Des-Equilibrio

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Su pie se movía constantemente, sus manos también habían comenzado a temblar, se mordía los labios sin darse cuenta hasta un punto de llegar a doler, inhaló aire lo más profundo que sus pulmones le permitían y dejó salir todo el aire en un gran suspiro, la máscara la percibía cada vez más apretada y sentía que si seguía con ella puesta iba a terminar desmayado o con la cara aplastada por aquel pedazo de tela elástica; tal vez estaba exagerando un poco pero todo eso lo sentía vivido, real y sólo por una razón. 

Necesitaba llegar a comisaría, abrir aquella maldita bolsa pequeña de plástico y calmar la ansiedad que llevaba encima.

Las cosas no están resultando bien, es más, tenía leves sospechas que las cosas se estaban saliendo de control, pero no estaba seguro del todo, aún se creía capaz de dejar de llevarse a la boca aquel polvo blanco pero cada vez lo necesitaba más y lo peor de todo en su problemática con las drogas es que cada vez era menos lo que le quedaba, la sensación de ansiedad era cada vez más recurrente y si investigación hacia el deseo de la carne y sexo no tenía avances y aumentaba cada vez más su frustración.

— Vamos a comisaría, necesito ir por cargador y al baño — Pidió a su compañero.

— Fred...—

— ¿Qué pasa? — Gustabo desvió su mirada y dejó el movimiento ansioso de sus piernas para enfocarse en los ojos de Horacio, confusos, llenos de preguntas que no sabía si él podría o quería responderle.

— Nada, vamos a comisaría. — la respuesta no era lo que esperaba, no era lo que quería escuchar tampoco pero a ese punto Gustabo se había preguntado muchas veces que quería para él mismo y que quería de los otros sin llegar a ninguna respuesta.

— No pasa nada, no pongas esa cara — el rubio esperaba que con esa frase todo se solucionara, esperaba verle una sonrisa de vuelta a Horacio, pero eso no fue así, la sonrisa nunca llegó, ni tampoco alguna frase extraña que lograra alivinar el ambiente.

Su llegada a la comisaría demoró apenas unos minutos, menos tiempo le tomó salir del patrulla, y aún menos ir a su casillero, tomar la bolsa entre sus manos y correr hasta el baño del segundo piso, ese al que nadie entraba, ese que casi nunca se usaba.

Sus manos volvieron a temblar con antelación su pecho palpitó preso del nerviosismo de ser descubierto y por la necesidad de calmar su cuerpo, la dosis fue la misma, sólo una pequeña cantidad que llevó desde su dedo hasta su boca, quitando cualquier cantidad ínfima que quedara entre sus huellas digitales y el espacio que se formaba entre piel y uña.

Su cuerpo por fín se comenzaba a calmar, se sentía relajado y algo sereno, comenzó a reaccionar frente a un estímulo inexistente pero que ya formaba parte de aquel ritual de drogas, su cuerpo se tensaba, las palmas de sus manos tenían ligeras vibraciones y se le sumaba la opresión de su entrepierna contra su ropa interior esperando atención a pesar de resultados insatisfactorios.

Sólo necesitaba acomodarse a su amigo y salir de ahí pero el sonido de afuera detuvo sus movimientos y sus ganas de moverse.

— Pregúntaselo, no soy vuestra puta niñera — El sonido de su voz retumbó por las baldosas blancas del baño incluso haciendo vibrar su piel y aunque fuese algo extraño la necesidad de aflojar su cinturón se volvió un poco más intensa.

Gustabo se mantenía quieto, sin decir nada, con sus pies en el aire y apoyados sobre la puerta y su trasero sentado sobre la tapa del inodoro. Escuchó unos murmullos apenas audibles a los que los atribuyó a una conversación por teléfono y de alguna manera su cuerpo comenzó a sentir más calor a tal punto que tuvo que quitarse la máscara tratando de no hacer ruido en le proceso.

— ¡Se directo y ya está! ¿Cómo va ser tan difícil preguntar qué cojones le pasa? Si no se ha puesto violento en algún atraco, no ha golpeado a ningún civil como la otra vez. No veo el maldito problema — la voz aumentaba de volumen y junto a ello vino el primer movimiento de sus manos hasta el botón de su pantalón.

— ¡Que nó! Que ese día se emborrachó, pero era el mismo gilipollas de siempre. No dijo nada extraño— continuó.

Gustabo sentía su pecho palpitar y las yemas de sus dedos desabrochar con cuidado el botón y bajar el cierre tratando de evitar la menor cantidad de ruido posible, primero fue sólo un pequeño roce de sus manos contra  la ropa interior que cubría su miembro, sólo eso, siendo lo suficiente para que tuviese que mover sus caderas hacia arriba intensificando el roce y  para que apretara sus dientes intentando que ningún sonido saliera de su boca.

— ¿Y qué coño voy a saber yo, por qué no te ha contado? — La voz grave de Conway seguía resonando por la habitación chocando contra las frías baldosas y hundiéndose en los oídos del rubio.

Necesitaba más atención, y bajando con cuidado la tela que cubría su ingle vio con más detalles y más luz como su cuerpo reaccionaba como nunca antes lo había hecho, su polla palpitaba por sí sola como si con apenas un roce quisiera explotar, de la pequeña hendidura sobre la punta seguía vertiéndose aquel líquido transparente que ya había manchado parte de su piel dotándolo de un brillo húmedo. Su mano abrazó con firmeza el tronco y comenzó a dar la tan ansiada atención que necesitaba, movimientos suaves y constantes tratando de no sobre estimular su glande para controlar la ganas de gemir.

Gustabo se encontraba perdido en medio de una paja a escondidas, en un baño de comisaría, mientras que al otro lado de la puerta el superintendente Conway aún mantenía una charla la cual él había dejado de prestarle una real atención, sólo no quería que dejara de hablar, que dijera todas las mierdas que se le vinieran a la cabeza, que insultara como siempre lo hacía pero que su voz no cesara.

Su mano se seguía moviendo provocando a ratos el estiramiento de sus piernas, suspiros ahogados en la tela de la máscara que había sido utilizada para atrapar el sonido de sus suspiros y de su nariz  dejando salir el aire, el liquido no dejaba de salir de maneras que nunca antes habái experimentado, y frente a la necesidad de seguir recibiendo más estímulos a lo largo de todo su miembro llevó su mano hasta la punta dejando que esta resbalara con todo el fluido incoloro y aquella misma acción marcó aquella anhelada sensación culmine, tuvo que cerrar sus ojos, tuvo que aumentar la tensión sobre su mandíbula, tuvo que empujar sus piernas contra la puerta del cubículo en donde seguía escondido mientras sentía las descargas de placer recorrer su cuerpo completo.

Al escuchar un portazo Gustabo se permitió abrir sus ojos notando su vista algo borrosa por la presión, sus pies fueron a dar con cuidado al suelo y se permitió descansar su cuerpo sobre el inodoro, vió su cuerpo completamente manchado en el blancor de su orgasmo, sus manos, parte de su pantalón e incluso hasta el chaleco antibalas que por la urgencia no se lo había quitado.

Necesitaba unos minutos más de descanso, después de ello limpiaría el desastre que había hecho y quizás se pondría a pensar que fue todo lo que había pasado y el por qué había tenido un maldito orgasmo estando el abuelo a unos metros de él y porque la droga parecía tener efectos tan aleatoriamente. 

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora