Los sonidos de la casa se fueron apagando y con ello, la noche se apoderó del hogar. No había luces encendidas excepto por la lámpara de sal del living, pero la luz tenue apenas si llegaba al dormitorio de los muchachos. Allí, la única fuente de luz era la pantalla del celular de Alexis, revisando sin muchos ánimos las redes sociales. Las penumbras dibujaron sombras sobre un Darío dormido con la boca abierta, la respiración ruidosa y el celular en la mano. Le había dicho que iba a quedarse despierto, pero al ser el único en la casa que madrugaba para ir al CERP, el sueño lo venció antes que fuera las once de la noche. Geralt le hacía compañía acurrucado cerca de sus pies.
Alexis dejó el teléfono cuando el movimiento de la casa mermó. Julieta salía del trabajo a las doce y media de la noche, así que el silencio se instalaba casi cerca de las dos de la madrugada.
—Darío —susurró con cuidado, girando el cuerpo hacia él.
—¿Mmm?
—Mijo, ¿querés dormir conmigo?
Darío se movió y sacó una mano para tirar del acolchado y cubrirse por completo.
—Dale, man, que vos sos el primero en levantarte, nadie se va a enterar —murmuró casi en una súplica.
Al ver que su compañero no se movía creyó que se había dormido. Se giró para darle la espalda y soltar un bufido de fingida ofensa. Unos segundos después el colchón se hundió con el peso de Darío, quien se metió con rapidez entre sus mantas. Ampliando la sonrisa, Alexis no se movió, esperando a que él cediera primero a las palabras.
—Me voy a arrepentir de esto, eh —dijo Darío, con el aliento haciéndole cosquillas en el cuello de Alexis.
—Ah, te juro que no.
La cama rechinó contra las baldosas cuando Alexis se giró y buscó su boca en la oscuridad. Darío cedió muchísimo más rápido de lo que pretendía y pronto ambos se encontraban explorando con sus manos la piel bajo las remeras. Los besos abandonaron los labios para buscar frenéticos las zonas del cuello más sensibles y la necesidad no dejó de aumentar.
Sin embargo, Darío detuvo los dedos de su compañero que se colaban por el elástico de su pantalón pijama.
—Mijo, no te me cortés —se quejó Alexis mientras su primo apretaba los labios y fruncía el ceño—. Además —añadió mientras esbozaba una sonrisa pícara—, dejame pagarte el helado de hoy.
Sin esperar una respuesta, se tapó hasta la cabeza con las mantas y lo siguiente que Darío sintió fue un beso húmedo cerca del ombligo que lo hizo estremecer. Se mordió el labio inferior para contener un suspiro y dejó que Alexis pagara la deuda sin poner resistencia.
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De música y números
Novela JuvenilDarío debe compartir su cuarto con su primo Alexis. Pronto comienza a sentir algo por él que intenta rechazar y esconder. 🎸📚 Alexis ha quedado huérfano. Sus padres fallecieron en un accidente de tráfico y ha quedado tirado al viento, con su guitar...