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Tony llamó a Nat y Steve quince minutos antes de estar listo para irse.

Nat va a manejar un auto y Steve otro, al lado.

—Bebé, baja, ya estamos listos para irnos. — Tony gritó escaleras
arriba, luego se alejó de éstas y miró por la ventana, para corroborar que la empresa de seguridad privada que contrataba tenía los tres autos:
uno para ir delante y otro para atrás, uno para el lado, aún sabía que la
limusina era a prueba de balas. Había dos guardias armados en la puerta de la casa, además de los estacionados en toda la manzana. Discreción no estaba en su vocabulario. Quería asegurarse de que cualquiera que
intentara atacar supiera que serían contraatacados con fuerza bruta.

Peter corrió escaleras abajo, tirándose en los brazos de Tony, como si no hubiera pasado solamente minutos de que estuvieron así de cerca.

Anthony lo abrazó, saciando esas ganas imperiosas de contacto, para luego separarse y sacar un chaleco antibalas nuevo, del armario de la entrada y lo envolvió alrededor de su amado chico.

Estaban listos para irse.

Un grupo de ocho guardias los rodearon mientras bajaban los escalones de la casa, llegando al auto sin incidentes.

— ¿Es necesario todo eso? —Preguntó Peter, avergonzado de recibir tanta atención.

—Mi amor, tu seguridad es tan importante para mí como el aire que respiro, haberte encontrado por fin, lo es todo en mi vida y tengo que estar cien por ciento seguro de que estás seguro hasta que lleguemos a las tierras de la manada.

La joyería estaba en una esquina de la Vaurs, una de las más conocidas de la ciudad, que era propiedad de un lobo. La comisaría policial mandó a rodear el área para que Tony y Peter pudieran entrar en las joyerías sin miedo a que sucediera algo. El joyero, el señor Barton, los recibió en la puerta.

—Alfa Stark, es tan maravilloso verlo y en una ocasión tan especial. Por favor, siéntanse cómodos, mientras yo busco una selección que prepare especialmente con mis mejores diseños, espero sean de su agrado y la del Alfa Compañero.

El joyero sacó una bandeja de anillos en set que tenía una cabeza de lobo con ojos color ámbar, y el anillo a juego era la cabeza de un lobo con ojos de rubí. Una vez que Peter vio esos dos, no quiso saber de otros.

—Estos mi amor, éste me gusta porque esa noche que nos conocimos tus ojos se hicieron de un color carmesí cuando Happy dijo que me tenía que quedar en la escena— Peter indico una de las cabezas de lobos— Tú no te diste cuenta de que te vi, pero me acuerdo perfecto—. Lo miró a Tony a los ojos —Y éste otro me gusta porque es el color normal de tus ojos, entonces me gustan los dos— dijo haciendo un puchero y achicando los ojos, mientras tiraba despacito de la manga del saco del mayor.

Tony lo miro embobado, no sabía si de verdad ese chico iba a cumplir 25 años o tenía 13.

El joyero los interrumpió:

—Alfa, tengo más joyas en la segunda bandeja—. Intentó guardar la primera bandeja, dejando la segunda.

Tony lo detuvo. —El Alfa Compañero ya eligió éstos.

— ¿Te gustan estos? —Preguntó Peter vacilante.

—Los amo, amor.— no le quitó la vista al chico y éste se sonrojo por completo.

— ¿Les gustaría en platino u oro? —Le preguntó el Sr. Barton a Peter. Esté alzó los hombros, no sabiendo que decir.

—Elige tú...

Su compañero [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora