Esta es la vida de ___ Monnett. Una veterinaria joven. La cual siempre ha deseado el bien para todo el mundo. ___ encuentra a un perrito en la calle y lo lleva a casa de su dueño. Todo cambió después de ese hecho. Conoce a uno de los grupos de k-pop...
Se escucharon algunos que descanses, otros hasta mañana y un que duermas bien.
La noche de juegos estuvo absolutamente fantástica. Las risas no faltaron. Jungkook es un gran jugador. Y su lema es que no importa ganar o perder, lo que importa es divertirse.
Tal vez habían pasado dos horas. Los chicos decidieron quedarse. Jin, Jungkook y yo nos quedamos en mi cama. Suga, Tae y Jimin se quedaron en una cama inflable que tenía. Nam y Hoseok se quedaron en el suelo. Había otro cuarto en el apartamento. Pero quisieron quedarse ya que "veríamos" una película juntos. Sí, entre comillas porque se quedaron dormidos. Yo no podía dormir. Lo intenté pero tenía hambre. Decidí ir a la cocina por un bowl de cereal. Salir de la habitación fue como salir de un campo minado.
Llegué a la cocina. Encendí una lamparita de mesa que tenía. Mi cocina no era muy grande, pero me bastaba ya que vivía sola. En serio estoy considerando comprar una casa un poco más grande.
Fui a la heladera y saqué el cartón de la leche. Tomé un bowl, una cuchara y mi cereal favorito, Honey Bunches of Oats.
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Me esforcé por hacer que el sonido de la bolsa no fuera tan alto. Me tardé como 3 minutos en servir mi ración de cereal. Justo cuando iba a colocar la caja del cereal en la encimera cuando alguien tocó mi hombro. Me asusté y por ende, mis sentidos actuaron. Le estampé la caja de cereal en su rostro. Se tomó su nariz y se quejó.
—No te ves tan fuerte pero lo eres—se burló—.
—¡Jungkook, no seas tonto!—exclamé en un susurro—me asustaste.
—¿Qué comes?—me preguntó sentándose en la barra de la cocina—.
—Cereal, ¿quieres un poco?—ofrecí—.
—Claro, la comida de media noche es la mejor—rió bajito—.
Asentí y saqué otro bowl y otra cuchara. Lo dejé en la barra.
—¿Te gusta el Honey Bunches of Oats?—inquirí—.
—Es de mis favoritos—rió—.
Dejé la caja del cereal para que él se sirviera.
Ya cuando todo estaba en la mesa me senté a su lado.
—¿Por qué despertaste?
—Sentí que te levantaste entonces vine.
—Lamento haberte despertado—me disculpé—.
—No hay porqué pedir perdón—me sonrió tiernamente—.
Se sirvió cereal y comenzó a comer, lo imité.
—¿Por qué no vives con tu familia? La casa de tus padres es muy grande y se ve cálida. No entiendo porqué vives sola—habló mientras tragaba el cereal—.
