36

4 0 0
                                    

Alejandro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alejandro

Cuando Aubrey me dio la noticia de que debía trasladarse a otra cuidad para trabajar, me volví loco y actué como peor de los idiotas, pero es que realmente no sabía que pensar o que sentí ya que cuando sentía que al fin ella iba a vivir conmigo vino esto y actué como un egoísta, alejandola de mí.

Semanas habían pasado hundido en una hermosa depresión en donde no hacía más que extrañarla, pero mi orgullo me impedía buscarla y el solo hecho de que me hablaran de ella me dolía por lo que me aleje de todo mis amigos, incluyendo a Lucy la cual era una de las personas que más quería.

Cuando Josh me invitó a la boda supe en aquel momento que era mi oportunidad de verla, hablar con ella y pedirle una oportunidad, pero las ganas de sentirla, besarla y hasta me volvieron loco y con ella sucedió lo mismo, por lo que desaprovece mi oportunidad aunque estaba muy feliz de haberla tenido en mis brazos nuevamente, felicidad que me duró poco cuando me acerqué a los novios y escuché una conversación que me hizo enfurecer, por lo que me marché sin siquiera despedirme.

No tenía ni idea de quién fuera ese tal Ignacio y no quería saberlo, solo se que lo odiaba por querer quitarme a la mujer que amo, pero en vez de luchar por ella solo me hundi más en la depresión y me enojé con mis amigos por ocultarme el hecho de que Au tenía un amigo nuevo y por lo que escuché era un pretendiente.

Por aquel motivo no la busque después de ese día lo que no esperaba fue lo que sucedió semanas después.

Cuando Au se presentó en mi casa y dio la noticia de que estaba esperando un hijo mío, no supo que decir o como actual, quede en shock y solo la deje marchar si  decirle nada, las semanas que vinieron fueron un calvario para mi. Cada noche me dormía con el documento de la prueba que me había traído en las manos, y cada mañana tomaba el teléfono para llamarla y decirle que iba a estar con ella.
Cosa que nunca hice.

Tenía tanto miedo que me costaba dormir por las noches del solo pensar en cómo mi vida iba a cambiar, en realidad lo que más me asustaba era el no poder ser un buen padre para ese pequeño o pequeña que nacería en algunos meses y esa era mi tortura.

Pero lo que más me devastó fue aquel mensaje que me envió Lucy con un par de palabras que me detuvieron el corazón.

"Estés es tu hijo"

Abrí el mensaje y lo primero que vi fue una imagen en blanco y negro, cuando la observe mejor caí en cuenta que era la primer imágen de mi hijo, después de estar observando con cuidado la imagen tratando de localizar esa pequeña parte mía, busque el audio que me envió, cuando me di cuenta las lágrimas corrían por mis mejillas
Y empecé a sollozar. Cuando al fin pude    tranquilizarme, tomé las llaves te envié un mensaje a Lucy para que me enviara la dirección de la casa de Au, en donde me presenté sin avisar para pedirle perdón, lo que no imaginaba es que no quisiera hablar conmigo en ese momento.

Pase la peor de mis semanas después de aquel día, Au no me contestaba el teléfono ni los mensajes y Lucy lo único que sabía decirme era que le diera tiempo, ¿tiempo para qué? Para que ese tal amigo suyo la conquistara y fuera el padre que mi hijo necesitaba. No estaba   dispuesto a que eso sucediera, pero tampoco podía hacer nada ya que ella no queria verme, por lo que me planté la idea de que si ella me daba una oportunidad la conquistaria, ya no era solo porque la amo sino porque dentro de ella un pedacito ella y mío estaba creciendo y tenía la esperanza de que eso nos uniera.

Después de mi cita con ella en donde le prometí que estaría ahí junto a ella sin importar qué mis esperanzas crecieron, sabia que ella todavía me quería así que ahora estaba mucho más decido a conquistarla.

Había quedado de ir a visitarla el fin de semana, Lucy había vueltos hacia unos días y me había comentado que Au tenía antojos de comer de unos helados artesanales que hacían en el centro comercial, por lo que pensé que era una buena idea llevarla, le pregunté si podría ir y me dijo que si, por lo cual el domingo me fui muy temprano para su cuidad.

pasaban de las 10 de la mañana,  cuando llegué a su casa, toqué la puerta con la ilusión de verla abrir la puerta, pero quien me abrió fue un chico el cual no se veía mucho mayor que yo y el cual borró su sonrisa al verme y me lanzó una mirada amenazante.

—Supongo que tu eres Alejandro.

—Él mismo y tu debes ser Ignacio.

—Vaya veo que te han hablado de mi.

—No exactamente, pero eso no quiere decir que no sepa de tu existencia.

—Me alegro por ello. Au está en el baño, puedes ponerte cómodo, esperare a que salga para marcharme.

—No es necesario que las esperes yo le puedo decir que te marchaste.

Ignacio le regaló una sonrisa.

Ambos se retaron con la mirada con gallos de pelea.

—No —aseguró —le estoy preparando el desayuno y no me hire hasta que ella lo termine de comer.

Sentí que me hervía la sangre y rechine los dientes ¿este que se creía?

—Mira no se que demonios sucedido entre Au y tu, pero se que ella me ama y tu no te interpondras entre nosotros.

—Lo único que se es que la has lastimó y le has hecho daño y no pienso permitir que lo sigas haciendo!

No supe en que momento lo hice, solo reaccioné cuando sentí el puño del tal Ignacio en mi barbilla y tras de ese vinieron más golpes, cuando fui consciente estábamos ambos rodando en el suelo y Au nos gritaba que nos detuvieramos, lance a Ignacio a un costado y me acerqué a ella para consolarla ya que estaba llorando.

—No me toques! —Chillo.

Ignacio también se acercó a ella y le dijo lo mismo.

—Quiero que se vayan los dos de aquí, no quiero ver a ninguno.

Ambos obedecimos y salimos de la casa, llamé un uber y al llegar este se sorprendió al verme y se negó a subirme, mi aspecto no era el mejor, luego de que le asegurara que no era un matón y de ir al médico me marché a mi casa y cuando llegué le marqué a Au y ella contestó.

—¿Cómo estas?

—Bien gracias y tú.

—Un poco adolorido, no es nada —dije restando importancia.

—Me puedes decir que sucedió.

Le relate la pequeño discusión que tuve con el tal Ignacio y que me había vuelto loco de rabia y celos.

—Eres un idiota.

—Lo sé. Soy tu idiota.



Ese chico es un ¿¡IDIOTA!? [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora