Capítulo II

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𝗗𝗢𝗦: 𝗡𝗢 𝗠𝗜𝗥𝗘𝗦 𝗙𝗜𝗝𝗔𝗠𝗘𝗡𝗧𝗘, 𝗡𝗢 𝗘𝗦 𝗟𝗢 𝗧𝗨𝗬𝗢

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𝗗𝗢𝗦: 𝗡𝗢 𝗠𝗜𝗥𝗘𝗦 𝗙𝗜𝗝𝗔𝗠𝗘𝗡𝗧𝗘, 𝗡𝗢 𝗘𝗦 𝗟𝗢 𝗧𝗨𝗬𝗢

Me desperté frotándome los ojos hasta ponerme roja con los puños. El sol brillaba constantemente justo en mi cara. No se calentó, porque ya era mediados de agosto, y era terriblemente irritante. Me levanté perezosamente hasta quedar sentada, mirando por la ventana abierta. Vi a Luisa cuando estaba colgando la ropa en el balcón del dormitorio.

Después de todo, Luisa era una buena amiga, no solo de mi madre, sino de toda mi familia. Viene a tomar un café semanalmente el viernes después de haber terminado su turno de la mañana en el trabajo. Siempre hablo con ella sobre cualquier cosa, le hablo de cualquiera que se meta en nuestra piel. Ella siempre dijo que Kai y yo somos dos clones cuyo acercamiento es definitivamente diferente. En este caso, estoy completamente en desacuerdo. Lo único que Kai Boutroux y yo tenemos en común es que ambos nos odiamos tanto y no soñamos con darnos la mano.

Mi madre siempre me dijo que los más inteligentes siempre deben ceder, pero con Kai no hay mucha diferencia.

La saludé vigorosamente, sonriendo y abriendo la ventana.

-Pensé que todavía estabas dormida-, se rió mientras colgaba su blusa rosa en la cuerda.

-Me gustaría-, suspiré, ajustando el pliegue de la cortina. -¿Kai ya se ha levantado? - Pregunté, aunque en realidad la respuesta llegó a mis labios ante el crujido de la casa de la familia Boutroux.

De hecho, aparte de Luisa, la casa solo estaba habitada por Kai, que no tiene hermanos. Lo único que faltaba era su padre, que siempre desaparece temprano en la mañana y reaparece pasada la medianoche. Luisa dijo que su esposo es un terrible adicto al trabajo a quien ama terriblemente después de todo. Al parecer, encuentra tiempo para su familia, tan solo dos veces por semana, entre los turnos del hospital.

-Sí, se levantó hace una media hora-, respondió con una clara preocupación en su voz. Sus manos temblaban un poco mientras trataba de sujetar los clips a su vestido, y su frente estaba salpicada de pequeñas gotas de sudor.

-Creo que ya voy tarde, - salté, mirando el reloj. - ¡Que tengas un buen día, Luisa! - le lancé una amplia sonrisa.

La mujer a veces tenía problemas de estrés. Dijo que las cosas simples pueden irritarla: cuando Kai se enferma, cuando algo golpea el auto debajo del capó o una falla menor en la lavadora. Me preguntaba cuál era el motivo de preocupación hoy.


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A las siete y veinte llegó a mi casa el coche granate de mi amiga, que le regalaron por su decimoséptimo cumpleaños. Desde entonces, ha estado haciendo de mi chófer todos los días, porque me aterroriza conducir un coche, nunca he soñado con pasar mi carnet de conducir.

- ¿Cómo te va, Lyd? -le pregunté, tomando asiento en frente y entregándole a la chica el café con caramelo que amaba con todo su corazón. - Vaya, ¿qué le pasó a Mateo? No recuerdo haberlo visto nunca tan limpio.

Amigos los viernes (a las 6pm) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora