vingt-quatre

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Es navidad y Harry es el primero en despertar aquella mañana, le hubiese gustado un par de horas más de sueño, pero es que tiene este olor pegado en la nariz que simplemente no entiende. Se remueve un poco, sin hacerle daño al omega desnudo que reposa a su lado con una brillante y una mordida todavía reciente, le echa un vistazo y está por contemplar ligeramente lo que los une cuando una pequeña oleada de aquel mismo aroma le abofetea la nariz.

Y lo siente claro, vivo, sabe lo que es, lo tiene en la punta de la lengua y se da cuenta de que es como vainilla mezclado con café, que es parecido al olor de la tierra cuando ha llovido y el sol está saliendo, que huele a caramelo dulce y un poquito, tan solo un poco a chocolate caliente.

Respira, profundo, inundándose a sí mismo en aquel dulzor y entonces cae en cuenta de que viene de Louis.

Parpadea, se restriega el puño en los ojos somnolientos y se acerca a él para olfatearlo, y sí, lo confirma, se da cuenta de que por fin sabe a qué huele el omega. Y no se lo explica, tanto tiempo queriendo conocer aquel aroma que lo hace sentir tan ebrio de amor y ahora es plenamente consciente.

Le echa la culpa al nuevo lazo que mantiene y se siente contento, la felicidad burbujea desde lo más arriba del pecho y va a despertar a Louis para contarle que ahora que es su alfa puede olerlo realmente, que puede sentirlo de verdad, que incluso lo siente respirar.

Pero es tan pequeño entre esas sábanas y luce tan calmado y hasta un poco friolento que Harry simplemente ya no tiene corazón para levantarlo. Lo deja dormir, pacífico, tranquilo, le sube la colcha hasta los hombros y le besa la frente.

Respira, inhala una vez más antes de ponerse de pie y sonríe mientras arrastra los pies a la cocina. Allí en el pequeño espacio ve alguno que otro traste sucio y antes de ponerse a ello decide preparar un chocolate caliente para él y para Louis. Lo enciende y se pone a lavar y ordenar la cocina, como lo ha hecho todas las navidades a excepción de que ahora tiene a alguien con quien compartir su espacio, sus cosas.

Se muerde los labios cuando se pregunta cómo van a vivir ahora, sí Louis irá con él a su estrecho departamento o sí se irán al de él que es más espacioso y tiene pinta de que caben los dos sin problema.

Es algo que no sabe, pero definitivamente no es algo que debe decidir sólo. Ahora tiene un omega y sabe, siente la necesidad de ponerlo a él como prioridad.

Suspira, se siente bien decirlo así.

"Tengo un omega", se dice mentalmente.

—Tengo un omega— Termina susurrando, y sonríe. Empieza a canturrear. —Tengo un omega, tengo un omega, tengo un omega.

Inhala, profundo, apaga la llama de la estufa que atiende el chocolate.

—Por fin tengo a mi omega.

Lo está disfrutando, pero su pequeño festejo se ve interrumpido cuando alguien toca el timbre de la casa. Frunce un poco las cejas porque es festividad y es muy temprano como para que alguien vaya a visitar, además de que no hay quién le visite.

Se dirige hacia la entrada en donde se le ocurre que quizás sea Ed para desearle una feliz Navidad y saber qué tal ha pasado la noche buena.

Pero cuando abre, no es aquel vecino de cabello anaranjado brillante, sino dos oficiales que tienen un entrecejo fruncido y no parecen conocer el significado de las festividades.

Harry los mira, sin expresión alguna.

—¿Puedo ayudarles en algo, señores?— Inquiere.

No hay desprecio ni nervios en su voz, mucho menos. Está sereno, a conciencia limpia porque no ha hecho nada malo, así que guarda la calma.

Cruel World ✦ omegaverse [ls] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora