Capítulo duodécimo

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Fénix

No había resultado fácil para Yelena entrar en el circulo de Zeke. Tras pasar desapercibida en los entrenamientos y los exámenes malgastando la ultima gota de esfuerzo para quedar relegada a un aburrido puesto designado para mujeres, decidió inclinarse por la conspiración.

Habiendo crecido con un estricto abogado de clase alta como padre, desde que era una niña le enseñaron como debía comportarse una señorita de su posición: envuelta en floreados y pomposos vestidos llenos de volados innecesarios y demasiado pesados como para moverse con libertad. Odiaba su vida, hasta el ultimo detalle. Estaba destinada a ser como su madre, un elemento meramente decorativo para que su futuro marido, escogido por su padre, pudiera lucir ante sus socios y clientes. Estaba decidida a huir para impedirlo, aunque como consecuencia la vergüenza condene a su familia.

Entonces llegó la noticia de una inminente guerra, y ella no pudo estar más feliz. Le comunicó a su padre que se enlistaría en el ejército marleyano, ostentando su apellido con orgullo para servir a la patria, pero solo encontró decepción cuando el hombre puso cara de horror y se negó rotundamente.

- La única forma en la que tendrás contacto con la milicia será si te casas con un oficial que ocupe un cargo político, más de eso no ¿Acaso quieres que tu madre muera de vergüenza?

- Me importa un bledo lo que ustedes hayan planeado para mi - repuso decidida -  El mundo está cambiando, padre. Y si no cambia al ritmo que yo quiero, entonces lo cambiaré con mis propias manos.

Esa misma tarde, la única hija de la familia Magath abandonaba su ilustre nombre y renacía como Yelena Kruger en la lista de reclutas.

Sin embargo su desilusión fue enorme cuando se dio cuenta del destino que tenían las mujeres en el ejército: servicio, enfermeras u oficinistas. Ella no quería hacer sopas, mandar cartas ni curar enfermos, debía estar usando su cerebro para darle una dirección digna a esa guerra. Pero decidió tener paciencia y ofrecerse como oficinista, aunque eso implicase tener que soportar las miradas y los comentarios sobre su impresionante figura de cada hombre que se cruzaba. Esperaba que eventualmente llegaría a la capital alguna persona influyente a la que pudiera convencer de cambiar las reglas del juego. Y así sucedió, aunque tuvo que esperar dos años hasta que el recién estrenado Jefe de Guerra, el más joven de la historia, hiciera su flamante aparición y se instalara en Trost. Esperó ver a un mocoso acomodado, incapaz de dirigir y tomar decisiones; pero ante ella estaba un fornido hombre, de rostro taciturno, pero "¡sus ojos!" pensó, tenia en ellos una cruel oscuridad que reconoció al instante, pues ella también la padecía, y era consecuencia de la frustración y el rencor. 

El hombre no se fijó en su cuerpo como el cien por ciento de los soldados con los que debía convivir. Más bien la ignoraba, y , muy a su pesar, eso la preocupó. No iba a ser sencillo enredarlo para conseguir influencia; debía preparar con cuidado el terreno para convencerlo de formar un equipo y así ella podría cumplir su sueño de participar directamente en la guerra. En esos dos años trabajando entre papeles, aprendió que la información tenia mucho más valor que la fuerza bruta, y pensó que el primer paso para llegar a Zeke Jaeger era espiarlo y encontrar su punto débil. Y así pasó semanas y semanas rondando sin éxito la fortaleza que rodeaba el pasado y presente del famoso chico maravilla. Hasta que un día se percató que llegaba correspondencia nueva y de carácter privado para Jaeger, que aún no tenía residencia fija en la ciudad y recibía su correo en el cuartel. Las cartas tenían como remitente a un tal Julius Jaeger, desde Viena. Entonces Yelena decidió que en el momento oportuno se robaría algunas para ver si podía encontrar algo que le sirviera. Y ese día llegó: los viernes cada quince días, el personal masculino se retiraba más temprano para que las mujeres se dedicaran a limpiar el cuartel. Desde que entró, odiaba con cada célula que sólo las considerasen simples sirvientes, pero ese día bendijo ese desprecio.

Tirano del Tiempo (ZekexPieck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora