19. Cuando cedés al fin

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Darío chasqueó la lengua y se giró para seguir caminando

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Darío chasqueó la lengua y se giró para seguir caminando. Alexis frunció el ceño ante el rechazo y cuadró los hombros para seguirle el paso.

—¿Qué? ¿No me vas a decir nada?

—No me jodas, Alexis. No es gracioso.

—A ver, mijo, no te estoy jodiendo, te estoy hablando en serio.

—Mirá. —Darío volvió a detenerse, con las manos metidas en los bolsillos del canguro y apretando el sacapuntas entre los dedos, conteniendo los nervios, las emociones que querían desbordarse y las ganas de volver a besarlo después de esa confesión—. Tú mismo dijiste que andabas alzado el otro día y yo no soy de esos que andan cogiendo solo pa' sacarse las ganas, ¿ta? Conmigo no cuentes, no uses lo que siento en mi contra, eh.

Alexis se detuvo, abriendo los brazos y los dejó caer sin poder creérselo. Una vez que trataba de ser sincero y abrirse, su primo se lo tomaba a mal. No tenía cómo saber qué quería y por qué insistía en seguir evitándolo, negando lo que era tan obvio. A Darío le gustaba y mucho, pero se encerraba en su ostracismo de negación incluso cuando le decía en la cara que era correspondido.

Se mordió un labio y sacudió la cabeza, caminando tras él mientras regresaban a la casa. Julieta ya había preparado el café y los esperaba para la merienda, pero Darío terminó llevando su taza a su dormitorio excusándose que tenía que terminar unas tareas pendientes.

Su primo entró casi una hora después, siendo seguido por Geralt quien ocupó de inmediato su lugar sobre las piernas de Darío. Alexis se tiró en la cama con un suspiro y abrazó la almohada, contemplándolo de lleno en silencio.

—¿Qué? —soltó Darío después de un momento incómodo, sin levantar la vista de sus cuadernos.

—Me mandaste a la cousinzone, ¿te diste cuenta?

Dejó la lapicera sobre el cuaderno con un golpe, frunciendo el ceño y girando la silla para quedar frente a él. Geralt saltó de su regazo por el movimiento, molesto por la interrupción de su siesta. Se estiró y dio un brinquito para acostarse al lado de Alexis.

—¿La qué?

—Tu estúpida excusa es que somos primos... ¡Cuando siquiera lo somos en serio!

Darío se quitó los lentes con un suspiro, dejándolos sobre el escritorio.

—A ver. No puedo tomarte en serio cuando decís eso. —Se mordió un labio antes de seguir hablando, dubitativo—. Tu mala fama te precede.

—¿Qué? —Alexis se irguió, sentándose de un salto asustando al gatito, quien huyó saltando otra vez al regazo de Darío—. ¿Qué decís, mijo? —repitió molesto, levantando un brazo y juntando las yemas de los dedos y moviendo la mano arriba abajo en un gesto que decía "¿qué te pasa?".

Darío no respondió. Apretó los labios y desvió la mirada, pasando una mano por la frente mientras pensaba en todo lo que él le había dicho y demostrado en todo ese tiempo en que comenzaron a convivir juntos.

Alexis suspiró bajando la mano y desinflándose.

—Sí, ya sé que soy un tiro al aire, que no tengo laburo, que no tengo donde caer muerto, que... 'ta madre, que no sirvo pa' una mierda —soltó, tapándose la cara con las manos al darse cuenta que solo tenía defectos, no virtudes. Tomó aire y a pesar de ello, continuó—: Pero nunca, nunca me mandé ninguna cagada estando en una relación, ni le mentí a nadie sobre lo que siento. Primero pensé que, como eres el único que me banca, me estaba enganchando por conveniencia. Pero después me di cuenta que cuando estoy contigo estoy bien, puedo ser yo mismo. Si hay algo que te molesta, me lo decís en la cara. No como con mis amigos que me abandonaron, o Nacho, que solo está para la joda y termino haciendo cosas que en realidad capaz no quería, pero no quería quedar mal con él. Estoy... —Abrió los brazos, los dejó caer. Darío volvió a mirarlo, con el pecho vibrando lleno de emociones—. Pah, loco, me siento solo, solo mal, y no quiero tampoco que vos tengas pena por mí y eso.

El silencio que sobrevino fue muy cargado mientras Darío lo contemplaba en silencio, temblando. Su cabeza sacaba cuentas, derivaba situaciones y despejaba emociones. Alexis parecía sincero y debía darle el beneficio de la duda. Estaba perdido y roto, tropezando con sus propios pies, así que tampoco quería abandonarlo después de todo lo que le estaba costando adaptarse.

—Decime algo, bó —insistió Alexis, con la pierna moviéndose de arriba abajo con nerviosismo.

Darío suspiró, moviendo la mano y dejándola caer sobre Geralt, acariciándolo inconscientemente.

—No sé qué decirte —murmuró con una mueca que parecía una sonrisa nerviosa contenida.

Alexis se levantó agitado, inclinándose sobre Darío mientras apoyaba una mano sobre el escritorio y otra sobre el reposabrazos de la silla.

—A ver, decime: ¿querés ser mi primo o querés ser mi novio?

Se miraron a los ojos, cargadas de palabras sin pronunciar y de sentimiento que desbordaban por las pupilas. Darío volvió a dar el primer paso. Alzó una mano temblorosa para pasarla por el cuello de Alexis y lo atrajo hacia sí, devorando sus labios que sabían a café.

—Tu viejo nos va a matar —murmuró Alexis contra su boca.

—¿Vos pensaba decírselo? —Le tembló la voz y se separó echándose hacia atrás.

Alexis se irguió, frunciendo el ceño mientras esbozaba una sonrisa extraña.

—¿Y qué explicación le vas a dar cuando el ruido de la cama no lo deje dormir?

Su primo abrió los ojos con la cara caliente. Se levantó de la silla como un resorte, haciendo que Geralt saltara al suelo y maullara por su brusco movimiento, y comenzó a caminar por el dormitorio mientras se estrujaba las manos. Alexis se dejó caer sobre su cama otra vez, soltando un suspiro.

—Vos querés todo también —dijo Darío, juntando las cejas y deteniéndose frente a él. Tenía la expresión cargada de preocupación—. A ver, estoy aceptando esto porque, te juro, quiero darte una oportunidad. Pero... —Se rascó la frente y se ajustó los anteojos.

—Pero querés seguir en el closet.

—Tengo todo el derecho de quedarme ahí, eh.

—Está bien. —Alexis levantó las manos, rindiéndose—. Como vos quieras —añadió, sonriéndole. Entonces se palmeó los muslos y se mordió los labios, esperando que le dijera algo más, pero como Darío se quedó también parado mirándolo sugirió—: Bueno, ¿qué querés hacer ahora?

Su primo enarcó las cejas.

—Bueeeeno. Hay una zona en el Dark Souls 2 que me está complicando la vida...

Alexis rio.

—Sí, mijo. Vamos a darle. 

 

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