Des-Armar

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— Me está privando de mi libertad lo sabe ¿No? — Las manos le temblaban, había comenzado arañar el dorso de ellas al no saber qué hacer para librarse de su situación actual y no saber como mierda manejar sus pensamientos internos.

— Ve y dile al CNP a ver si te hacen caso.— no le dirigió la mirada, estaba concentrado mirando directo al televisor y eso aumentaba el enojo dentro de Gustabo.

Había pasado un día entero, un día completo encerrado en esa nueva celda, y su carcelero era un hombre mayor, del mal genio, con tendencias a insultar que no había dado su brazo a torcer; seguía encerrado y mientras las horas pasaban la necesidad de volver a consumir droga acrecentaba, la ansiaba, la necesitaba hasta un punto que parecía se volvía enfermizo. 

Sus manos comenzaron a temblar más fuerte, sentía el sudor frío caer por su frente, su respiración comenzó a ser más agitada y sentía su cuerpo completo temblar como si tuviese frío aunque la temperatura del ambiente estuviera agradable, sus uñas se enterraban en la piel de sus manos tratando de no demostrar lo que en su interior estaba ocurriendo; el caos, un completo caos como si cada parte de su cuerpo de repente comenzara a odiar al ser que estaba frente a él, que deseaba gritarle, después rogar de rodillas para que lo dejara ir, intentar amenazarlo y un sinfín de ideas que se agolpaban sobre la otra no logrando tomar ninguna forma.

— ¿Ya quieres tu dosis diaria Gustabín? — una sonrisa, un tono burlón y  una completa atención a su estado actual de decadencia.

— ¡Vete a la mierda Conway! Qué más dá, que te importa si la quiero ¡Déjame salir de esta puta casa! — le gritó, agarró el cuello de la camisa blanca apretandola con fuerza hastiado ya de todo lo que le estaba ocurriendo y sólo con un sentimiento de querer borrarle la puta sonrisa de la cara al abuelo de un solo golpe.

— ¿Por qué la quieres tanto? — No se movió seguía observando cada una de sus reacciones sin inmutarse.

— ¿Y eso a usted qué coño le importa? Si me voy y me meto mierda no es su problema —

Su cuerpo comenzaba humedecerse, el cuello de su camiseta, su espalda, su cabello, su respiración se agitaba cada vez más, su mirada comenzó a verse borrosa con la película acuosa que comenzaba llenar sus ojos, estaba llorando, gritaba en desesperación sin saber qué hacer con el torbellino de emociones que sentía, sus manos fueron dar contra su cabeza para tomarla entre ambas y colocarse en posición fetal sobre el sofá como un instinto primitivo de protegerse a sí mismo de peligros externos como también para contener lo que ocurría en su interior.

Pero aquella posición se rompió, ambas muñecas fueron tomadas con fuerza rompiendo cualquier intento de huir obligándolo a enfrentar  al hombre frente a él — Habla ¿Por qué la consumes? — fue el turno de gritar para Conway.

— ¡Habla Gustabo, deja de huir de una puta vez y habla! — Volvió a gritar dejando salir pequeñas gotas de saliva de su boca ante el cabreo que llevaba.

— ¡Por qué quería saber qué era lo que sentían los demás! Saber que mierda es un orgasmo, saber por qué mierda la gente busca tanto estar con alguien, quería saber cómo es ser cómo cualquier otro gilipollas que se le calienta la picha. — Pausó — Sentir que no soy un puto insensible ¡Que no soy un manipulador de mierda, que también siento! —

— ¿Por qué la gente es capaz de aguantar golpes y que te pisoteen por una follada? y que tanta diferencia existe entre amar y sólo follar — era sólo ira, rabia enojo, lo que salía de su boca, la misma que caía en forma líquida desde sus ojos, un pozo lleno de dolor que no parecía querer acabarse.

— ¡Quiero entender porqué por una verga dejas cosas atrás y si por un culo y un par de folladas serías capaz de dar todo por el otro! — los escalofríos seguían sintiéndose en toda la extensión de su piel, su muñecas ardían de donde era tomado y deseaba zafarse de ese agarre con todas sus fuerzas porque Gustabo sabía que no iba a dejar de soltar mierda, y no quería que más de ella llegara los oídos de Conway.

— Pero no funciona, esa puta droga no funcionaba, es una mierda que sólo te la levanta, y te calma, no sentí deseo cuando intenté coger con una puta, tampoco con ninguna chica con la que intenté ligar, hasta intenté follar con un tío en ese maldito parque ¡Joder hasta intenté hacer cruising! Y sólo sentía asco, sólo me producían ganas de vomitar — el terreno peligroso se exponía ante el superintendente, los secretos guardados eran lanzados sin filtro alguno y el rubio no podía cerrar la boca.

— ¿Qué hay de malo en mi Conway, qué mierda está mal? —

Mordió su labio hasta hacerlo sangrar para callar, intentó a zafarse aún con más fuerza, meneando su cuerpo y comenzando dar golpes con sus piernas, cada vez estaba más agitado, cada vez temblaba más necesitaba más de ese polvo blanco para calmarse, la quería, pero no había nada cerca que lo pudiera calmar, su camiseta se le pegaba al cuerpo, al igual que cada parte donde había contacto de tela contra la piel.

Su cuerpo fue soltado dejado libre y lo primero que intentó hacer fue protegerse asi mismo una vez más, pero como la vez anterior su intento no duró mucho tiempo. Fue tomado con fuerza de uno de sus brazos y arrastrado por el pasillo mientras Gustabo luchaba por su libertad. Un perilla fue abierta, una luz prendida, el exceso de blanco sintió quemarle la retina obligándolo a cerrar los ojos,  el rubio escuchó agua sonar mientras seguía sin poder ver nada a su alrededor.

Sus ojos se entreabrieron frente al primer contacto con el agua, estaba tibia, podía ver el vapor llenando de a poco cada rincón del baño, el frío que había estado sintiendo hace unos instantes era menos intenso, al igual que la desesperación de su mente, veía las gotas caer sobre su cuerpo mojando cada parte de él, viendo cada gota llevándose un poco de la mierda que sentía.

— Todos me daban asco, pero contigo era diferente. — soltó de golpe.

Levantó su mirada y notó sus cabellos despeinados, parte de su camisa translúcida al ser mojada por el agua, ya no llevaba sus gafas y Gustabo pudo apreciar la sorpresa en sus ojos, provocándole una sonrisa involuntaria al ver esa expresión en su superior. En eso una idea se cruzó por su mente, la única que parecía ser razonable en ese momento.

— Fólleme Super. Sólo una vez y si quiere después de eso desaparezco de esta puta ciudad. — dejó salir con sus ojos entrecerrados y con su respiración aún algo agitada.

— Fólleme sólo por esta vez — repitió, acercando su cuerpo, levantando sus brazos y uniendo su boca con la de Conway.

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora