Descripción:
Harry está obsesionado con las calaveras, Louis está obsesionado con su mejor amigo y de alguna forma ambas cosas terminan juntándose.
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—Gracias Harry, es muy lindo. —su sonrisa podría clasificarse como falsa pero hay algo en ella que no llega a ser completamente artificial. Porque no importa que realmente no le guste el suéter con miles de calaveritas de colores tejido en él que Harry acaba de regalarle por su cumpleaños número veinte, él igual sigue contento y emocionado de que Harry comparta su nueva obsesión con él y le haga ese regalo.
Hará al rededor de tres meses que Harry creó una obsesión sobre todo aquello que tenga calaveras en él. Empezó con sólo imágenes encontradas en tumblr que él ponía en su facebook, luego las tenía de fondo de pantalla en su celular, en algún otro momento pasaron a estar pegadas en las paredes de su habitación y luego empezó a gastar plata por remeras, billeteras, mochilas, tazas, todo lo que se cruzara y tuviera una calavera, resumiendo.
Harry tocó la tela del suéter y lo miró con los ojos grandes y brillosos. Louis, por supuesto, supo al instante de qué trataba esa mirada.
Sonriéndole, tomó la parte baja del suéter y se lo colocó. Le quedaba más grande de lo que debería. Las mangas tapándole las manos, la parte baja pasándole la cadera. Pero no importaba que tan horrible y raro se sintiera entre ropa tan holgada, Louis se sintió completo al ver la sonrisa llena de ternura que produjo en su mejor amigo.
Puede que sentirse tan soñador e ilusionado por una simple y linda sonrisa de parte de Harry no sea el sentimiento adecuado de tener sobre su mejor amigo, pero de todas formas Louis sentía corazones flotar por encima suyo al mirar directo al rizado.
No sabía bien cuándo había empezado el sentimiento (¿realmente alguien puede saber cuándo empieza a enamorarse?) pero hasta el momento en que su amistad llevaba siete años él estaba hundido hasta el cuello de amor por Harry y también estaba segurísimo de que lo estaría para siempre.
No era por ser cursi ni por creerse lo de amor verdadero pero él estaba allí, metido en un suéter lleno de calaveras multicolores que le quedaba como vestido y sólo pensaba que se presentaría ante millones de personas con un boxer con trompa de elefante y un top rosa si eso hiciera feliz a Harry.
Siendo veinticuatro de diciembre por la noche, en sólo minutos llegarían a casa la madre de Harry y su hermana para compartir la noche buena junto a los Tomlinson.
Cuando hacía sólo un año que Harry y Louis eran amigos ellos habían propuesto a sus familias de celebrar noche buena juntos, o sea, ambas familias juntas. Al principio se había dudado un poco pero medio bajo presión de ambos chicos las familias cenaron juntas en casa de Harry y todo salió a la perfección. Sus madres habían terminado riéndose a carcajadas tomando vino rosado en el sofá hablando de, según Louis, cosas que las mamás disfrutan de hablar y ellos felices en la habitación del rizado sólo pasando el rato.
Lo que más había hecho a su relación una duradera y fuerte era el poder a mantener sus charlas que ambos poseían.
En la adolescencia sabe hacerse difícil encontrar una persona con la cuál poder charlar sobre todo y, a la vez, sobre nada específico. Pero ellos, llevándose dos años de por medio, habían logrado conectar de una forma inusual.
Louis con trece años no pensaba que los niños menores a él eran unos idiotas, como es común y Harry de once no era un idiota, como es común. Básicamente.
Entonces habían chocado en el baño del colegio y como Louis tendía a odiar las charlas sosas de los chicos de su edad, buscó suerte en el castaño y delgado chico de once años que chocó en el baño.