CAPÍTULO I

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El día trascurría con normalidad por la oficina, como era de costumbre las prisas y los gritos por parte de los policías inundaban el lugar, además del terrible olor a comida que se generaba desde el pequeño horno de microondas del comedor. En el ambiente siempre reinaba el color café y gris, seguramente por la poca luz natural que recibía el lugar y la presencia de la madera vieja de los escritorio y estantes. 
A pesar de mis quejas constantes sobre este lugar, no me imaginaria en otro espacio, en otro trabajo más que en esta deprimente lugar.

Solo era un día normal en la estación especial de policía de Seúl.

-Trato de ser paciente contigo, pero definitivamente no pasará de nuevo – replicaba enfurecida – ¡Habla!

-Ya te dije que no lo haré – con un bufido responde descaradamente- no hay pruebas, además, no veo un abogado por aquí

- Tengo las pruebas suficientes aquí – con un movimiento veloz de un golpe azota la carpeta

- No soy yo, ese hombre es demasiado guapo, además, nunca estoy en la ciudad, siempre estoy con mi madre en Busan – Con voz irónica hablaba – Soy inocente

-Bien... tú lo pediste - Con un suspiro cruza ambos brazos y me mira desde la mesa dándome la señal para intervenir. Siempre era lo mismo, ella era la policia buena y yo, la policía maldita del infierno – Inténtalo Moon – Con paso firme dispongo para recorrer  la sala oscura y abro paso por la puerta de seguridad la cual me daba acceso al interior a la sala de interrogatorio.

- ¡Vaya! Otra linda princesa me va a hacer compañía – Acomodando el poco cabello sobre su cabeza me miraba y analizaba a cada centímetro mi llegada

-Moon, no le hagas daño – Wheein con voz cansada acomodaba las solapas de su saco negro y  como era costumbre  se sentaba sobre la silla acolchonada al lado opuesto de la sala.

-Tienes dos opciones – una voz sobria salen de mis labios, me gustaba estar al frente y hoy no era la excepción.  Mis manos tocan la superficie de la mesa, algo sigiloso pero conveniente por si las cosas no salen como esperaba  – decirme como tienes acceso a  estas drogas o...

-¿o? ¿Qué me puedes hacer tu primor? – Intentando levantarse de su asiento me regalaba una sonrisa asquerosa acompañada un guiño. Un gesto repugnante debido a su descuidado rostro lleno de marcas y una mala vida.

-Ja ja Ja – Pose mi mano sobre su sucia camisa – Me dirás y suplicando por  piedad – Con bastante fuerza de un movimiento logre jalar su torso y con un estruendo había golpeado  su cabeza sobre el  frío  metal, el golpe ha sido tal que lo hago gruñir de dolor –Necesito que me digas por favor, quien te manda a vender esas porquerías – Ahora tenia un tono relajado. Me gustaba siempre preguntar tranquilamente mientras los mantenía contenidos bajo mis palmas.

-ma... maldita ¿Qué te crees? ¡Esto no es legal! – Gritaba mientras  intentaba deshacerse de mi agarre - ¡¿está viendo esto policía buena?! – con sudor y dolor miraba a mi compañera de interrogatorio, sin embargo, ella mantenía su mirada fija sobre sus uñas, ahora ella ignoraba a su víctima.

-Lo siento, no logro escuchar lo que parloteas – Con mirada divertida observaba su rostro - te lo advertí ¿no? 

-Me estoy cansando- Con fuerza aprieto su rostro sobre la superficie – por favor, dime quien te manda esas porquerías

-¡ah! Jamás - con pequeños golpes sobre la mesa intenta apaciguar su dolor – ¡esto no es legal!

-Lo que tú haces no es legal – Siempre era lo mismo con estas escorias y siempre tenía que usar la misma técnica;  implicaba más dolor físico con  ellos y más dolor de cabeza en mis adentros. Este siempre era mi día en la estación de policía especial. – Me estoy cansado - con algunos forcejeos logro tomar su mano y con varios intentos coloco su brazo sobre su cabeza – SI logro jalar más, lo romperé y me encargare de que sufras el doble  allá dentro. No tienes escapatoria en mi infierno.

LuciernagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora