BertClub

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—Vuelvo pronto, querido.—Harry besa la frente de Louis y éste lo mira, decepcionado.

—¿Pero no podrías quedarte hoy?

Harry sabe cuán enojado Louis está ya con sus salidas los sábados, pero no puede evitarlo y la tentación de salir al club es tal que opaca el amor a su esposo.

—Sabes bien que debo ir a trabajar. ¿Quién pagará esta maldita casa sino?

Las acusaciones duelen en Louis, pero sólo traga saliva para no tomarle mucha importancia. De todas formas, él sabe bien que las excusas de "ir a trabajar" son nada más que simple mierda; sabe que Harry sale con Niall al club de striptease a, seguramente, engañarlo. Y le duele, porque aunque últimamente estén muy distanciados, el amor que nació en su época de pareja sigue ahí, en alguna parte.

Harry pasa por última vez una mano por su cabello tirándolo hacia atrás y acomoda su corbata frente al espejo.

—Me tengo que ir.—sentencia. Louis finge un llanto, porque bien, él también tiene sus secretos.

El rizado abre la puerta de su hogar y está dispuesto a irse cuando la mano de Louis lo detiene. 

—Sé que no me amas más. 

Louis sabe qué palabras hacen mierda a Harry y, esas justamente, lo dejan con las cejas alzadas y fruncidas, pensando por un instante. Pero nada arruina últimamente las noches de fiesta de Harry, así que él sólo toca lentamente la mejilla de su esposo y cierra la puerta al salir.

En cuanto está en la calle, desajusta rápido su corbata, quedando con un desprolijo pero agradable estilo. Él sabe sobre su belleza y también sabe más que bien cómo usarla.Y allí, en el BertClub, usa toda la magia coqueta que quedó en él luego de casarse. 

Quizá fue el rápido compromiso lo que lo llevó a aburrirse rápidamente de su matrimonio y buscar algo más. No era que no amase más a Louis; lo quería con locura y sabía que daría su vida por él. Pero llega un momento en la vida del hombre que necesita que su pareja se acondicione a cierto tipo de cosas para no hacer del matrimonio algo monótono y aburrido. 

Sabía que era aconsejable y debería haber tomado como primera opción el hablar con Louis, plantearle el problema y ver si éste se adecuaba a nuevas sugerencias. 

Fue por el conocerse de tan jóvenes, siéndose fieles desde un principio y sólo teniendo experiencia el uno con el otro; pero Harry quería más que las simples noches de hacer el amor y echarse a dormir. Él quería una previa más caliente, quería mejores preparaciones y, además, probar nuevas posturas. Pero Louis era el chico sonriente y de angelical rostro que conoció a sus tiernos catorce años, ¿cómo podría pedirle tal cosa a él? No quería corromperlo.

Al llegar a la puerta de BertClub una ventanita se abrió y el rostro enmascarado de Jon, el de seguriad apareció. 

—Styles. —Harry le sonrió y sacó su máscara del bolsillo interno del saco negro que llevaba sobre la camisa. Se lo ató en la nuca y recién ahí Jon cerró la ventana para abrirle la puerta.

Era una regla exclusiva que cada cliente tuviese una máscara, al igual que vayan vestidos elegantemente. Harry agradecía a eso porque la fachada de 'voy a trabajar' era más creíble si él salía de casa ya con el traje y corbata puestos.

Allí dentro había de todo y para todos los gustos; amaba la libertad allí y el anonimato que se mantenía. 

Sentado en un taburete de la barra pidió un daikiri de durazno y examinó el territorio. 

Tenía que admitir que en la libertad y, en busca de nuevas experiencias, había estado también con una mujer allí. Fue sólo una vez, porque realmente no eran para él. Muy delicadas y fáciles de ofender. Pero los hombres eran fáciles de tratar y fuertes; así que aquella noche, apoyó su espalda en la barra y buscó por alguien para sumar experiencia aquella noche. 

Historias cortas y One shots. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora