Capítulo 19: La Residencia Monnett.

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Ya habían pasado varias semanas después de incidente con Solange. La fractura en mi costilla había sanado. Los chicos y yo pasábamos juntos mucho tiempo. Tal vez se pregunten si alguien se dio cuenta de lo sucedido. La respuesta es no. Esto quedó entre los 9. ¿Y Solange? Bueno, tengo buenas noticias. Solange o Sagrario, como quieras llamarle fue encontrada en las fronteras de Escocia. Algunos médicos psiquiatras me llamaron para reconocerla. Hice una videoconferencia con ellos, ya que sería muy sospechoso ir hasta Inglaterra solo por así. Solange juró vengarse. Pero dudo que en el tiempo que tiene que pasar allí pueda hacerlo.

[...]

Era jueves, navidad estaba a la vuelta de la esquina. Había comenzado a nevar. La atmósfera navideña inundaba mi oficina. Charlotte estaba haciendo llamadas como loca. La época navideña es la mejor para los empresarios. En el caso de mi madre, los regalos de maquillaje, de cuidado de la piel y demás eran los regalos principales para las damas.

Me tocaba hacer reunión con algunos compradores. Pero una tormenta de nieve hizo que se cancelara. Tenía el día libre. Opté por ayudar a Char con algunas llamadas, de todas formas, la nieve estaba bloqueando los pasos.

—Charlotte, ¿quieres chocolate caliente?—pregunté sirviendo un poco en una taza—.

—Claro, ___—sonrió—.

—También tengo malvaviscos—levanté la bolsa que contenía los esponjosos malvaviscos—.

—También quiero—comenzó a reír—.

Le pasé la taza y la bolsa de malvaviscos.

—Creo que estaremos aquí un gran rato—suspiré pesadamente—.

—Lo sé—hizo una pausa—me pregunto cómo estará Matteo.

—Llámale a Matilde, tal vez esté jugando Roblox o algo así con Andrew.

—Lo más seguro—rió—.

Comenzamos a beber nuestra bebida.

—Quiero galletas—me levanté del sofá para ir a mi escritorio—.

De la gaveta saqué una cajita de galletas de chocolate. Cass me las había dado antes de irse a casa.

—Por esto te adoro, Cassandra Alcott—quité la tapa de la caja—.

El olor de las galletas inundó mis fosas nasales. Aquel olor dulce, tan cálido. Llevé la caja al sofá en el que estábamos sentadas. Tomé una galleta y le ofrecí a Charlotte. La tomó.

—¿Por qué eres tan buena conmigo?—me preguntó—.

—¿Por qué preguntas eso?—le regresé—.

—Las personas ricas no siempre son buenas—dio un sorbo a su taza—.

—Pero no siempre son malas. Siempre he dicho esto, y nunca me cansaré de repetirlo.

—¿Qué cosa?—comió el borde de la galleta—.

—Creo que cómo tratas a las personas depende mucho de la educación que te da tu familia. Tengo la dicha de que mis padres me educaron bien y me hicieron una persona consciente. Una persona que no ve el estatus social de alguien. A tal punto, esto suena como un cliché, pero yo sí lo creo—le di una mordida a la galleta—.

—Me alegra que no seas como esas personas, te hace el doble. Mira, eres linda, buena persona, millonaria, graduada, heredera y sin fin de cosas más. Y nunca te he visto sacarlo en cara a nadie.

—Bueno, gracias—sonreí algo apenada—deberías darle las gracias a mis padres.

La tarde se hizo corta. El tiempo pasó rápido, bien dicen que cuando estás en buena compañía, el tiempo vuela.

Una Amistad de Casualidad ||BTS y ___||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora