—La rubia de la barra te está mirando. —Louis señala detrás suyo, fingiendo disimulo y con las cejas alzadas. Harry reacciona golpeándole con la tapa de la cerveza justo en la cara y empiezan a reír.
—No me van las tetas.
—Oh, pero sí que te va el pene. —Ambos empiezan a reír, por nada en particular cuando Louis se pone serio nuevamente, dejando confuso a Harry. —¿Y si te encuentras un pene con tetas? ¿Qué harías?
—Yo lo que en verdad haría es llevarte a un psicólogo, querido amigo. —declara Harry, señalándolo con su porción de pizza en mano y luego le da un gran mordisco.
Noche de viernes en la pizzería La Bodega y los mejores amigos sólo comparten una pizza y cervezas para reparar un roto corazón.
Cuando Jamie llegó al departamento compartido con su novio de hace dos años aquella noche de viernes, estaba totalmente decido a lo que iba a hacer y, simplemente entrando a la habitación donde Harry se vestía para ir juntos al cine, Jamie dijo la gran y asquerosa palabra "Terminamos". Sólo para sacar su celular, atender una llamada y salir del departamento, dejando a su novio de dos años confuso y enojado en la habitación.
En ese mismo instante su celular sonó y el mejor amigo que había sido dejado casi de lado por la manipulada relación, llamaba para preguntar cuándo podían salir. En aquella llamada Louis sintió que los sentimientos eran verdaderos, porque su corazón se había destrozado al escuchar a su mejor amigo llorar, porque sólo sintió deseos de salir corriendo y consolarlo hasta que Harry no sufra más.
Y ahí estaban ellos, cada viernes después de la ruptura hacía sólo seis semanas, cenando pizza con cervezas bien frías y buscado 'diversión'. Habían discutido fríamente las reglas del asunto: nada de arruinar el ligue del otro, nada de irse sin avisar y menos aún, nada de llevar extraños a los departamentos. Pero, por alguna razón, ninguno de los dos conseguía nada.
—No lo entiendo. —empezó Louis, luego de su tercera porción de pizza. —¡Si estoy muy bueno! ¿Por qué no quieren conmigo?
Harry asintió, dándole la absoluta razón y luego negó, porque no sabía. Entonces el ojiazul lo miró como si tuviese otra cabeza.
—Digo que sí, que estás bueno y que no sé, por lo segundo. —explica tomando la cerveza y luego de inclinar un poco el vaso, servirse la clara bebida.
Si sólo hubiese levantado la vista, podría haber visto el espectáculo que Louis Tomlinson sonrojado es, pero sólo alza la vista para clavarla en algún punto cercano a la barra.
—Aquél rubio me ha mirado más de lo necesario. Ya vengo. —Louis camina directo al chico, usando toda lo aprendido con la experiencia en coquetear y Harry observa cada paso, desde cómo Louis se apoya en la barra cercano al rubio, a cómo empieza a hacer una conversación. El chico está serio y mira a Harry una vez, para luego con una sonrisa cortés, dejar a Louis parado y hablando solo.
El castaño vuelve con la boca abierta, pasmado por tal cruda negación y se sienta, dejando caer todo su peso en la silla de madera, con la vista pegada a la mesa.
—¿Y?—cuestiona, en vano, Harry.
Louis le mira con los ojos bien abiertos y se irgue en la silla, alzando las manos.
—¡El muy idiota me dejó hablando solo!—su ceño está fruncido y su boca tiene una mueca extraña para enfatizar el enojo que aquél rubio le causó.
—Da igual. Habrá sido un hetero curioso y se asustó al tenerte cerca. Sabes cómo son.—La última porción es servida y Louis suspira hondo, olvidándose del papelón de hace minutos. —De todas maneras, debería ir a agradecerle.—pero lo murmura bajito y ronco, tanto que Louis no escucha bien.