Capítulo VI

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SEIS: ENTRENAR NO ES LO MIO

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SEIS: ENTRENAR NO ES LO MIO

- ¿Ya cosiste algo?

- ¿Y tú? -pregunté, rezando mentalmente para que yo y mi bloqueo creativo no estuviéramos solos.

-Sí, por supuesto. Me encanta coser más que cualquier otra cosa-, se rió Lydia, desabrochando el broche de la bicicleta y sujetándola por el manillar.

-No funciona en absoluto-, resoplé, repitiendo los movimientos de la chica. - No me gusta coser, nunca me ha gustado. No tengo la habilidad...

-Dijiste que la Sra. Boutroux sabía coser-, dijo. - ¿No quieres que te ayude?

-Quiero,- asentí. - El problema es que tiene demasiados problemas en la cabeza. Ya sabes, Kai tenía una pierna enyesada, tuvo que caminar con él, llevarlo a rehabilitación y esas cosas. No quiero molestarla con eso. A diferencia de Boutroux, ella realmente me agrada.

-Ah, sí-, suspiró. -Por cierto, Campbell-, me miró con los ojos entrecerrados. -Supongo que vivir al lado de la familia Boutroux no es tan malo, ¿verdad?-

Me tambaleé mientras giraba mi bicicleta rápidamente hacia Lydia.

Aun así, siempre supe que a Lydia le gustaba Boutroux hasta cierto punto, como la mayoría de las chicas de nuestra escuela secundaria. Kai usa una insignia de rompecorazones de la escuela, pero su sólida reputación como capitán de equipo sigue siendo lo más importante, lo que siempre nos lleva a la victoria y es maravilloso en todos los sentidos.

- Vaya, Lydia. ¿Tú quieres matarme? - resoplé de la risa, después de un momento estaba de nuevo en pie.

-A veces,- soltó un suspiro por la nariz. - Lo digo en serio, Hery. El caso es que...

-Mierda,- hice una pausa, golpeándome la frente e interrumpiendo a Lydia. - ¡Kai! -Casi grito, frenando mi bicicleta con fuerza.

-Sí, sé que no te gusta que hable de él-, suspiró.

Miles de pensamientos que antes se habían caído de mi cabeza pasaron por mi cabeza.

- Lo olvidé por completo, Lydia. Tengo que entrenar a este niño para la eliminación, y ahora tenemos nuestro primer entrenamiento. No es que haya consentido por mi propia voluntad. Sabes, el entrenador me hizo hacerlo. ¡Gracias por recordármelo, de verdad! -hablé con una velocidad vertiginosa, sin estructurar cuidadosamente mis oraciones.

Mi amigo me miró con lástima y exhaló con fuerza.

- Digamos que no me sorprende en absoluto.

-Te veré mañana, Lyd,- dije mientras corría, sentándome en la bicicleta y luego pedaleando tanto como pude en mis piernas.

En realidad, no me preocupaba llegar tarde a Kai. Tenía miedo de que también hubiera un entrenador en la pista, que contaba mis puntos con cada minuto que yo no estaba.

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