cinq

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Harry todavía piensa en la expresión que tuvo Louis cuando alzó la mano. Ha sido extraño, porque está seguro de que el omega creyó que le pegaría, que utilizaría con él la tradicional muestra de agradecimiento; un golpe en el hombro o en la cabeza, justo en la sección de la sien.

Y no consigue sacarlo de su cabeza. De hecho, durante todo su turno se la pasa pensando en eso y es que le perturba, porque no sería capaz de pegarle a nadie, menos a un chico que apenas conoce del día anterior y que, básicamente no se considera como tal una especie de conocimiento porque solo sabe su nombre y que trabaja en una casa muy bonita como una especie de ama de llaves, y también que tiene un sentido del humor pesado e incómodo.

Y ya, Harry no sabe más nada y así está bien.

Lo que no considera que lo está es la sensación que tiene al cerrar la mano con la que ha tocado al omega. Aún siente la suavidad de su pelo, sedoso y tierno en su piel, se dedica a pensar en ello, aunque sea dos segundos, en los cuales compara la suavidad de su cabello con la posibilidad de que sea la misma en su piel.

A simple vista Harry la ha notado tersa y dulce y eso lo carcome, no debe tener esa clase de ideas, y menos con la cabeza tan ocupada como la tiene.

La próxima semana le toca hacer el inventario del almacén, así como también debe hacer turnos dobles porque se avecina la navidad y no recibe días libres, y no sabe si tiene ganas de pasarla con su padre o solo en su departamento con una moderada y para nada considerable cena de noche buena.

Todo es muy complicado, por lo que no le da mente a eso. Su turno ya está por terminar, así que se enfoca en atender a los pocos clientes que llegan y se van casi de inmediato.

Le gustan las tardes porque no es tan cargado como las mañanas y las noches, la gente siempre tiene algo que hacer más que ir a la cafetería a tomar algo antes de cenar, y eso resulta un alivio para su tipo de ansiedad social en donde no soporta cuando el local está muy lleno y la gente habla demasiado.

Apoya la barbilla de su mano y observa un poco a su alrededor. Su compañera, Maddy, una beta de ojos grandes y oscuros, está en su receso, Harry lo ha tomado hace unas dos horas, así que no se siente tan agotado como lo está ella. Le echa un vistazo al reloj, ya le quedan solo dos minutos para acabar, y se imagina que no le hará ningún daño el ponerse a recoger sus pertenencias, listo para salir de allí en cuanto se hagan las cuatro.

Para su suerte Louis no se ha aparecido por allí como ha creído que lo haría por haberle pedido la dirección, así que está muy aliviado de no tener que lidiar con esos ojos azules dos veces en un solo día.

En un momento desea no encontrárselo al día siguiente, porque no soportaría otro atropellamiento en su pecho o costado como ha estado haciendo. Sigue resfriado y de alguna manera el cuerpo le duele un poco más que de costumbre y Louis no ayuda en nada.

Le falta un minuto, Harry va cantando gloria, se mete a la habitación para empleados y busca su suéter. Se envuelve en su bufanda y se arregla un poco el cabello que ya le está creciendo más de lo que debería y piensa por un segundo que debería dejárselo así para Navidad, o incluso Año Nuevo para variar.

Una vez que tiene sus cosas y está listo ya son las cuatro, sale del cuarto y se detiene en seco cuando ve a Louis parado en la puerta. Va solo y se muerde los labios, tiene las manos escondidas en el suéter que solía pertenecerle y las mejillas tan enrojecidas que a Harry le parece... adorable.

Suspira, no tiene de otra.

Camina hacia el omega, quien sonríe en cuanto lo localiza y avanza uno o dos pasos para aproximarse a Harry lo antes posible. El alfa piensa que el chico es extremadamente raro, y le causa una risa interna que intenta tirar de las comisuras de sus labios, pero no lo logra lo suficiente.

—Hola, Harold— Lo saluda, Harry frunce el ceño al escucharlo llamarle de esa forma.

—Soy Harry, no Harold.

—Oh... Lo siento, pensé que Harry era diminutivo de Harold. Creí que eras Harold Styles... No lo sé, lo siento.

Qué tonto; piensa Harry y niega restándole importancia. No es la primera vez que sucede eso, pero sigue siendo un poco molesto.

—Así que— Louis interrumpe el silencio y se balancea en sus piernas. Siguen de pie en la entrada y están benditamente cerca el uno al otro, tanto que Harry puede sentir el olor que desprende el chico y que aún no sabe qué es. —¿Aquí es donde trabajas?

—Si.

—Es lindo— Louis asiente, le echa una mirada. —¿Ya te ibas?

—Si.

—Llegué en mal momento entonces.

Harry ladea la cabeza, qué conversación tan rara están teniendo.

—¿Por qué dices eso?

—Es que de seguro tienes algo que hacer ahora así que no podremos almorzar o lo que sea para yo devolverte el favor de haberme ayudado— Aprieta los labios con suavidad. —No lo sé, mi jefe llegó temprano y dijo que podía irme, así que aproveché, pero no recordaba que me hubieras dicho cuándo termina tu turno.

Demasiadas explicaciones y aquel santísimo rubor en las mejillas.

Harry se siente débil de pronto y estornuda, y tose justo después y vuelve a estornudar. Se excusa, Louis parece sorprendido por la manera en que la gripe lo tiene y Harry mira como sus ojos brillan.

Aparentemente se le ha ocurrido algo y el alfa lo confirma en cuanto habla.

—Déjame cuidarte.

—¿Qué?— Inquiere Harry en un tono fañoso, se le ha tapado la nariz por completo y necesita algo caliente, como té o una sopa, o lo que sea.

Louis asiente efusivo, casi emocionado por su idea.

—Si, cuidarte. Sé hacerlo, es más bien mi trabajo, cuido a los demás. Déjame hacerlo por ti, por favor. Puedes venir a mi casa, te puedo hacer sopa y— Se interrumpe a sí mismo para extender la mano y colocarla en la frente del alfa, Harry se estremece porque tiene la piel congelada. Louis retoma la oración. —Tienes fiebre, puedo ayudar a bajarla. Te sentirás muchísimo mejor, de verdad.

Sigue con la mano en su frente y es gracioso porque se ha tenido que alzar un poco en las puntas de sus pies para alcanzarlo. Es diminuto, a Harry le agrada esa estatura, pero no tanto la propuesta que le hace.

No necesita que un omega lo cuide, ha aprendido a valer por sí mismo porque no sabe qué cosas pueden hacerle los demás con sus extraños pensamientos de cariño y buen trato, o tal vez es Harry el de los locos pensamientos.

De todas formas, no le agrada y listo, así que se niega.

—No hace falta, gracias.

—Oh, vamos, Harry. Déjame hacerlo, tienes los ojos para atrás de lo enfermo que estás—Chasquea la lengua. —Soy enfermero certificado, sé hacer estas cosas, déjame hacerlo por ti.

A Harry no le gusta su insistencia.

—No— Repite, con eso debe ser suficiente.

Y aparentemente lo es porque Louis baja la cabeza y da un paso hacia atrás. Ahora parece un cachorro herido de repente y Harry se encuentra fastidiado porque lo hace cambiar de opinión.

Tal vez no es tan mala idea que lo cuide, puede que haga un buen trabajo y por fin lo deje en paz. Santo cielo, Harry solo quiere regresar a casa a recostarse y ya.

—De acuerdo. Bien. Puedes cuidarme.

Y Harry nunca había visto la alegría viviente en un par de ojos azules.

Qué omega tan extraño.

Cruel World ✦ omegaverse [ls] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora