Hicieron guardia juntos aquella noche, a la mañana siguiente después del desayuno bajaron a los patios para seguir entrenando; ellos tenían que fingir que sólo eran amigos que el día anterior habían estado discutiendo.
Continuaron ayudando a Grenn y a Pyp a aprender a luchar; Grenn tenía más fuerza que Pyp, así que le resultaba más sencillo aprender a manejar la espada, sin embargo a Pyp le costaba mucho más, pero él ya sabía que iba a ser mayordomo.
- ¡Mirad eso! - Fue Grenn quien paró, todos se giraron para ver a Ser Alliser empujando a un muchacho gordo hacia los patios para entrenar, parecía bastante patoso y malamente podía coger una espada.
- ¡Rast! Te toca. - Se acercó a él, no tardó en quitarle la espada y tirarle al suelo. Todos veían que eso era humillante para aquel joven.
- Ser Alliser finalice esto, es humillante. - Habló Roselyn cuando vio a aquel joven tirado en el suelo suplicando que parara. - Ya ha tenido suficiente.
- ¿Qué ocurre, Roselyn? ¿Te gustan gordos? ¿Te lo quieres follar? - Ser Alliser rió, Rose le odiaba demasiado, le parecía un hombre muy desagradable. - Lord Cerdo, ya has oído, has triunfado.
- ¡Ser Alliser, Roselyn tiene razón, esto es humillante! - Jon fue el que salió en defensa de Roselyn.
- Al bastardo también, Lord Cerdo. - Ser Alliser hizo que Rast parara. - Bien, Rast, Grenn y Pyp ya que el bastardo quiere proteger al Cerdito, os enfrentaréis los tres a él. - El único que quería enfrentarse a Jon era Rast, tanto Grenn como Pyp sabían que no tenían nada que hacer.
- ¿Quieres que te ayude, Jon? - Roselyn habló desde donde estaba sentada, pero allí se quedó; ya que antes de que pudieran darse cuenta, Jon estaba peleando con ello y dejando a los tres en el suelo. Esto frustraba a Ser Alliser, a él mismo no le gustaba Jon, mandó a recoger las armas y aquel muchacho se acercó a Jon y a Rose.
- No sé como agradeceros lo que habéis hecho por mí. - Rose vio miedo, timidez y vergüenza en ese muchacho, no pudo evitar preguntarse qué le había llevado hasta el Muro. - Mi nombre es Samwell Tarly, aunque podéis llamarme Sam, mi madre lo hacía.
- ¿Crees que esto es un juego? - Jon le habló antes que Rose. - Tienes que aprender a defenderte, cuando estemos al otro lado del Muro ningún hombre lo hará. - Sam se marchó de allí al escuchar a Jon. - No me mires así, Rose, sabes que tengo razón. - Roselyn no dijo nada, acompañó a Jon a limpiar las armas. - ¿Dónde estarás esta noche? - Le susurró Jon mientras le daba una espada para que la colocara.
- Sabrás encontrarme, Jon. - Él rió, pero vio que ella quedó callada. - No deberías haber sido así con Sam.
- ¿Y cómo he sido?
- Muy brusco. - Él se acercó a ella con una sonrisa, y ella ya sabía que le iba a lanzar un dardo.
- ¿Lo dice la que le clavó un cuchillo en la mano a un hombre? - Ella se rió al recordar aquella noche; antes de que llegara Jon, ella era infranqueable pero ahora no podía, él la ablandaba. Él la abrazó por detrás, aún con timidez y miedo, la herida de no saber quien era su madre todavía estaba abierta.
- Jon, no nos puede ver nadie. - Ella se apartó de él, y se dirigió a la puerta. - Esta noche subiré a lo alto del muro.
***
Era de noche, no había muchos hombres allí arriba. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido con Jon; todo había sido muy rápido, ella no había querido a nadie nunca.
- Hoy es una noche muy fría. - Escuchó la voz de Jon de fondo. Se estaba acercando a ella que estaba cerca del borde del muro.
- Todas las noches son frías aquí. - Ella levantó la mirada para verle allí de pie.