Capítulo décimo quinto

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Visita sorpresa

Los fines de semana no eran más que una formalidad para el Jefe de Guerra del Tercer Reich. Usaba esos días como una extensión de la semana y se dedicaba al estudio de archivos tan pesados como bloques de hierro macizo. Pero ese sábado era diferente. El reloj marcaba las 9:00 y él aún no se levantaba de la cama. Había dormido a intervalos desordenados y ahora pagaba las consecuencias con la mejilla pegada a la almohada, viendo con la mente en blanco como un par de pájaros estaba refugiándose del frío en su ventana. Bostezó y se levantó por fin.

Si había algo que agradecía haber adquirido de los marleyanos, era la presteza y eficacia en cualquier trabajo que se proponía; ahora se sentía indigno, un haragán cualquiera ¿Cómo se atrevía a dormir hasta tarde cuando la matanza de inocentes no se tomaba días de descanso? Mientras se preparaba el desayuno, encontró a quién culpar: la impredecible señorita Pieck Finger, con su ataque sorpresa, un beso en la mejilla que dejaría a cualquier hombre en el éter. Pero yo no soy cualquier hombre, se reprendía mientras batía con ahínco su café.

Al principio ese gesto inesperado lo dejó en el aire. No podía creer que la discreta señorita Finger se atreviera a darle un beso sin razón alguna, y para colmo habiendo en ese momento una brecha tan grande entre ellos, después de haberse enterado que la chica conocía su secreto. Después se hizo miles de preguntas, para las que no halló respuesta. Pero hasta ese momento, en el que bebía su revitalizador café, no se le había ocurrido la teoría más inocente: ¿Era ese un pedido de paz?

Ni se te ocurra decir una palabra, amenazó a Levi cuando vio que estaba abriendo la boca para preguntar qué rayos había sido eso, básicamente porque él tampoco lo entendía. Ahora que se ponía a pensar, su relación con Levi había avanzado tanto desde que se conocieron que lo consideraba un amigo, pero nunca hablaron de asuntos sentimentales. Era cierto que ambos consideraban esas cosas como innecesarias y engorrosas, pero en ese momento sintió curiosidad. Fue hasta su biblioteca y discó el número del capitán.

- Ackerman - contestó el otro al instante.

- Habla Jaeger.

- ¿Qué pasó? - era extraño, Zeke jamás lo llamaba si no era por una emergencia; y si ese no era el caso, le avisaba el día anterior la hora exacta a la que lo llamaría. Se produjo un largo silencio del otro lado. Zeke estaba buscando la manera de decir lo que quería sin sonar desesperado, pero también de despertar el interés de Levi.

- Me preguntaba - dijo por fin - Si te gustaría ir a ver cómo se encuentra Petra. Yo podría aprovechar para hablar con Eren.

- Pues - Levi sin querer ya estaba eligiendo entre los abrigos que colgaban en el perchero. Se decidió por el azul - ¿Sabes? Viven en una casa pequeña ¿no? y puede ser fácil que alguien los descubra. Deberíamos asegurarnos que esos mocosos tengan donde esconderla en caso de ser necesario.

- Bien, pasaré por tu casa al mediodía.

Era tonto, pensaba Zeke, que dos adultos que se tenían confianza no pudieran expresar sus verdaderas intenciones sin dar excusas tontas. Claro que quería ver a Eren, pero el muchacho parecía arreglárselas muy bien solo. Lo que quería era ver a Pieck, nada más, por lo menos saludarla. Se le ocurrió más tarde, con la mente ya en frío, que también sería divertido ver su reacción si él aparecía sin previo aviso.

Antes de llegar a lo de Levi, pasó por su vinoteca favorita y compró un vino, no podía llegar con las manos vacías. Pero quedó eclipsado por el paquete con el que Levi salió de su casa.

- Oi, no vamos a gastar las provisiones de los mocosos - se defendió cuando vio la sorpresa en los ojos de Zeke - Tenía este pavo guardado.

- Está bien - lo tranquilizó Zeke - ¿Vamos?

Tirano del Tiempo (ZekexPieck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora