🍒 Siempre Tuya. Parte Tres. jjk.

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No sabía si era un sueño aquello

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No sabía si era un sueño aquello. Jungkook confesó sus sentimientos hacia mí, en una íntima conversación en susurros, a pesar de que estábamos los dos solos en casa. Solo podía mirarlo fijamente, y pensar en todo lo que me había revelado. ¿Debería dejar mi rencor a un lado? Es muy sincero todo lo que me dijo.

No digo nada, solo me acerco a sus labios y lo beso lentamente, saboreando cada segundo y cada rincón de su boca. Con mis manos tanteo el borde de mi remera y la saco con su ayuda, volviendo a nuestra conexión cuando lanzo mi prenda a un lado. Luego él me ayuda a sacarle su chandal junto con su ropa interior, y segundos después mi pantalón y mis bragas. Algo en su mente lo hace detener todo, y yo abro los ojos a regañadientes.

—T/N... Esperemos a que sea un momento especial.

—Todo eso no me importa. Ahora está bien.

—¿Así está bien tú primera vez?

Me inclino un poco hacia atrás, y notando la seriedad en su rostro, me río un poco confundiéndolo.—¿Crees que soy virgen?

—¿No lo eres?—niego con la cabeza y su rostro cambia totalmente, enojándose conmigo.—Habíamos acordado en que yo sería tu primera vez.

—Pero eso fue antes de que me rechazaras, y yo luego tuve novios y curiosidad. ¿O acaso tú si me esperaste?

Jungkook bufa y echa su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Mordiéndome el labio tomo su miembro entre mis manos y escucho un delicioso gemido de su parte, por lo que acelero el movimiento de mi mano. Él alza su cabeza y con una mirada deja todo a mi control, algo que me encanta y cuando noto que está lo suficientemente erecto, pongo un poco de saliva en mi mano y la llevo a su miembro, enterrándolo dentro de mí en segundos. Ambos gemimos de placer, y muevo un poco mis caderas acostumbrándome a su tamaño, pero de repente se levanta asustado y me empuja con suavidad para salir de mí.

—¡Mierda! El condón... Joder, joder... Espera.—se levanta conmigo en brazos y camina hacia su habitación, mientras yo lamía y mordía todo su cuello y hombro.

Me posiciona en la cama y en menos de un minuto ya tenía un condón puesto en su miembro, por lo que gateando hacia mí se colocó entre mis piernas, y en una embestida suave se coló totalmente en mí, haciendo que clavara mis dedos en su dura espalda. Comienza a crear un vaivén placentero, en donde a cada minuto incrementaba las estocadas, llevándonos al límite. Sabía cómo moverse, sabía cómo estimular todo mi cuerpo y eso me hacía delirar.

Ambos sudorosos, continuábamos nuestro candente encuentro, y no puedo ignorar todo lo que empieza a surgir alrededor de nosotros. A pesar de que la forma en que me penetra es algo rápida y dura, sus manos me hacen sentir como si él estuviera acariciando una nube, o algo preciado. Toca todo mi torso, y con la yema de los dedos traza mi contorno, haciéndome suspirar. Es algo más que sexo. Lo sé porque lo siento, la intimidad de este acto es mucho más fuerte que las anteriores.

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