Not so cold

1K 75 1
                                    

-Lamento que mis hermanos estén mirándote así. No son malos, pero todavía siguen siendo territoriales y protectores -. Le expliqué mientras observaba de reojo a mis hermanos. Ambos estaban totalmente serios, pero intentaban disimular un poco el desagrado que tenían. Muchas veces, cuando un metamorfo tenía una cría, estos se volvían totalmente salvajes. Es como si su lado animal cobrara vida y se apoderará de ellos. Era algo que no se podía evitar. Todos tus sentidos estaban agudizados y el más mínimo indicio de peligro nos hacía querer asesinar a cualquier cosa que estuviera en nuestro camino. No importaba si era alguien o algo con buenas intenciones. Y lo peor era que las mujeres sufrían peor de esas emociones. Algunas madres de las otras tribus incluso llegaron a herir de gravedad a sus hijos mayores cuando descubrían que estos habían lastimado a los menores.

-No importa, yo entiendo. A pesar de todo, sigo siendo un vampiro -. Dijo Emmett con una triste sonrisa. Algo se rompió dentro de mí, pero no sabía que decir para hacerlo sentir mejor. Solamente atiné a darle una palmadita en el hombro.

-Mandale mis saludos a Rose. El fin de semana podemos ir de compras, va a estar nublado y además hay rebajas -. Dije mientras elevaba mi tono de voz, ya que Emmett comenzaba a alejarse y perderse en el bosque.

-Esta bien, después le digo -. Grito Emmett desde el interior del bosque.

Entre todos los presentes comenzamos a ordenar el patio de la familia Uley. Los primeros en irse fueron Jacob, Renesmee y Emmett, pero eso fue porque Bella y Edward le pusieron un límite horario a la pequeña. Con el crecimiento acelerado de la híbrida, a veces suelo olvidar que solamente tiene unos meses o año de vida. Las películas fueron del agrado de todos, por suerte. Aunque el ambiente se sintió muy cargado.

Tal como le mencioné a Emmett, mis hermanos no son malos, solamente siguen siendo salvajes. Durante toda la noche mis hermanos estuvieron más pendientes de lo que Renesmee y Emmett hacían a cada segundo, en vez de prestar atención a las películas. Mis cuñadas estaban sorprendidas al escuchar sobre la niña híbrida, pero no dijeron mucho. Este mundo de fantasía era demasiado para ellas, a pesar de que conocían bastante, aún habían cosas por descubrir. Quiero decir, nadie sabía sobre mi tribu hasta que ingresé en el territorio Quileute. Nadie creía que un humano con renacuajos muertos podría embarazar a una humana y que esa misma humana de a luz a un ser tan peculiar como Renesmee, pero aquí estamos.

-¿Qué tanto estás pensando? - Dijo Paul mientras terminaba de acomodar unas sillas y se acercaba hacia mí. Salí de mi trance y me di cuenta de que me había quedado mirando a la nada, estática en mi lugar.

-Oh, en nada... Creo que fue una noche bastante agotadora, eso es todo -. Dije mientras sonreía de lado y recostaba mi cabeza en el pecho de Paul.

-Pobrecita, mi bebé. No te preocupes, hablé con tus hermanos y dijeron que ellos también están agotados. Sam me prestó la camioneta y dentro de unos minutos los voy a llevar al hotel. Cuando vuelva podemos ir a casa y descansar por el resto del día -. Dijo Paul, mientras acariciaba mi espalda y besaba mi cabeza. Sabía que era una simple caricia, pero por Dios, se sentía tan bien. Cerré los ojos ante la calidez del detalle y lo abrace, suspirando como una tonta enamorada.

-Suena bien. Voy a ver si los demás necesitan ayuda -. Dije sin ganas, no quería deshacer el abrazo. Paul río ante mi acto y me dió un corto beso en los labios.

Paul se fue a encender la camioneta y yo fui hacía la casa. Resulta que más personas se habían ido y ahora solamente estaban mis hermanos con sus familias y los dueños de la casa. Todos escuchamos como una bocina sonaba fuera de la casa. Era la señal para hacerle saber a mis hermanos que debían irse. Nos abrazamos entre todos y después desaparecieron por la puerta.

-Sobró un poco de comida, ¿Querés llevarte un poco a tu casa? - Dijo Emily mientras me señalaba la mesada con algunas bandejas que contenían restos de comida. Negué con la cabeza y me fui a sentar al sillón.

-Así estoy bien, gracias. Ya comí bastante y Paul no creo que tenga hambre. Comió más que todos durante toda la noche -. Dije mientras reía en voz baja. Sam y Emily se unieron a mis risas mientras se sentaban conmigo en el sillón.

-Eso es verdad. Estoy bastante acostumbrada a verlos comer demasiado, pero en serio a veces no puedo creer lo mucho que comen.

-Sí, somos unos pozos sin fondo -. Dije sonriente y cerrando los ojos poco a poco.

(...)

-Se durmió hace rato, no creo que sea necesario que se vayan a esta hora. Además, el cielo está muy oscuro. Dentro de poco va a llover -. Susurró Sam.

-Esta bien, es solo un poco de agua -. Dijo Paul. Pude escuchar como sus pasos se hacían cada vez más fuerte, indicando que se acercaba a mí -. Ruro, levántate. Tenemos que irnos.

-Te odio. Arruinaste mi sueño -. Dije aún con los ojos cerrados, pero con un tono de voz cortante. Sam soltó una leve carcajada.

-Te lo dije -. Dijo Sam por lo bajo.

-Bueno, ¿Nos vamos o nos quedamos? - Dijo Paul, un tanto confundido.

-No, es mejor irnos. Así los dejamos en paz... Pero arruinaste mi sueño -. Dije mientras comenzaba a levantarme del sillón.

-Como voy a arruinar tu sueño si yo soy tu más grande sueño -. Dijo Paul extendiendo los brazos y mirándome con arrogancia.

Solté una leve carcajada y asentí. Me despedí de Sam solamente, ya que Emily también se había ido a dormir. Paul y yo entrelazamos nuestros brazos para mantener el mismos ritmo durante nuestro camino a casa. Durante toda la caminata estuvimos en silencio, el cansancio era demasiado notorio en ambos. A pesar de que había dormido por una de minutos u horas, no había descansado del todo. Y ni hablar de Paul, desde que mis hermanos llegaron a Forks, no pudo dormir bien ninguno de estos días. Según él, era porque se encontraba nervioso, pero yo sabía exactamente qué era miedo. Sonreí de lado y observé su perfil, así como era de temperamental, también podía serlo de miedoso.

-Hogar, dulce hogar -. Susurró Paul mientras abría la puerta de la casa y comenzaba a quitarse la ropa, para dormir más cómodo.

-Hogar, dulce hogar -. Repetí mientras imitaba sus acciones.

• Aullidos de amor | Paul Lahote •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora