Des-Confiar

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Gimoteos, llantos, algunas señales de respeto ante la tumba, habían dejado sus máscaras comprometiendo su propia identidad sólo con el afán de mostrar los respetos al fallecido, sólo unos pocos del taller llegaron al funeral, sólo un par de cercanos a armando pudieron despedirlo. Gustabo se mantenía presente pero lo más alejado posible, tenía un dolor de cabeza que pocas veces había padecido y esperaba que aquel ritual mortuorio terminara lo antes posible para volver a su habitación de hotel barato donde seguía quedándose escapando de su casa, de las drogas y la necesidad de reencontrarse con superintendente de la ciudad de los Santos. La primera ficha había sido movida del tablero, la primera jugada a su favor y era cosa de tiempo para que la rabia de la mafia los llevara a un enfrentamiento, era cosa de días e incluso horas para que el jefe decidiera acabar con los que habían provocado la muerte de Armando.

Su celular sonó insistentemente, eran mensajes y estaba seguro de quien podría tratarse y sólo bastó desbloquearlo para encontrarse de frente con los mensajes de Conway, uno más molesto que el otro culminando en una orden directa de reunión junto a una ubicación y una amenaza de peinar la ciudad si era necesario hasta que apareciera.

El rubio suspiró, esta vez no podría evadirlo, de seguro iba a pedir noticias sobre la misión de infiltración y sabía que al menos podría entregarle un poco de información para mantener al abuelo contento sin que sospechara o que intentara inmiscuirse de más en lo que él ya estaba haciendo, tenía la ubicación de la sede principal, el nombre de todos los integrantes y sus nombres claves, que tenían contactos sobre el tráfico de armas y rencillas sin importancia con otros narcotraficantes. Gustabo mandó un mensaje de vuelta anunciando que iría en camino.

— Chicos me retiro, estaré atento si llaman a reunión — los hombres asintieron sin mencionar una palabras y dejaron a Gustabo marcharse.

El camino era largo, varios kilómetros al norte, entre medio de montañas y vegetación los lugares favoritos para reunirse en pos de mantener la discreción según Conway pero para Gustabo sólo lo hacía con el afán de tocar los huevos.

Un largo camino escabroso casi una hora de viaje y revisar que nadie lo hubiese seguido lo tenían frente a Conway con aquel pasamontañas color grafito y su atuendo negro, a su costado estaba la moto que usaba para movilizarse en ese tipo de reuniones, Gustabo suspiró antes de bajar de su auto, acomodó sus anteojos y salió esperando que aquella reunión fuese lo más calmada y rápida posible.

— Traje y anteojos... como cambian las cosas en un par de días, Gustabo — su voz era fría y osca, Conway no estaba de buen humor y eso sólo podía significar para Gustabo un próximo dolor de cabeza tras su encuentro, sólo esperaba que no se pusiera a gritarle o al menos no tanto como siempre lo hacía.

— Seguí tus consejos. — Respondió, ambos estaban tensos, la falta de Horacio para alivianar esos momentos se notaba y se hacía necesaria para evitar el cruce de palabras entre ellos.

— Si, traje y anteojos oscuros, bastante formal, como para funeral... ¿Te suena algún funeral, Gustabín? — Gustabo apretó los dientes al igual que sus puños la idea principal de algo corto con un poco de información se había ido a la mierda sin regreso alguno, Conway no lo iba dejar pasar, no con lo molesto que se veía, no cuando había estado pasando de él el último tiempo, y Gustabo en el fondo esperaba que a pesar de todo lo extraño que se viese la situación no comenzara con aquel síndrome paranoico y poner en duda su lealtad.

— Me suena de algo, pero nada importante creo yo; funerales hay todos los días en esta puta ciudad. — Su respuesta conllevo a un golpe de un puño sobre el asiento de una moto, Gustabo lo sabía, de ese grito no podría escapar.

— ¡Eres un capullo si crees que no me entero de las cosas! Tengo a otro agente rondando a la puta mafia y da la casualidad que me manda un mensaje que el puto armando se lo tragó la tierra, y quien se supone que está metido hasta la garganta en la puñetera mafia no habla, no dice nada. — Gustabo se guardó para sí mismo el amago de llevar sus manos hasta sus oídos, no quería desencadenar más problemas, no quería un puto grito más.

— Pues nada. Desapareció hace dos días, hasta hoy no hay información de él, la mafia lo está buscando como locos. —

— ¿Dónde fue la última vez que lo vieron? —

— Avisó que iba camino al norte. —

— ¿A quién le dijo? —

— A Xiaomi. —

— ¿Qué hiciste tú el día en que desapareció? — ahí estaba, esa pregunta que Gustabo no esperaba escuchar.

— Andaba vendiendo drogas, estuve buscando y viendo si me encontraba a uno de la meta. Después en la noche me asaltaron —

— Mientes...—

— ¡Joder! ¿Te lo dicen mis ojos acaso, Conway? — Su voz se había alterado en respuesta, Conway lo había descubierto, sabía que le estaba mintiendo, no sabía la razón pero él no pensaba a echarse atrás, seguiría en su papel aunque no creyera en él, aunque la hipocresía de hacerse el ofendido por su acusaciones rayaran lo asqueroso.

—Tu sangre, tu culo, tu vida entera le pertenece al CNP, Gustabo. Sólo falta una llamada a servicios internos para que te investiguen la puta vida. Que no se te olvide de qué lado estás. — Cada vez menos pasos los separaban, Gustabo podía notar aquel olor a tabaco más cerca de él pero a diferencia de otras ocasiones, ansiaba a tenerlo lejos, sobre todo considerando las palabras que iban dirigidas hacia él.

— Un solo paso en falso, uno sólo podría ser una bala justo en tu frente de parte mía o de otro agente ¿Qué pasa Gustabín. Ahora que no tienes a Horacio no sabes qué hacer? ¿Estás como una puta polilla contra una ampolleta acaso? ¿Te diste cuenta que sin tener a un puto gilipollas al lado para manipularlo no eres nada, que eres un mierdas que sale de todo con mucha suerte y que tu gran pico de oro del que alardeas no sirve de nada porque no sobresales en nada por ti mismo? —

La voz de Conway se detuvo abruptamente, y aquellas arrugas de ira sobre su frente habían desaparecido con ellas, se escuchó el sonido de una garganta pasar saliva con dificultad. Conway la había cagado, sabía que lo había hecho, aquellos sentimientos que no había podido darles formas, aquella preocupación que guardó todo ese tiempo sólo se reflejó en ira, en palabras mordaces que fueron escupidas a la cara de Gustabo, la había cagado y poco tenía para decir para tratar de arreglarlo.

Gustabo calló, se mordió el interior de sus labios, el interior de sus mejillas, enterró sus uñas en sus manos, en su pecho sólo había dolor, decepción, si eso era lo que la gente llamaba sentir, ya no lo quería, si eso era tener sentimientos ya no los quería, no necesitaba nada de aquello que le hacía mal y por muy falso de su parte que sonara Gustabo se sentía traicionado.

El silencio seguía y estaba claro para el rubio que Conway no diría nada más, que quizás no tenía nada más que decirle.

— La próxima vez te entregaré el informe con los datos que he conseguido de la mafia, la sede, los integrantes, algunos contactos y sitios por donde se mueven. Sólo le diré una cosa más Conway, el día que la puta mafia acabe, mi trasero y yo están fuera del CNP y de todas las mierdas que lo incluyan a usted. — No dejó su voz temblar, dejó que la misma rabia hablara por él en un tono firme y determinante, no esperó una respuesta, porque no quería escucharla tampoco, su decisión estaba tomada y no había nada que aquel sujeto hiciera para que cambiara de opinión.

Gustabo pensó en que sólo debía aguantar un poco más, la próxima jugada estaba en proceso, un mensaje de texto había sido enviado ese mismo día por la mañana, y esperaba que fuese el jaque.

Giró la llave del coche y se puso andar, Conway seguía en la misma posición en la que lo había dejado antes de girar su rostro, Gustabo sintió aquel doloroso sentimiento de un llanto asomarse, pero no se lo permitió, no había tiempo para aquello, cuando todo terminara tal vez lo haría, cuando Horacio estuviese despierto se permitiría hacerlo una vez más, cuando realmente fuese merecedor de dejar salir esas lágrimas.

***

En otro capítulo les había comentado también que cuando tengo ideas para un fic siempre tengo escenas random en la cabeza, y esta conversación era otra. Recuerdo nació por el capítulo del despido de Brown y cuando Gustabo amenazó con irse a la verga.

Des-Inhibition || IntendentePlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora