"Sofá"

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Billie me gustaba, me atraía. Su simple existencia alteraba mis hormonas.

Llevábamos toda la tarde viendo películas. Si bien estábamos en el mismo sofá, había una distancia entre nosotras.

2 años de conocernos, meses sintiendo esto por ella y aun ni una palabra sobre el tema.

Por el rabillo del ojo podía verla concentrada en el televisor de mi sala de estar. Su cabello despeinado caía sobre sus hombros y una de sus manos jugaba constantemente con su labio inferior.

¿Por qué esa sudadera se le veía tan bien?

Grecia siempre me dice que Bill sí gusta de mi ¿pero cómo asegurarlo?

Un click hizo en mi cabeza.

Si ella prestase la más mínima atención en mi, de alguna forma va a reaccionar.. tal vez para bien, tal vez para mal. ¿Qué más podía perder?

Dí un sonoro suspiro, me acomode en mi lugar y empecé a morder y soltar mi labio mientras pretendía seguir viendo la película.

Ahora sentía su mirada.

Lamí mis labios y seguí con mi juego. Pude distinguir su silueta acomodándose, esta vez girando su cuerpo un poco más hacia mi.   Decidí tomar mi celular y fingir desinterés. ¿Qué estará pasando por su cabeza?

Sumergida en mi análisis, de pronto escuché su voz - ¿Qué? - la busqué con la mirada intentando hacerme una idea de lo que me había dicho y no había escuchado, pero su cara de sorpresa y mejillas coloradas me dejaron en la incertidumbre. - ¿Bill? - alcé una ceja - ¿Que qué has dicho?

su tez ruborizada y cara de terror seguían sin darme respuesta.

- Nada - soltó de golpe. La miré intrigada. - he pensado en voz alta, es todo. - sentenció desviando la mirada y mordiendo su labio inferior. Sentí que me perdía mirando sus labios y para cuando reaccioné ella me estaba mirando..

¿Era esta la señal que necesitaba?

Obviamente no. El celular de Bill rompió todo el ambiente y, de paso, casi nos mata de un susto.

Ella contestó con una voz nerviosa y posteriormente se dirigió a la ventana mientras respondía al aparato.

Mejor voy por algo de comer.

Desde la cocina apenas podía escuchar su voz, así que me concentré en sacar un par de botanas. Cuando crucé de vuelta a la sala de estar me la encontré frente a frente, ella me arrebató el plato de las manos - ya basta - dijo seria mientras en un movimiento dejaba las botanas en la mesa de centro y volvía a mi. - Me aburrí - sentenció una vez cerca.

¿Se aburrió de mi? 

- ______ - llamó mi atención - me vuelves loca - dijo rompiendo la distancia - se que somos amigas, pero te veo y no puedo evitar pensar en lo cerca que quiero tenerte - estaba a tan pocos centímetros que bajó su voz a susurros - en lo mucho que quiero besarte - bajó su mirada a mis labios, mordiendo los suyos. Ví el deseo en sus ojos y sentí que sus palabras se habían robado mi aliento.

Sus labios, carnosos y apetecibles estaban a milímetros, pidiendo ser besados.. No podía apartar la mirada y como si me leyera la mente, tiró de mi cadera para pegarme a su cuerpo.

Aprovechando la fuerza del movimiento, la empujé conmigo al sofá. Ella sentada y yo a horcajadas sobre su regazo. Era un beso efusivo, con energía que poco a poco se fue regulando hasta transformarse en un beso lento y provocativo.

Podía sentir su agarre en mis caderas, demandando más cercanía, mientras sus labios acariciaban los míos con delicadeza, como si su intención fuera grabar el momento en su memoria.

Bajo tal escena, al acercarme aun más dejé salir un jadeo, que por respuesta recibió un gemido en mis labios y luego un camino de besos húmedos hasta mi cuello.

Tanto mí respiración como la suya habían perdido la regulación.

Llevé mis manos a la base de su cabello para jalar gentilmente y devolver sus labios a los míos. Recibí una pequeña queja cuando la aparté de mi cuello, sin embargo no volvió a manifestarse una vez conecté mis labios a los suyos.

Sentía que podía quedarme así el resto de la noche. Sus besos parecían un hechizo.

Y la realidad golpeó a la puerta.

- Mierda -susurré de golpe, alejándome lo más rápido posible.. justo a tiempo para cuando una mujer alta y delgada cruzara el umbral de la puerta. Mi madre.

Billie estaba fuera de sí. Tenía la cara roja, los labios hinchados y su cabello caía desordenado.

Los labios.

Si los suyos estaban así, seguramente los míos tambien.

Mi cuello. lo toqué rápidamente cómo si eso me advirtiera de alguna marca. Obviamente no funcionó.

- ¡Billie!, preciosa, qué gusto verte aquí - su voz retumbó en las cuatro paredes mientras dejaba su abrigo. - ¿Te quedas a comer?

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_Hace mucho no me sentía inspirada para escribir, pero me ha gustado el resultado n.n

_Será que hay segunda parte??

IMAGINAS CON BILLIE EILISHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora