Des-Empuñar

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— Tu paga — a sus manos fue a dar una bolsa con varios fajos de billetes como el final del negocio que había realizado con la banda. Gustabo sabía que no podían verle la cara, estaba seguro que al menos el acuerdo de confidencialidad se había mantenido intacto al igual que la de ellos.

— ¿No la vas a contar? — preguntó uno de los sujetos a su costado.

— Confío en que está toda, además si quisieran de verdad romper el acuerdo, están todos ustedes en mi contra, no tendría sentido darme el dinero para después matarme. — Uno de los sujetos se rió ante su respuesta y otros permanecieron inmóviles esperando las órdenes de los superiores.

— ¿Qué harán con el cadáver? — algunas miradas se giraron a verlo por lo repentina de su pregunta, Gustabo sabía de sobra que varios de ellos no confiaban en él, y el cuerpo desangrado de Nadando en el suelo era un claro ejemplo de la lealtad que él tenía con sus compañeros, la traición no era mirada con buenos ojos incluso entre bandas rivales.

— ¿Por qué preguntas? — el mismo sujeto que le había entregado el dinero fue el que le preguntó de vuelta con un tono de voz interesado en su respuesta.

— Podría deshacerme del cuerpo por ustedes, el hijo de puta me debía unas cuantas, pero nada que verlo quemándose no pueda arreglar — le respondió con simpleza, ganándose miradas molestas como respuestas.

— Eres una mierda, peor que una rata — Gustabo sonrió bajo la máscara, aquello era lo que necesitaba, que lo consideraran eso mismo para no levantar alguna sospecha.

— Esta rata fue mandada a matar a uno de los tuyos, y esta misma rata te consiguió información ¿No? —

— Nos vamos, haz lo que quieras con el puto cadáver, mientras lo hagas desaparecer no nos interesa. —

— Ya tienen mi número. Si vuelven a necesitar mi ayuda, saben como contactarme — fue su palabra final viendo como todos los hombres armados se subían a sus vehículos y se marchaban.

Su trasero terminó de golpe en el suelo liberando la tensión que había estado acumulando todo ese tiempo, dejó escapar un sonoro suspiro de su boca, tratando de buscar la paz interior que le faltaba, cada puta acción que debía tomar traería más estrés, cada puta dirección que llegase a tomar sería igual, la primera parte de lo que había trazado en su cabeza había resultado pero no por eso sin temer por su vida y esperando un cañonazo por la espalda en cualquier momento.

Ignorando el cadáver de su ex compañero Gustabo comenzó a caminar hasta llegar al auto, ahora venía la peor parte, trasladar un puto cadáver a la sede sin vomitar, una tarea titánica cuando el sólo imaginar que debía llevar a un ensangrentado sujeto sin vida le revolvía el estómago.

Le tomó tiempo, mucho para su gusto, le costó derramar toda la comida que había consumido durante el día en el camino, pero lo había conseguido, tenía el cuerpo en el asiento trasero y el rumbo fijo hacia la ciudad, necesitaba sólo una parada más antes de realizar una llamada, una parte que no sería nada agradable para él, pero necesaria si quería que lo que tenía pensado resultara.

Su coche se estacionó cerca de uno los puentes cercanos al metro, aquel lugar donde se reunían vagabundos, putas y drogadictos, justos los sujetos que harían lo que fuese por un par de billetes, y dado que en ese momento Gustabo iba un poco sobrado de efectivo no tendría problemas en conseguir lo que buscaba.

Dinero a cambio de darle una paliza sin llegar a matarlo, algo sencillo, fácil y lucrativo que cualquiera de ellos podría hacer.

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— ¡Emilio! — le gritó.

— ¿Que sucede cabrón? — El tono de su voz lucía igual de alterado a la que él había hecho.

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora