Fines de agosto llegaba con lluvias y vientos. Darío no salía más allá de ir al CERP o hacer algún trabajo en grupo. Alexis se quedaba en la casa, o salía cuando estaba el día lindo, pero no sabía hacia dónde o qué hacía. Quizá vagaba sin rumbo y le preocupara que toda la situación, desde la muerte de sus padres, la pérdida del hogar, y el quiebre económico estuviera dañándole mucho más de lo que quería aparentar.
Un día, cuando ya eran casi las cinco de la tarde, Julieta le preguntó preocupada a su hijo si había tenido noticias de Alexis. Le dijo que se fue temprano en la mañana y no apareció para el almuerzo. Darío le escribió un par de mensajes en WhatsApp, pero quedaban en visto y no contestaba las llamadas.
Recordó que ese día era la noche de la nostalgia y por un momento pensó que quizá había quedado con algunos amigos. Sin embargo estaba seguro que la previa no comenzaba tan temprano.
Hasta que cayó en cuenta que ese día también era el cumpleaños de su padre, y por ende, también el de su fallecido tío Héctor.
Sintiéndose terrible porque lo había olvidado por completo, le dijo a su madre que trataría de buscarlo.
—Date una vuelta por el cementerio, Dari —le dijo ella con los labios apretados.
Él apenas asintió, tomando un abrigo porque no faltaba mucho para que llegara la noche y el frío era terrible así que caía el sol.
La necrópolis de Maldonado no estaba lejos de donde vivían. Le llevó quince minutos llegar hasta la avenida Lussich a pie y desde allí caminó un poco más hasta que divisó el monte de eucaliptos que estaba justo en la esquina de la entrada que daba al cementerio. Frente al mismo habían instalado un espacio saludable con equipos para hacer ejercicio, y junto a estos había unos árboles desnudos por el invierno y unos bancos de material donde pudo divisar con alivio la silueta de Alexis.
Estaba distraído con su celular, con el cabello atado en un moño desarreglado y la mirada apagada. Apuró el paso hasta llegar a él, quien dio un respingo al sentir su presencia y lo miró con sorpresa.
—Casi me matás del susto, man. ¿Qué hacés acá?
Su primo se tomó la libertad de sentarse a su lado, con las manos en los bolsillos de la campera y mirando el arco de entrada del cementerio.
—Mi madre estaba preocupada por ti —soltó, omitiendo la parte que él también lo estaba—. Supuso en seguida que podías estar acá.
Alexis guardó el teléfono y soltó un prolongado suspiro.
—Estoy bien.
No lo parecía, pero Darío no dijo nada. Últimamente, siempre se le veía solitario, con un aire sombrío que se había acentuado en las semanas que siguieron desde el último trabajo que había perdido. El invierno era una época difícil para conseguir laburo en una zona que generaba ingresos en su mayoría por sus playas en verano con el turismo. Darío trató de darle ánimos, le dijo que con el tiempo conseguiría algo, pero sabía que él se sentía un estorbo para sus tíos.
Darío tomó aire después de unos segundos de silencio.
—Vamos a casa, ¿querés? Mi padre va a hacer un asado en la noche y mamá ya tiene pronta la torta.
A medida que hablaba, vio cómo Alexis abría los ojos de par en par y se giraba hacia él enderezando la espalda.
—¡Boludo! ¡Me olvidé que también es el cumple de tu viejo! —exclamó, tapándose la boca con una mano.
—Tranqui, no es para tanto.
—No le compré nada —se quejó mientras llevaba las manos al pelo para arreglárselo.
Darío se encogió de hombros.
—No le importa si le regalás algo o no, seguro quiere que pases con él al menos un rato. Después podés salir de joda si tenías algo planeado.
Su primo negó con la cabeza. Conociéndolo, Darío creyó que iba a salir por la noche de la nostalgia, un día en el que hay fiestas y eventos con música retro de los años 60, 70, 80 y 90. Darío había ido el año anterior con algunos compañeros del liceo, pero no era algo que le fascinara. Prefería quedarse en casa metido en la computadora con sus videojuegos.
Sin embargo, Alexis era alguien que le gustaba salir, al menos así era antes de que se fuera a vivir con él.
—No pensaba salir, pero... —Entonces le dedicó una media sonrisa que el otro comprendió de inmediato—. Si querés podemos ir a algún lado.
Darío apartó la cara mientras tragaba grueso.
—Compramos una pepsi, unas cervecitas y nos vamo' pa' la rambla. —Hizo un gesto con la cabeza señalando la calle. Darío alzó una ceja cuando lo oyó incluirlo en la compra, seguro que terminaría pagando él. Si seguía así, lo ahorrado del verano anterior no llegaría al siguiente—. Hasta podemos ligar algo afuera.
Darío quería reír, pero solo le salió una mueca. Alexis le hizo cara de perro mojado.
—Bueno, dale —accedió y su primo se levantó de un salto, sonriendo y golpeándole la pierna con una mano.
—Entonces vamos, mijo.
¿En sus países también hay un día de la nostalgia, para fiestas de temática retro o algo? Aquí se celebra el 24 de agosto. Ahora con la pandemia estuvo muy restringido, pero antes se hacían un montón, de todo tipo, fiestas vip y todo, ¡una locura!
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De música y números
Teen FictionDarío debe compartir su cuarto con su primo Alexis. Pronto comienza a sentir algo por él que intenta rechazar y esconder. 🎸📚 Alexis ha quedado huérfano. Sus padres fallecieron en un accidente de tráfico y ha quedado tirado al viento, con su guitar...