16. Cuando desaparecés

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La libreta ajada recibió más tachones y Alexis, frustrado, terminó lanzándola hacia la almohada con fuerza

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La libreta ajada recibió más tachones y Alexis, frustrado, terminó lanzándola hacia la almohada con fuerza.  Soltó maldiciones y se pasó las manos por el pelo sintiendo el peso de la guitarra en sus piernas cruzadas sobre la cama. Geralt levantó la cabeza para mirar en la dirección donde había caído, alerta, pero sin intenciones de atraparla.

No tenía inspiración.  Su musa lo había abandonado a su suerte y parecía no tener intenciones de volver pronto. Las notas salían confusas y tristes, a tono con su corazón destrozado.

No quería admitirlo, pero la vida post duelo lo estaba devorando poco a poco, sin contar que no lograba acostumbrarse a vivir con sus tíos y Darío. No era que no le gustara, pero no se sentía igual. Era como caminar sobre huevos, a veces pisando fuerte y rompiendo todo a su paso, o tanteando el suelo temiendo terminar con heridas.

Se talló los ojos soltando un suspiro pesado y con los ánimos por el suelo. No tenía siquiera ganas de salir. Se echó en la cama mirando el techo con la cabeza echa un caos hasta que el vibrador del celular le indicó que había estado mucho tiempo abstraído en la nada misma.

Le había llegado un WhatsApp de Ignacio, un amigo de años que se había ido a estudiar a Montevideo. Le avisaba con muchos signos de exclamación que estaba en la ciudad y tenía ganas de tomar unas chelas por ahí.

Las ganas de rechazar la invitación vinieron de inmediato, pero sabía que quizá eso podía romper la ya lejana relación que tenía con él. Y era uno de los únicos amigos que le quedaba.

Alexis: Mijoooo se te extrañaba, qué hacés por acá? 14:28 p.m.✔✔

Alexis: No tengo un mango, pero salimos sí. Dónde nos vemos?  14:28 p.m.✔✔

Nacho: Ando por las vacas de septiembre!!! Tranca, yo te invito, man!!! Es lo mínimo que puedo hacer por vos, loco!!!!!!!! 14:30 p.m.✔✔

Alexis le dedicó una sonrisa triste a la pantalla del celular y se levantó despacio para revisar el armario de su primo buscando algo para vestirse. No era que no tuviera qué ponerse, pero llevar algo de su primo le traía algo de paz a su mente inquieta.

Cuando abrió la puerta para salir, encontró a Julieta cuidando de las plantas que tenían en el frente, con un sombrero para cubrirse del sol y las mano enguantadas llenas de tierra. Se levantó mientras lo veía atravesar el portón.

—¿Vienes para la cena? —le preguntó mientras soltaba un suspiro pesado por el esfuerzo.

Él respondió que sí, más por inercia que por compromiso.

Cuando Darío llegó, encontró la cama de Alexis hecha un caos, la guitarra tirada sobre el bollo de sábanas y a Geralt durmiendo sobre ella

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Cuando Darío llegó, encontró la cama de Alexis hecha un caos, la guitarra tirada sobre el bollo de sábanas y a Geralt durmiendo sobre ella. Le hizo cariñitos al minino y, bufando por el cansancio, dejó la guitarra en la funda correspondiente y estiró las sábanas apenas para que no desentonara con su cama ordenada. Encontró una libreta tirada entre la almohada y la pared, llena de tachones, notas musicales y letras de canciones.

Frunciendo el ceño ante la tristeza que emitían aquellas páginas, guardó la libreta dentro de la funda con un estremecimiento

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Frunciendo el ceño ante la tristeza que emitían aquellas páginas, guardó la libreta dentro de la funda con un estremecimiento. Si bien su primo parecía desinteresado e indiferente todo el tiempo, había mucho dolor dentro de él.

Al no verlo por ninguna parte, preguntó por él a su madre, a lo que ella le respondió que había salido. Darío se abstuvo de escribirle, no quería parecer que estaba preocupado. Sin embargo, Julieta fue quien le preguntó si sabía de él al llegar la hora de la cena y él no había vuelto.

Le escribió que lo estaban esperando para comer, pero el mensaje solo recibió el tic gris de enviado, no el de recibido. Su última conexión había sido dos horas atrás.

—Debe andar por ahí con sus amigos —dijo Héctor mientras se metía media hamburguesa en la boca.

Julieta había hecho varias, a la espera de Alexis, pero ya comenzó al guardar dos cuando se dio cuenta que no iba a llegar. Estaba haciendo el turno nocturno, esperaba que el muchacho regresara antes que se fuera a medianoche. Sin embargo, se fue a trabajar preocupada, pidiéndole a Darío que le avisara, pero mientras la madrugada avanzaba no tuvo noticias. No pudo dormir siquiera cuando llegó, porque si bien era un muchacho joven que podía salir a donde quisiera y cuando quisiera, nunca lo había hecho antes, menos sin avisar.

Cuando llegó el mediodía, hasta Héctor anda nervioso. Se fue a trabajar pidiendo también que le avisaran cualquier noticia. Era sábado, quizá se había quedado a dormir en la casa de alguien después de irse de juerga. Pero sin noticias, no tenían cómo asegurarlo.

Darío le pidió a su madre que descansara, que iba a preguntarle a sus amigos si lo habían visto. Estaba cansada, así que aceptó, pero le pidió encarecidamente que cualquier novedad la llamara.

Pero nadie lo había visto, nadie sabía nada.

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