar encantados con el olor del otro.

—¿Crees que a mis padres les moleste que lleguemos un poco tarde?— Ronronea Louis.

Le tira de la tela del suéter, Harry le baja una mano a la cintura.

—Debemos salir a las tres, si no nos cogerá el tráfico y no lo lograremos.

—Ya, pero, que me toques un poco por un rato no nos hará daño.

A esas alturas susurra, o al menos eso intenta. Harry cierra los ojos respirando profundamente y con un tanto de ligereza le aprieta la esquina de la cadera.

Louis suelta un pequeño gemido, a él le gusta escucharlo, y sabe que debe de atender su petición, pero de verdad no quiere causar una mala impresión con sus padres llegando tarde, de hecho es justo lo que le dice.