Capítulo Octavo

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Hermano menor

El SS Sina llamó por ultima vez a los pasajeros rezagados. El barco salía del puerto de Nueva York hacia Paradis. Debido al beligerante presente, el joven Eren Jaeger había pagado un pasaje ida y vuelta en segunda clase a un precio de lo más razonable. Y ahí estaba, ansioso por lo que le esperaba en el camino y en su destino. Temblaba imaginando cómo se veía en la actualidad aquel hermano mayor al que solo había visto de niño en una desgastada fotografía.

- ¿Estás seguro, Eren? - Grisha no estaba del todo convencido de la empresa de su hijo, que se las arreglaba para salirse con la suya. Pensó que tal vez lo había malcriado demasiado.

- Estará bien, sabe cuidarse - Carla, su bella esposa, le puso una mano en el hombro, interrumpiendo la andanada de advertencias que su marido estaba dispuesto a disparar - Sólo fíjate bien en las personas con las que hablas.

- Si, mamá. Papá, estaré bien, les escribiré al llegar - corrió hacia la rampa que conectaba al barco con el puerto, un malhumorado oficial recibió su pasaje y sus documentos.

- Jaeger. Con ese apellido no irás a cooperar con esos asesinos salvajes ¿no?

- Eh, no. Soy un ciudadano americano, señor - respondió el muchacho, lleno de confianza.

Grisha había escuchado muy bien ese comentario. Se preguntaba qué había sido de Zeke. Lo había dejado bajo el ala de Xaver, suponía que estaba bien cuidado y con excelentes conexiones en ese ambiente hostil que era ahora su país natal. Pero los nazis eran capaces de rastrear hasta la última piedra, y temía que Zeke estuviera en grave peligro. Pero ¿Y si no?¿Y si Xaver usó sus conexiones para protegerlo? Los médicos tenían buena relación con el ejército ¿Zeke se habría enlistado en las filas nazis?

¿Estaría matando compatriotas?

Sacudió su cabeza para espantar a los demonios y miró a su hijo menor, tan distinto de aquel otro pequeño y dulce niño rubio, él en cambio tenía la piel dorada y el pelo oscuro de su madre. Eren siempre manifestó curiosidad por Zeke, le pedía que le contase cosas sobre él como si fueran las aventuras de un héroe medieval. Sospechaba que se había hecho una imagen romántica y trágica de su hermano, tenía la imaginación suficiente para eso. Vio como su muchacho los saludaba frenéticamente, y el barco por fin se liberó del puerto.

- Si sigue sacudiendo así los brazos llegarán mañana a primera hora - decía Carla mientras se secaba las lágrimas.

- Tú misma lo dijiste, estará bien. Encontrará a Zeke y estará bien. (Ojalá encuentre a Zeke...)

- ¿Y si no lo acepta? Nunca volviste a saber nada de él.

- Si no lo acepta puede volver, tranquila.

Eren no había manifestado el inmenso terror que sentía. Se había planteado todo lo que su padre también temía: que Zeke estuviera muerto o que fuese un despiadado nazi. Pero a sus temores se le sumaba otro detalle, el más importante: ¿Y si Zeke lo odiaba y le guardaba rencor por haber tenido todo el amor de su padre para él solo, y a Grisha por abandonarlo? De ser así, estaría más que justificado, no podía imaginar lo duro que podía ser crecer entre enemigos. Se quedó viendo como el puerto se alejaba hasta que las personas se convirtieron en diminutos puntos. Suspiró y se dirigió a su modesto camarote para dejar sus cosas y poder dar una vuelta por el barco.

No tardó mucho en aburrirse, él estaba acostumbrado a la aventura en las calles de Nueva Jersey, entre la casa y las clases de apoyo para entrar a la universidad y su amigos. Por primera vez sintió el peso de la soledad y de la misión de la que no había retorno y  esperó no querer usar ese boleto de regreso.

Tirano del Tiempo (ZekexPieck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora