Capítulo XXI - La caída de la guardia

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El dragón miraba al joven de las rastas con una mueca que parecía intentar ser una sonrisa, mientras los compañeros de este se acercaban a él para ayudarle a ponerse en pié, ya que se le veía mareado y le costaba erguirse.

-Felicidades joven Taranis -dijo Alnair con su potente voz que resonó por toda la sala del templo -Has superado la prueba, y he de decir que has sido bastante ingenioso con tus estrategias para conseguir abatir a tus presas.

-¿ Lo has visto? -preguntó Taranis poniéndose en pié con ayuda de sus amigos y con una mirada curiosa a la vez que ligeramente incrédula.

-Los pájaros y las bestias -respondió el dragón tranquilamente -Enlace sus mentes a las nuestras para poder ver todo cuanto ellos veían, por lo tanto hemos visto tu esfuerzo y habilidad en el desempeño de la prueba y como has logrado el objetivo que te fue impuesto.

En ese instante los tres brazaletes de aire que Taranis había conseguido se abrieron y se unieron en una esfera flotante de aire delante del arquero, que levantó una mano para cogerla y en ese momento tomó forma. La esfera cambio de forma y de naturaleza, se estiró y curvo hasta convertirse en un arco de madera idéntica a la que formaba los cuernos de Alnair, el cuerpo del arco estaba recorrido de un lado a otro por una delgada enredadera de plata muy sutil a la vista, y en cada extremo tenía una pequeña esmeralda, pero ese arco parecía no tener cuerda, cosa que Taranis no se explicaba.

-Mmm...una cosa, este arco no tiene...cuerda -dijo Taranis mirándolo con cara de decepción.

-Haz el movimiento de tensar la cuerda aunque no esté -le contestó Alnair riendo.

Taranis hizo el movimiento de tensar la cuerda del arco y al hacerlo se encontró sujetando una cuerda hecha de corriente de aire y una flecha del mismo elemento, claramente visible con un tenue brillo esmeralda que iluminó el asombrado rostro de los presentes y se fue apagando a medida que destensaba el arco. Repitió el movimiento un par de veces con la consiguiente aparición y desaparición de la flecha, consideró sustituir su arco habitual por ese pero consideró que usar siempre ese sería más llamativo entonces pensó en que debería de conseguir algo para ocultar su apariencia, y según quiso guardarlo sujetándolo a la espalda con su arco habitual este nuevo arco volvió a deshacerse en una corriente de aire y esta vez le rodeó la muñeca izquierda y adoptó la apariencia de un brazalete de madera recubierto de corteza.

-No hace falta que te preocupes por como llevarlo -le dijo Alnair y señaló el brazalete con una de sus garras -El simple hecho de tener intención de ocultarlo o guardarlo sirve para que adopte esa forma, es mucho más discreta. Recomiendo que sigas usando tu arco habitual para tu dia a dia, es menos llamativo.

-Razón no le falta -dijo Belenus frotándose la barbilla -es llamativo y seguramente valioso, me se de alguien que pagaría mucho por conseguirlo, por lo cual no lo lleves a la vista, dudo ser el único que se fije en su valor. Te ahorrarás problemas.

-Alnair ¿hay algo más que debamos saber? -Preguntó Sylphe recordando la información que había encontrado y la visión que tuviera relacionada con ese día.

-No, hay algo más pero sucederá en su momento. El arco de la tempestad no solo es el arma que te corresponde si no también es el enlace con la armadura del mismo elemento, esta aparecerá cuando el arco se haya sincronizado contigo como su nuevo amo, no se sabe lo que tardará quizás semanas, días o quizás tan solo horas.

-Toca esperar entonces -dijo Muspell suspirando y se dio la vuelta -Bueno si ya hemos terminado, tengo que ir a la forja que llego muy tarde, seguramente habrá trabajo.

Ankou y Alaiza le siguieron, Sylphe se quedó mirando para Belenus con una mirada interrogante como preguntándole si pensaba quedarse allí o iba a volver al pueblo con ellos, este asintió con la cabeza y se giró hacia Taranis un instante antes de irse con sus compañeros.

Seninen Taivas: El Rey Dragón (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora