Capítulo XIX -"Una mujer necesita a un hombre que la proteja"

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Los soldados de la guardia salían del cuartel animadamente riendo iluminados bajo la luz de la luna hablando sobre una celebración y sobre cuánto eran capaz de beber, retándose unos a otros a ver quién bebería más, o quién seduciría a más mujeres. Efectivamente, los soldados de la guardia no eran, ni de lejos, la gente más inteligente y madura de Talorian, más bien lo contrario. Pronto tendrían un pequeño escarmiento.

Cuando el último hubo salido del edificio, lógicamente fué el capitán mirando orgulloso como avanzaban sus subalternos cerró la puerta con un golpe y les siguió a la carrera para ponerse a la cabeza. Sin perder un segundo la sombra encapuchada cargando un saco de cuero salió del callejón y avanzó hasta la puerta dispuesto a manipular la cerradura, pero nada más tocarla, la puerta se abrió suavemente. Miró la puerta abierta, luego a los soldados que se alejaban cantando por la calle en dirección a la taberna y se golpeó la frente con la mano, pareciéndole increíble lo estúpidos que eran. Sin perder ni un segundo entró en el cuartel y él sí que cerró la puerta.

Belenus se quitó la capucha y dejó el saco sobre una mesa. No podía perder ni un instante, por lo que empezó a cambiar las botellas que había repartidas por el edificio, por las que él traía, como había traído de menos sustituyó las que pudo, y se llevó todas las botellas que había encontrado de nuevo en el saco. Aprovechó para registrar las pertenencias de los guardas encontrando apenas un poco más de centenar de monedas que guardó sin dudar y salió de nuevo del edificio silenciosamente cargando el saco de cuero, esta vez lleno de botellas de alcohol llenas. Lógicamente las vacías las había dejado en donde las había encontrado, no eran un problema. Sujetando bien el saco para evitar el ruido de las botellas avanzó rápidamente hasta el extremo más cercano de la isla de Talorian y arrojó el saco por el borde.

-Trabajo finalizado susurró Belenos sonriente de oreja a oreja -Ahora toca ver el espectáculo de la taberna.

Rápidamente se dio la vuelta y salió corriendo hacia la taberna, donde los soldados estaban ya acomodándose en las mesas disponibles y, en algún caso, echando a los hombres que las ocupaban y arrimándose a las mujeres. Muspell sentado en la barra de espaldas a ellos tan solo escuchaba y les observaba a través del reflejo de la jarra de metal pulido que Alaiza le había proporcionado llena de agua, tan solo era para aparentar ya que esa noche quería estar bien despejado por si había problemas, ya había bebido unas horas antes y no quería empeorarlo, el efecto prácticamente había desaparecido. Alaiza estaba a su lado esperando a que las víctim...los soldados, terminasen de ocupar las mesas para empezar a servir jarras de cerveza.

-¿Esto saldrá bien? -preguntó Alaiza en un susurro a Muspell.

-El plan de Belenus no parece malo aunque no sabemos el efecto de las bebidas, no lo dijo...creo. Así que estate preparada por si hay problemas, yo también estaré atento, Belenus no debería de tardar.

-Sylphe también vendrá, me acompañó hasta aquí pero cuando estábamos en la puerta, tras contarme el "plan" -dijo Alaiza haciendo un gesto de comillas con las manos -salió corriendo diciendo que entonces tenía que coger algo, por si acaso. No me dio tiempo a detenerla.

En ese momento se abrió la puerta y entraron dos figuras. Belenus con la capucha retirada e intentando mantenerse serio ante su acompañante, Sylphe iba sumamente seria y en su mano derecha llevaba un bastón de madera un poco más alto que ella, avanzó hasta enfrente de Alaiza atrayendo todas las miradas y se inclinó un poco para acercar su cara hasta la oreja de esta que se bajó un poco también para escucharla.

-Lo he traído por si hay problemas y tengo que ayudarte a repartir susurró de modo que solo Alaiza, Belenus y Muspell la escucharon e intentaron contener una sonrisa sin demasiado éxito.

-De acuerdo, dejalo tras la barra antes de que mates a alguien -le respondió su amiga.

Sylphe intentando parecer seria y amenazadora avanzó hasta detrás de la barra y dejó su bastón apoyado contra la pared junto a una esquina. Belenus estaba sentándose junto a Muspell en ese momento.

-Es adorable -le dijo bajo a Muspell intentando contener una risa -con lo mona que es poniendo esa cara de seria como diciendo: mírame mal y será lo último que hagas. Me recuerda a cuando era pequeña y se enfurruñaba por algo.

-Si, era adorable -dijo Muspell en un susurro antes de beber un trago de su jarra -Hasta que cogía el bastón y te empezaba a perseguir con él, creo recordar que tuviste unos cuantos moratones la última vez que la enfadaste ¿me equivoco?

-Valió la pena por la carcajada que nos echamos -le respondió dándose la vuelta y apoyando la espalda en la barra -Además luego se le pasó el enfado, aunque no recuerdo porque se había enfadado.

-Dijiste que parecía una pulga y fingiste no escucharme cuando te hablaba -respondió una voz tras él antes de darle un golpe con la palma de la mano en la nuca.

-¡Ay! -Belenus se enderezó y llevó la mano a nuca -Si creo que eso fue, pero no tengo culpa de que seas chiquita.

-Tranquilizaos, o lo echareis todo a perder. -Alaiza le sujetó la mano a Sylphe que estaba dispuesta a golpear de nuevo -Dejemos que se establezca el buen ambiente y que se relajen, y beban.

-Recuerda añadir el ingrediente especial en las jarras -le recordó Belenus en un susurro con una amplia sonrisa.

-No intentes ligar con la camarera muchacho -dijo uno de los soldados riendo -ella necesita a un guerrero de verdad que la proteja.

Belenus, Muspell y Sylphe tuvieron que hacer un esfuerzo sobrehumano para no estallar en una carcajada y Alaiza por ignorar ese comentario. Sin perder un segundo se puso a repartir jarras de mesa en mesa, realmente parecía como si en verdad estuviera danzando entre las mesas con sus movimientos ágiles y fluidos esquivando las manos de algunos guardias y haciendo caso omiso a sus comentarios. La noche transcurrió tranquila hasta que todos empezaron a levantarse para seguir la fiesta en el cuartel.

-Camarera vente con nosotros, me ocuparé de mostrarte la fuerza de un hombre de la guardia -le gritó el mismo soldado que había comentado algo similar al inicio de la noche.

Alaiza avanzó hacia él lentamente con una sonrisa y cuando el soldado alzó su mano para rodear su cadera Alaiza se la sujetó rápidamente y con un ágil movimiento le levantó por el aire y lo lanzó contra el suelo sin esfuerzo, luego retorció el brazo poniéndolo a su espalda, y con su mano libre le agarró del pelo de modo que pudiese ver a sus compañeros boquiabiertos ya que no se esperaban aquello.

-Si necesito a un hombre que sea más fuerte que yo y que me proteja, quizás tú deberías considerarte una mujer en busca de protección también. ¿Quieres que te ayude a encontrar a algún hombre fuerte que te proteja? -le dijo Aliza manteniéndolo inmovilizado contra el suelo.

Enseguida toda la taberna estalló en carcajadas y aplausos mientras el soldado gimoteaba humillado sin poder mover ni un músculo. Alaiza le soltó y mientras este se levantaba le dio una patada en el culo empujándolo hacia el resto de los soldados que ya salían por la puerta de la taberna sin dejar de reír y la mayoría acompañados de alguna mujer, o de algún hombre.

Alaiza se giró y vió a sus compañeros haciendo gestos de enhorabuena por lo que acababa de hacer.

-Al final no tuve que hacer nada -dijo Sylphe -Qué pena, tenía ganas de partirle la mandíbula a ese idiota, pero ya te ocupaste tú. 

Seninen Taivas: El Rey Dragón (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora