Des-Cargar

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Aún no recibía información, tampoco tenía claro si ya había leído su mensaje, y por más que marcara su llamado no era contestado, estaba fuera de su casa, no se atrevía a entrar, la ansiedad que sentía en ese momento y lo que se encontraba dentro de sus cajones no iba a ser una buena combinación, Gustabo caminaba de un lado a otro, sus dedos estaban congelados, la noche caía, y las nulas respuestas por parte de Conway no ayudaban en nada.

Pasó por su mente la muerte de Horacio, que ese disparo que le dio en el hombro había terminado desangrándolo y que las heridas tras la caída habían sido demasiado graves para curarlas, su cabeza se llenaron de pensamientos negativos desde un Horacio que aún no era rescatado, uno que moría, uno que quedaba sin volver a caminar, etc. Y frente a todas estas misma imágenes el rubio quedó de cuclillas sobre el piso agarrando su cabeza con las dos manos e intentando normalizar su respiración.

El celular en la mano vibró junto a un un corto sonido y aún con sus manos temblorosas desbloqueó  el aparato, el mensaje era de Conway, y sólo tenía una ubicación. El hospital del norte.

//**//

Intentó mantener la calma cuando entró al hospital, necesitaba hacerlo después de haber conducido toda velocidad e infraccionando las leyes de seguridad vehicular a su paso, pudo habaer muerto en tan sólo una mala maniobra o haberse volcado, pero ahí estaba entrando a la recepción y encontrándose con Conway en su atuendo negro para pasar desapercibido acercándose a él.

— Sígueme —

Gustabo siguió sus pasos hasta detrás del hospital, observó cómo mientras caminaba encendía un cigarrillo y le daba gran bocanada para soltar el humo al aire. Deseaba gritar que dejara la intriga y esos silencios de mierda para decir de una vez el estado de Horacio, pero esta vez no se atrevió a gritar, a reclamar, no cuando cual sea el estado de su hermano dependía exclusivamente de él.

— ¿Qué sucedió? — Conway no lo miraba, apoyaba su cuerpo contra la pared mientras seguía fumando y esa actitud era peor que tenerlo frente a él gritándole y dando porrazos.

— Fue confuso, me llamaron a juntarme con la mafia en solitario, cuando llegue a la ubicación tenían a Horacio y dijeron algo de que había traicionado a la familia y que era hora de su castigo — Gustabo dudaba, no se había planteado la situación en la que estaba, su cabeza no había logrado entender que también debería darles explicaciones a Conway y que estas deberían convencerlo.

— ¿Que traición? — volvió a preguntar con un tono seco.

— No lo sé...Algo de las drogas y que no le creyeron cuando dio sus respuestas. — Gustabo comenzaba a sudar frío la conversación se alargaba y el estado de salud de Horacio ni siquiera era puesto sobre la mesa.

— ¿Y qué más pasó? — Conway por fin se atrevía a mirar en su dirección, se había dignado a mirarlo pero en ese momento se dio cuenta que era mejor no tener esos ojos sobre él.

— Le dispararon y lo tiraron por la montaña y...— no alcanzó a terminar su frase cuando fue interrumpido por la voz áspera del Superintendente.

— Mientes —

— ¿Cómo te voy a mentir? — su voz salió molesta, con toques de indignación frente a la acusación.

— Estás mintiendo Gustabín ¡Di la puta verdad! — le gritó.

— ¡Pero si eso estoy haciendo carapolla! —

— ¿Quieres que te crea que después de que ellos mismo dijeron que Horacio los había traicionado, le iban a dar un bala en el hombro y no en la puta cesera? No me lo compro Gustabín —

— Entonces ese ya es su puto problema, Conway — se acercó a él, invadiendo su espacio personal mientras Gustabo observaba cada uno de sus movimientos, como quitaba sus anteojos oscuros de su cara y como pegaba su frente contra la suya ejerciendo presión dejando sólo sus ojos cómo lo único que se le tenía permitido mirar.

— ¿Sabes por qué llevo siempre estos putos lentes Gustabo? — preguntó sin quitarle la mirada de encima.

— ¡Y Que mierda va voy a saber yo, abuelo! —

— Porque así nadie sabe cuándo tengo que fingir y tengo que mentir y los tuyos Gustabín están cantando como una almeja. Ahora sigueme —

La distancia entre ellos se aumentó de golpe, Conway llevó nuevamente la gafas hasta sus ojos, lanzó el cigarrillo al suelo y comenzó a caminar entrando por la puerta trasera del hospital, un par de pasillos, uno a la izquierda, luego hacia la derecha quedando frente a una puerta cerrada. Apenas había una luz tenue cuando ingresó a la sala, el primer sonido que escuchó fue el pitido de un monitor de signos vitales, calmado y constante y al mirarlo desde el lugar de donde provenía el sonido, lo vió sobre la cama, con sus ojos cerrados, su cuerpo cubierto en algunas vendas, con uno de sus pies enyesados y parte de su rostro con algunos puntos y moretones.

— Perdió mucha sangre, tiene una fractura en tallo verde en la tibia, contusiones varias en el cuerpo y la cabeza, una herida de bala en el hombro y no ha despertado, no ha respondido a nada. — Gustabo sentía la voz a su espalda mientras él veía cada detalle de cómo estaba Horacio.

— Ahora dime frente a él que toda la mierda que dijiste afuera era verdad. — el puño de Conway estaba agarrando su camiseta arrugando la tela entre sus dedos exigiéndole ser sincero.

— Fue mi culpa, todo mi culpa. Preguntaron por la droga que pedimos para ti, ese día les dije que Horacio la Tenía, que no sabía más. Supieron que una cantidad de ella ya estaba en manos del CNP y que teníamos fichado al Club, no creyeron en las excusas de Horacio, pero fue mi culpa que desconfiaran de él. Pregunté si era necesario dispararle y su respuesta fue darme el arma —pausó inhalando aire frente al sentir su voz quebrándose —. Él me rogó que no disparara y lo único que pude hacer fue darle una puta bala en el hombro y tirarlo por la montaña, era lo único que se me ocurrió para que no le prestaran atención si es que el cuerpo seguía con vida o no. ¡Fue mi culpa, bien! — terminó gritando desahogando la frustración que llevaba cargando desde esa tarde.

El agarre de Conway se detuvo dejando libre a Gustabo para que el silencio entre ambos y el pitido de la máquina fuese lo único que predominara en la sala. Gustabo bajó su mirada, ya todo estaba dicho y mientras más tiempo permanecía frente a Horacio más en la mierda se sentía, debía salir de ahí, necesitaba irse y respirar con tranquilidad.

— Tienes un topo dentro del CNP, vigila tus pasos, yo ahora vigilaré los míos — Dejó salir aquella última parte de la frase en un susurro y se marchó del hospital. Necesitaba pensar en lo que haría, en su futuro, en las decisiones que estaba dispuesto a tomar y si el camino en el que estaba era realmente era en el  que deseaba seguir.

***

Cuando se me ocurre una historia, siempre pienso en el disparador y en algunas escenas random que me gustaría que tuviera, y bueno esta conversación era una de ellas. Necesitaba con el alma escribirla.

Saludos y espero que estén preparados para mañana.

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora