Tirano del Tiempo (ZekexPieck)

Capitulo décimo

Barrera de confianza

Con cada paso que daba, Zeke sentía que caminaba dando saltos de nube en nube. Aún no podía regresar a la tierra después de haber conocido a Eren. Su hermano. Rastro de que su padre aún vivía. Y su presencia en Paradis era evidencia de que todo ese tiempo en realidad no había sido olvidado. El señor Xaver le había explicado detalladamente lo que estaba sucediendo en América, y a duras penas él lo entendió. Y también entendió cuando tuvo que dejar de ser el hijo de Grisha para ser simplemente Zeke Jaeger. Pero ni la más cruda experiencia lo había preparado para enfrentarse a su pasado tan de golpe y de esa forma. Solo esperaba que Pieck fuese lo suficientemente discreta con lo que había visto y oido. Después le daría una explicación.

¿Una explicación? No le debo una explicación.

Recordó entonces la comprometida escena anterior al arribo de Eren ¿Qué se le había ocurrido para bailar con esa muchacha? Si bien su historial estaba limpio, había algo en ella que despertaba intriga. No se creía ese aire ausente, y la amnesia después de ese famoso accidente estaba durando demasiado. Sus pensamientos cambiaron de rumbo y se dirigieron a su mano apoyada en su espalda y el ligero peso de la joven sobre sus pies mientras la hacía girar en su biblioteca al ritmo de esa alegre canción. Y la visión de su coronilla con sus hebras negras alborotadas, tenía ganas de apoyarle la mano allí para ver si disminuía el volumen de su pelo.

Y asi pasó de largo la casa de Levi.

¡Maldita sea, Zeke!¡Eres un hombre de guerra no un jovenzuelo hormonal!¡Vas a derrocar a los nazis, no a tomar el té con Cupido! - se quejaba mientras volvía sobre sus pasos y llegaba a la puerta de la casa del capitán.

- Pasa - le dijo Ackerman, y ni bien cerró la puerta preguntó - ¿Qué te ocurre?

- Nada ¿Qué debías decirme? - Zeke recuperó la compostura.

- Sígueme - Levi lo guió hacia su sala de estar, donde tantas veces había estado: un lugar tan solo habitado por sus libros y una ostentosa colección de porcelana para el té. Pero en ese momento, había algo muy fuera de lugar. Mejor dicho, alguien. Una pequeña pelirroja estaba sentada firme en uno de los inmaculados sillones del azabache. Instintivamente, él también se puso en posición de firme y esperó a ser presentado a la dama. Pero no ocurría. Miró a Levi y su expresión ya no era tan impasible como siempre. Un pequeño tic en la mejilla delataba su inquietud. La observó mejor y se percató de que estaba muy ajada y que llevaba ropa que seguro alguna vez le había visto a Levi.

- ¿Quién es? - preguntó señalandola con desconfianza. Levi se llevó las manos a la cabeza y se sentó.

- Se llama Petra Ral y escapó de Ehrmich.

- ¡¿QUÉ!? - Zeke levantó al pequeño capitán y lo llevó a una esquina alejada de la joven - ¿Estás loco?¿Y si la descubren?¿Y si escapa?

- Tsk, ya hubiera escapado. La he traído anoche.

- Dios mío. Levi, esto es grave. Espera ¿cómo que "la he traido"?

Levi pasó a contarle detalladamente lo sucedido desde que salio del campo hasta que llego a su casa.

- Si te descubren...¿Te das cuenta que me acabas de hacerme cómplice?

A Levi le molestó el arrebato de egoísmo que tuvo el Jefe de Guerra.

- Zeke, por favor, todo este tiempo hemos sido cómplices de algo peor ¿Cómo crees que me siento cada vez que tengo que mandar gente inocente al horno solo para quedar bien?

- ¿Usted...? - la vocecita de Petra interrumpió la discusión - ¿Usted mató a mi madre?

El color abandonó por completo el rostro de Levi.